La
noticia referente a que la Unión Europea, finalmente no enviará
ningún observador europeo al Referendo, del próximo 15 de agosto,
no fue recibida con agrado en Venezuela, en particular por quienes
se oponen al régimen de Hugo Chávez.
En concreto la
Comisión Europea, a través de un portavoz, anunció que existen
“problemas técnicos” para el despliegue de la misión. Una decisión
comunicada y confirmada por los 25 países miembros; y a dicho
comunicado se adhirió igualmente el Parlamento Europeo.
Ante la sostenida
crisis de gobernabilidad que atraviesa Venezuela, y el hecho que a
pesar de todas las trabas las partes en conflicto se hayan puesto
de acuerdo para la celebración de un Referendo Revocatorio
presidencial, es un gesto de voluntad y convicción democrática que
no merece solo la observación, sino hasta la admiración y respeto
por parte de la UE.
Es cierto, que las
incongruencias y los retardos, del propio CNE contribuyeron en
parte a que técnicamente la UE no pudiera desplegar a tiempo una
misión de observadores para el evento del venidero 15 de agosto.
Pero también existen otras razones, de diversa índole.
Principalmente, los
hechos parecen demostrar que la UE no tuvo por iniciativa propia,
o no consideró necesario la creación de un comité serio y objetivo
de seguimiento de la crisis venezolana. Así como también, no es
menos cierto que la noticia de que la UE no enviará observadores
al Referendo, confirma el hecho que la oposición venezolana no
hizo lobby en Bruselas.
Así mismo, debemos
considerar las razones propias de la UE para no asistir, ni
acompañar a los venezolanos en un acto tan trascendental.
La UE en esencia, es
un amplio espacio territorial, compuesto hoy por 25 naciones, a
través de las cuales circulan libremente personas y bienes.
Algunos de sus críticos, consideran a la UE como una organización
internacional mas, huérfana de una Constitución lisible y que se
encuentra aún lejos de conformar una comunidad política.
Entre las
deficiencias de la UE destaca, la ausencia de una política
extranjera común. En ese tema se está trabajando y la futura
Constitución Europea (Capítulo II – De la política extranjera y la
seguridad común) buscaría realizar el milagro de poner de acuerdo
a los ingleses pro americanos, a los franceses unilateralistas, a
los alemanes neopacifistas y otras naciones neutrales de la Unión.
Pero la finalidad, de crear la figura de un Ministro Europeo de
Exteriores, no es otra que construir un pensamiento europeo, que
imponga un reflejo europeo, que permitiría a la UE actuar sobre la
escena mundial; algo que en la actualidad no es el caso, y el
asunto Venezuela es solo una ilustración de dicha carencia.
Así las cosas, entre
el saboteo del CNE, las carencias en metálico – mas no en ideas y
en gente capacitada – que padece la comisión de política exterior
de la Coordinadora Democrática y las deficiencias que en materia
de política exterior aquejan a la UE; estarían las razones por las
cuales los observadores de la UE se estarían privando de asistir a
un evento cuyas connotaciones constitucionales y democráticas,
puede que terminen haciendo historia en el mundo democrático.