Faltando menos de dos meses
para las elecciones regionales, el panorama que ofrecen los
partidos políticos, bien sean estos viejos o nuevos, no
necesariamente se corresponde con las interrogantes y las
expectativas que ante la grave crisis de gobernabilidad, el
electorado en su totalidad se hace.
Básicamente lo que la
mayoría de los venezolanos desea es: educación, salud, empleo y
seguridad; en fin aspiraciones antiguas y a todas luces evidentes,
pero las organizaciones políticas, en su mayoría parecieran no
tomar en cuenta dichos deseos. Mientras, un presidente buen
comunicador y hábil vendedor de fórmulas vacías, ocupa el espacio
y de una manera poco gloriosa, lanza a realazo limpio las
misiones, que en el fondo están destinadas a valorizar la imagen
misma del presidente.
Dicho esto,
encontramos que los principales partidos políticos – de gobierno y
de oposición – se han convertido en organizaciones incapaces de
conformar una estructura socio-política, capaz de contener la
locura del populismo chavista.
El desolador
paisaje de las organizaciones políticas tradicionales.
AD y COPEI, siguen
inmersos en un irreversible estado de coma, una vida vegetal, a la
cual solo una eutanasia política le pondría fin.
El MAS, todavía tiene
abiertas las heridas, que cicatrizan con dificultad, producto del
harakiri político que para dicha organización constituyó apoyar a
Chávez en el 98. En la actualidad el MAS, ocupa amplios espacios –
no se sabe con cual fin - dentro del cascarón de lo que quedó de
la Coordinadora Democrática, espacios por cierto compartidos con
el partido Unión.
El MVR, si bien es un
partido joven, el mismo ha logrado aglutinar y absorber en muy
poco tiempo y de manera sorprendente, todos los vicios y mañas de
los partidos tradicionales.
De un salto de
talanquera de la disidencia chavista nació Solidaridad, grupo
político éste que estuvo a punto de equilibrar las fuerzas entre
gobierno y oposición dentro de la Asamblea.
Por su parte Proyecto
Venezuela, posee un candidato presidenciable, algo positivo, pero
insuficiente.
El PPT convertido en
partido de gobierno, con sus ministros y su presencia desde lo más
alto de PDVSA, lo convirtió igualmente en un partido clientelista,
inmerso en los más grandes escándalos de corrupción de la
Revolución bonita.
La oposición solo
produce partidos clase media.
Primero Justicia, si
bien nació de una costilla de COPEI, con el tiempo se ha
consolidado como una compacta y prometedora fuerza política; sin
embargo sus principales cuadros dirigentes lo conforman jóvenes
políticos, que paradójicamente guardan silencio en cuanto a temas
de vanguardia e ideas modernas (juventud, ecología, control de
natalidad, igualdad de sexos, globalización, terrorismo, libre
mercado, drogas, etc.) un toque de locura socio-político le
vendría muy bien a PJ.
Tras el fracaso
político que constituyó el paro petrolero, nace Gente del
Petróleo, una organización política, cuyo principal handicap, es
su conformación clasista y excluyente, lo cual no impidió que GdP
tuviera un importante peso dentro del cogollo de la CD.
Mas tarde surge
Súmate, como el primer partido político High-Tech. Muchas
computadoras, muchos sistemas, al tiempo que sus líderes esgrimen
sus respectivos Currículo Vitae, como una automática garantía de
buena gestión política. En fin, por muy embrionario o sifrino que
un partido sea, no sería mala idea que comenzaran a comunicar
cuales son sus ideas y pensamientos.
Súmate y GDP,
insistirán en que son solo unas organizaciones civiles, pero eso a
éstas alturas no se lo cree nadie.
El chavismo
promueve partidos armados y bolivarianos.
Del lado del
movimiento bolivariano-chavista, surgen igualmente organizaciones
políticas. Partidos que si bien lucen huérfanos de ideas, sin
embargo están muy bien equipados en armamento y en consecuencia su
propuesta es eminentemente violenta. Tal es el caso del partido
Unidad Popular Venezolana, que preside Lina Ron, un partido al
mejor estilo de otros que existen en Colombia, Palestina y el
Congo.
Igualmente surge el
Movimiento Cívico Militante, del militar golpista Yoel Acosta
Chirinos, un partido que se reivindica bolivariano, mas no
chavista.
Para ambos
movimientos la violencia siempre ha sido un medio banal a través
del cual expresan sus opiniones.
Al mismo tiempo, boom
petrolero y fraudulenta victoria electoral mediante, han hecho que
Hugo Chávez se vuelva repentinamente interesante, tanto para
banqueros como empresarios nacionales. Y previos acuerdos y
asociaciones económicas por delante, no tardarán en formarse los
verdaderos partidos políticos de la clase media chavista. Aquello
de la Clase Media en Positivo era una rochela.
¿Quedan espacios
intermedios?
Tras el desolador
paisaje de los partidos tradicionales, los principales medios de
comunicación pretendieron colonizar dicho territorio. En el 98 -
salvo contadas excepciones – los medios en su mayoría acompañaron
a Hugo Chávez, finalizada – como era de esperarse - de manera
abrupta y traumática la luna de miel, los principales medios se
autoerigieron en operadores políticos, al tiempo que les tocó
combatir con valentía los embates feroces de Frankestein en
Miraflores.
Y para distraer un
poco a la fiera, se focalizaron en otorgarle a los líderes de los
nacientes partidos de oposición clase media, una popularidad
forzada, por no decir ficticia. De esa manera, se descuidó y no se
le otorgó de forma equitativa una tribuna, a aquéllos espacios
intermedios, que por su fragilidad pasaron desapercibidos para las
mayorías. Me refiero a grupos como: Visión Emergente, Liderazgo y
Visión y Un Solo Pueblo, entre otros.
La principal tarea de
dichos grupos ha sido la de sacudirse de las pintorescas figuras
que parasitan la escena política nacional desde hace ya demasiado
tiempo; y así poder transmitir mejor y a un mayor numero de
personas sus ideas y planteamientos. De allí sobresalen jóvenes
personalidades como Cipriano Heredia y William Ojeda, éste último
para algunos representa una suerte de Toledito venezolano.
Así las cosas,
podemos concluir que sí existen espacios intermedios, pero para
que las mayorías volteen su mirada y fijen su interés hacia las
opciones emergentes, el raciocinio socio-político del país en su
totalidad tiene que volver a la normalidad.
Un primer paso, en
ese sentido sería que la dirigencia de oposición se percate que
Venezuela es mucho más grande que lo que la clase media
representa. Y por su parte, que el chavismo desde su seno deje de
producir organizaciones pseudopolíticas, con fines puramente
violentos, militaristas y bolivarianos.
