El sistema
político francés es semipresidencialista. El poder está
repartido entre la Jefatura del Estado y la Asamblea Nacional.En
esta última los diputados se eligen en dos vueltas. En la
primera, el candidato deberá obtener la mayoría absoluta de los
sufragios y un número de votos igual a la cuarta parte del
número total de electores inscritos. Para concurrir a la segunda
es necesario haber logrado en la primera ronda un número de
votos equivalente al 12,5% de los electores inscritos y en ella
es suficiente lograr la mayoría relativa para resultar elegido.
En cuanto a la organización territorial, el país galo se divide
en 26 regiones, 100 departamentos, distritos, cantones, y
municipios o comunas. Asimismo, cuenta con colectividades,
territorios y dependencias. El departamento más extenso es la
Guayana Francesa con 91 000 kilómetros cuadrados y el más
poblado es Ile de France, donde se sitúa París, con más de 11
millones de habitantes.
Competencias del presidente
Un
ciudadano francés pasea junto a unos carteles de los candidatos
Las competencias del presidente de la República cubren distintos
ámbitos, aunque sus mayores poderes residen en política
exterior. El jefe del Estado garantiza el respeto de la
Constitución, el funcionamiento de los poderes públicos y la
independencia de la Justicia. Su papel es determinante en
Defensa, pues es jefe supremo del Ejército y dispone de la
posibilidad de ordenar un ataque nuclear. En materia diplomática
y exterior, juega un rol muy importante en la representación de
Francia.
Los poderes presidenciales se dividen actualmente en dos
categorías: los compartidos, que requieren la aprobación del
Gobierno y los propios. Puede escoger al Primer Ministro, pero
éste debe ser refrendado por la Asamblea. En caso de
cohabitación, su papel más relevante es en política exterior.
La cohabitación
El sistema político francés ha propiciado en las últimas décadas
un fenómeno que se conoce como cohabitación y que consiste en
que el presidente de la República es de distinto color político
que la Asamblea Nacional. Esta situación suele conllevar
numerosos conflictos.
La primera vez que se dio la cohabitación fue en 1986, año en el
que el centro-derecha ganó las elecciones parlamentarias y el
socialista François Mitterrand era presidente. Entonces, Jacques
Chirac se convirtió en primer ministro, pero tuvo que afrontar
numerosas protestas de los estudiantes franceses. En 1988,
Mitterrand logró renovar su mandato por otros siete años,
disolvió la Asamblea y consiguió para los socialistas franceses
una mayoría relativa.
En 1993 los comicios parlamentarios supusieron una arrolladora
victoria de la derecha que dejó a los socialistas y sus aliados
con sólo 67 diputados de una cámara de 577 escaños. El
conservador Édouard Balladur se convirtió en el nuevo primer
ministro. Durante este este segundo periodo de cohabitación,
Mitterrand tuvo que hacer frente a problemas de salud y a
distintos casos de corrupción, pero consiguió grandes logros en
política europea, donde impulsó la reunificación alemana y
auspició el Tratado de Maastrich.
El 7 de mayo de 1995, la victoria de Jacques Chirac en las
presidenciales puso fin a 14 años de presidencia socialista,
pero no a los periodos de cohabitación. En un error de cálculo,
Chirac adelantó las legislativas a 1997 con la confianza de
asegurarse un mandato cómodo, pero los socialistas obtuvieron la
victoria y Lionel Jospin se convirtió en nuevo primer ministro.
Esta cohabitación entre Chirac y Jospin duró hasta las
presidenciales de 2002, en las que Jospin quedó apeado de la
segunda vuelta por el ultraderechista Jean-Marie Le Pen. Tras
aceptar la dimisión del socialista, Chirac adelantó las
legislativas y, esta vez sí, consiguió una amplia victoria para
las huestes conservadoras.
El peligro de la cohabitación seguirá presente en estas
elecciones, pues en junio de este mismo año se elegirán los 577
diputados de la Asamblea Nacional, con lo que puede producirse
un nuevo lustro de cohabitación al coincidir prácticamente los
mandatos del presidente y del Parlamento.
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