"Mensaje a mis compatriotas, para ser difundido a mi
fallecimiento".
Chilenos, sin
excepción:
Muchas veces hice llegar mi
pensamiento a ustedes durante mi vida pública. Especial
recuerdo hago de mis comunicaciones desde mi
cautiverio en Londres.
Ahora, con esfuerzo, he
hilvanado los siguientes pensamientos que surgen desde lo
profundo de mis sentimientos y convicciones.
Quiero despedirme de
ustedes con mucho cariño. Entiendo que esto
parecerá incomprensible para muchísimos, pero es
así.
En mi corazón no he dejado
lugar para el odio. He recorrido muchos años y entiendo
del amor y del dolor.
Yo elegí la carrera militar
por amor a la Patria. El que he mantenido sin alteración
desde el primer día que entré a la escuela Militar y,
ahora, al irme de este mundo, aquel sentimiento llena mi
espíritu enteramente.
Amo a la Patria; amo a
todos ustedes. Por amor se pueden hacer muchas
cosas buenas y muchas malas. Acertadas y erróneas.
Yo nunca imaginé entrar a la Gran Historia de mi país,
pero así ocurrió.
En transcurrir público de
éste se fue transformando desde decir "en Chile nunca pasa
nada", a un precipitado de dramáticos acontecimientos.
No quiero entrar en
análisis mayores, propio de historiadores pero sí hacerlo
respecto a afirmaciones profesionales y humanas que son
las que me interesa comunicarles a ustedes.
Década conflictiva
Yo, como militar, percibí
la gravísima y compleja situación que se avecinaba
mientras avanzaba la década de los setenta.
Nadie podrá discutir que el
mundo entraba en un enfrentamiento global, ideológico y
militar, al que se llamó la "guerra fría".
Cada día los conflictos se agrandaban más, se calentaba
más esa "guerra" y eran más complejos, en especial, para
una mirada observadora militar.
Los ángulos comprometidos
en esa guerra crecían día a día y abarcaban la casi
totalidad de los planos de la vida, pública y privada de
la gente.
Crecía y presionaba al
hombre común ese sino tan trágico de una guerra, o tú o
yo, con el agravante que el dilema se extendía a la
comunidad toda internacional, algo así como una guerra
total y sin cuartel.
Un militar no podría
restarse a este panorama, porque era muy sombrío, debía
prepararse para lo mejor y para lo peor, ecuación clave en
una estrategia profesional.
Chile empezó a
arder y se encajonaba, sin escape objetivamente,
en mi concepto, a tres posibilidades (esto que lo
entiendan las personas jóvenes, nacidas con posterioridad
a la crisis).
- A una guerra
civil, sin cuartel, "de ventana a ventana", con
miles y miles de personas muertas.
- A una imposición
de una dictadura llamada del proletariado, ideológica,
marxista leninista, con la pérdida total de la
libertad política y del Estado de Derecho;
- Y, a una
reacción conjunta de civiles y militares para eliminar
tajantemente las anteriores. Nadie discute que
la inmensa mayoría de la población se inclinaba
por ésta última alternativa.
Chilenos, amigos sin
exclusión. Una guerra internacional, o una civil, es algo
atroz. Lo peor que le puede ocurrir a una sociedad. La
guerra, por esto, hay que evitarla hasta donde sea
posible.
Los adultos que vivieron el
tiempo del pronunciamiento militar se dieron cuenta cabal
que la única opción realista era esto último.
Máximo rigor
Hubo que actuar
para cubrir eficazmente todos los ángulos de un
enfrentamiento amplio, porque explícitamente los
partidos de Gobierno sostenían que la vía armada era la
única forma de alcanzar el poder, a la corta o a la larga.
Creo que nunca de manera
tan contundente se había amenazado una guerra civil en
nuestro país o en otra parte del mundo. Si a lo anterior
se agregan el sinnúmero de ratificaciones de hecho y
retóricas que confirmaban tales propósitos, hicieron más
explicable la intervención militar.
Había, pues, que actuar con
el máximo rigor y sostenidamente hasta conjurar cualquier
extensión del conflicto que se anunciaba.
Si no se procedía, así, la
acción militar habría terminado en un fiasco, y eso
hubiera provocado en el pueblo por muchos años
consecuencias negativas en extremo dolorosas.
El 73, por las citadas
características del contrincante, fue preciso
emplear diversos procedimientos de control militar, como
reclusión transitoria, exilios autorizados, fusilamientos
con juicio militar.
En muchas muertes habidas y
en los desaparecimientos de cuerpos es muy posible que no
se logre jamás un conocimiento acabado del cómo o por qué
ocurrieron. No se puede descargar con simpleza la
responsabilidad de un sinnúmero de extralimitaciones
porque no hubo un plan institucional para ello.
Los conflictos graves son así y siempre serán así: Fuente
de abusos y exageraciones.
¿Pero cómo tantos no han
querido o podido entender la extrema gravedad de la
amenaza si todo el contexto nacional e internacional
avalaba su existencia?
En los enfrentamientos
habidos en la Historia el resultado en cuanto a pérdidas
de vidas y las deshumanizaciones son parte de su
definición.
Lo anterior no va
en búsqueda de atenuantes a los excesos, sino a recordar
su presencia insoslayable.
Yo, como Presidente de la
República y comandante en jefe del Ejército actué como les
dije, con rigor, pero con mucha más flexibilidad que la
que se me reconoce, por lo que yo siempre me
refería a una "dictablanda".
Mientras el fanatismo
ideológico y armado constituyera un peligro para la
estabilidad, no era posible bajar las manos.
Chilenos todos:
¡Cómo quisiera que
no hubiese sido necesaria la acción del 11 de septiembre
de 1973!
¡Cómo hubiera querido que
la ideología marxista leninista no se hubiera interpuesto
en la nuestra vida patria!
¡Cómo hubiese deseado que
el Presidente Salvador Allende no hubiere incubado en su
ideario el propósito de transformar a nuestra Patria en
una pieza más del tablero dictatorial marxista!
Las guerra traen dolores
muy difíciles de sanar.
Los parientes y amigos de
compatriotas nuestros caídos en el enfrentamiento
fraticida tendrán para siempre un recuerdo negro de lo
ocurrido.
Yo voy a misa y comulgo.
Nunca dejo de pensar en las heridas abiertas.
Cómo me gustaría
andar en las calles, saludando, consolando, ayudando...
Mi destino es un tipo de
destierro y soledad que jamás hubiera pensado, y menos
deseado.
Para terminar, con toda
sinceridad declaro estar orgulloso de la enorme
acción que hubo que realizar para impedir que el marxismo
leninismo alcanzara el poder total, y también,
para que mi entrañable Patria fuera una "gran nación",
como fue el lema que desde el principio inspiró a la Junta
de Gobierno. De eso, nunca dudaré, sin una pizca
de vacilación.
De repetirse la
experiencia hubiere deseado, sin embargo, mayor sabiduría.
Augusto Pinochet Ugarte
Capitán general, Ex Presidente de la República, ex
senador de la República, ex Comandante en Jefe del
Ejército."