Viveza
por Alexis Márquez Rodríguez
domingo, 28 marzo 2004

La palabra viveza es polisémica. De su uso frecuente el DRAE ha recogido diez acepciones: ³Prontitud o celeridad en las acciones, o agilidad en la ejecución. || 2. Ardimiento o energía en las palabras. || 3. Agudeza o perspicacia en el ingenio. || 4. Dicho agudo, pronto o ingenioso. || 5. Propiedad y semejanza en la representación de algo. || 6. Esplendor y lustre de algunas cosas, especialmente de los colores. || 7. Gracia particular y actividad especial que suelen tener  los ojos en el modo de mirar o de moverse.  || 8. Acción poco considerada. || 9. Palabra que se suelta sin reflexión. || 10. Venezolanismo. Agudeza y prontitud para aprovecharse de todo por buenos o por malos medios².

Correlativamente, ser alguien un vivo equivale a comportarse con viveza, y en tal sentido vivo es sinónimo, en determinados casos, de vivaz, definido por el DRAE, entre otras cosas, como ³(Š) || 2. Eficaz, vigoroso. || 3. Agudo, de pronta comprensión e ingenio. || 4. Que tiene viveza. (Š)².

En la práctica, la palabra viveza se aplica con bastante amplitud. Suele decirse, por ejemplo, ³Se resolvió el problema con gran viveza²,  ³Fulano habló con mucha viveza², ³La viveza de colores de esta pintura es espectacular²,  ³Ella maneja el lenguaje narrativo con viveza², ³La viveza de su mirada es única², ³Los actores brasileros interpretan sus papeles con enorme viveza², ³¡Déjate de vivezas!², etc.

En cuanto a la acepción venezolana, la definición del DRAE no da su sentido con mucha exactitud ni en toda su extensión, y difícilmente podría hacerlo, pues es vocablo de gran riqueza expresiva, aplicable de muchas maneras no siempre fácilmente registrables en un diccionario. A veces, la viveza venezolana tiene un valor positivo, y alude a rasgos de conducta muy encomiables; pero otras veces adquiere una connotación peyorativa, que reúne semánticamente rasgos de conducta francamente repudiables. De un niño, por ejemplo, u otra persona puede decirse, como elogio, que ³es muy vivo e inteligente², y en ese caso se alude a una viveza de signo positivo y admirable. Pero cuando le decimos a alguien, pongamos por caso, ³Ten cuidado con ese tipo, que es un vivo y te quiere engatusar², la viveza  a que nos referimos es de tipo negativo y hasta puede ser peligrosa.

En Venezuela se ha desarrollado toda una cultura de la viveza. Suele hablarse de la viveza criolla, expresión que no es exclusivamente venezolana, pues la hallamos también en Argentina: ³Viveza criolla. Astucia para obtener provecho sin efectuar mayores esfuerzos o a expensas de los demás². (Diccionario del español de Argentina. Gredos; Madrid; 2000). En otros países, como Puerto Rico, se emplea también el adjetivo vivo con una connotación parecida: ³Vivo: Travieso, marrullero² (Vocabulario de Puerto Rico. Arco/Libros. Madrid; 1999).

La viveza venezolana aparece definida en el Diccionario del habla actual de Venezuela, de Rocío Núñez y Francisco Javier Pérez, como ³Habilidad para aprovechar todas las situaciones y obtener beneficios y ventajas para sí, especialmente cuando es en detrimento de otros². Esta definición es buena, pero, como dije de la del DRAE, no da todo el sentido con que los venezolanos usamos el vocablo. Entre nosotros hay una viveza picaresca, que va desde una actitud meramente vivaz, vitalista,  propia de un individuo ingenioso, avispado,  vivaracho,  agudo, perspicaz, que actúa dentro de los límites de la honradez y la decencia, hasta la del que, sin transgredir los principios éticos, bordea peligrosamente los linderos de la indecencia, pero sin caer en ella propiamente, lo cual ya es de por sí señal de viveza. El símbolo y prototipo de este personaje es el que en nuestra tradición representa Tío Conejo, tanto en la versión folklórica de sus aventuras, como en la literaria, plasmada esta sobre todo en los cuentos de Antonio Arráiz que tienen como protagonista al popular personaje zoomórfico, que en realidad no es sino una ingeniosa manera de valerse de un animal  para plasmar el alma humana de cierto tipo de personas.

Pero al lado de esa viveza picaresca y, en esencia, sana, se da la otra, la viveza del inescrupuloso, generalmente farsante, porque pregona principios nobles y propósitos encomiables, para encubrir su oportunismo y su desmedido afán de beneficio personal, sin que para ello existan vallas morales ni principios éticos que respetar. Es el típico personaje que, puesto en trance de conseguir una posición en la que se le facilite el latrocinio, sobre todo dentro de la administración pública, dice con disimulado descaro: ³Yo no quiero que me den, sino que me pongan donde haiga².

La gama de personajes ­en realidad, personajillos­ que configuran esta imagen del vivo y de la viveza es muy amplia. Rómulo Gallegos, con gran sagacidad, resumió toda esa fauna en dos personajes de su novela Doña Bárbara, extremos de la gama: Ño Pernalete, el jefe civil, militarote de montonera, zamarro, semianalfabeto, vivo de nacimiento, enriquecido con bienes mal habidos a punta de vivezas, y el bachiller Mujiquita, frustrado estudiante de Derecho, que sólo sirve para secretario de jefatura, oportunista forzado por el hambre, la suya y la de su mujer e hijos, y cuya viveza no pasa del grado mínimo de la escala, que sólo le permite vivir al día. Pero entre ambos extremos hallamos la más variopinta muestra de vivos y de vivezas, pobladores del vasto mundo de la administración pública y de la empresa privada, ambos de larga tradición en la historia venezolana desde los tiempos de la independencia y la llamada Primera República, hasta nuestros días. Vivos y vivezas los hallamos en todas partes: en el gobierno y en la oposición; en la empresa privada; en los medios de comunicación; en la iglesia; en el deporte; en el medio universitario; entre los llamados intelectuales; entre los profesionales de todas las ramas; en finŠ De hecho, la historia venezolana, tanto en el ámbito de la política como en el de la actividad privada, ha sido la historia de los vivos y de la viveza,  a la vista de una vasta legión de pendejos ­como dijera alguna vez el Dr. Arturo Úslar  Pietri­ que forman el resto mayoritario de la población.

Hace muchos años el siempre bien recordado don Felipe Massiani, nuestro profesor en el viejo Instituto Pedagógico Nacional, escribió un delicioso tratado de la viveza criolla, titulado La viveza. Interpretación de una actitud colectiva. (Caracas, 1962)

El sustantivo viveza deriva del adjetivo vivo, y este de su equivalente latino vivus, ser viviente,  que tiene vida.
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