La TV se vuelve picaresca
por Roberto Palmitesta

Sex and the city, Coupling y Manchild, comedias picantes y eróticas para la televisión, están llevando a niveles insospechados de atrevimiento la temática y el lenguaje en la pantalla chica.

En los últimos años nos ha llegado por la televisión satelital algunas series cómicas con chistes bien subidos de tono y situaciones sexuales que harían ruborizar a muchos guionistas latinos. Nos referimos a series como Sex and the City, Coupling y Manchild, que están atrayendo cada vez más público en canales como Cosmopolitan, The Film Zone, Eurochannel y Sony, mientras se convierten en la referencia a superar en los audaces ‘sitcoms de censura R’ que se anticipan en el futuro, los cuales tratarán de disfrutar la misma libertad artística del medio cinematográfico, donde casi todo está permitido.

En los años 80 y 90 vimos series televisivas como Friends y Seinfeld, que estiraron bastante lo permisible en materia argumental, pues trataban temas muy atrevidos para su época. Y aunque carecieron de escenas abiertamente eróticas, su lenguaje y tramas mostraban sociedades muy liberales, acorde con el cambio gradual en costumbres sociales iniciada con la revolución sexual de la posguerra.

Friends, en especial, fue la referencia obligada y el ejemplo a seguir, especialmente en vista de su alto rating, que la convirtieron en la serie más solicitada en todos los países que programan enlatados o donde existe ahora la televisión satelital. El formato argumental de seis amigos de mente abierta –tres hombres y tres mujeres rondando los 30 años- que experimentan con enredos sentimentales y relaciones sexuales, era algo atrevido cuando se inició en 1994, pero está finalizando su décima temporada y parece bastante puritana si se compara con sus modernas imitaciones. Ya que sus intérpretes se cansaron, aunque se hayan enriquecido descaradamente, cobrando un millón por episodio- y desean dedicarse a otros proyectos, pero la popularidad del programa ayudó a crear dos nuevas series: Joey, que saldrá al aire en 2004 (con uno de los personajes de Friends que permanece con su mismo nombre), y ahora Coupling (o ‘apareándose’, en español) que imita el sexteto de Friends pero se ambienta en la Londres de hoy. Esta última serie, producida por la BBC y de gran éxito en el Reino Unido, tuvo que ser reeditada hace poco en EE.UU. con una producción adaptada a los gustos norteamericanos, y así nació Coupling-US, con el mismo ambiente neoyorquino de Friends. La versión "americana", que ya se transmite por el canal Sony, ha logrado una sintonía apreciable al poco tiempo de estrenarse en toda Latinoamérica, signo de que la audiencia adulta está ávida de programas similares.

Creando series para adultos

Explotando la veta de comedias con temas picantes, otros canales se lanzaron a terrenos aún más arriesgados, con Sex and the City en EE.UU. y Manchild en el Reino Unido, esta última con un título compuesto que sugiere ‘hombre infantil’. La primera ya va por su quinta temporada, aún después de que la HBO recibió protestas de grupos moralistas norteamericanos, e incluso algunas estaciones regionales del norte no quisieron transmitirla. Algo similar pasó con Coupling-US, aunque la versión británica ya se transmitía por cable desde hace años. Por su parte, Manchild , la última en llegar a la contienda por el rating, es casi una versión masculina de Sex and the city, arrasando en el Reino Unido e Irlanda y retransmitiéndose por BBC-America en el norte y por Eurochannel en Latinoamérica.

Al poco tiempo, Manchild -estrenada en 2002- ha calado tan bien en Norteamérica, que ya los yanquis han anunciado una versión más localista –como sucedió con Coupling-, con actores locales y diálogos en perfecto inglés americano, ya que el slang britanico y sus chistes son a veces incomprensibles para los estadounidenses. Esto es verdad incluso para el público cautivo en Latinoamérica, que prefiere ver estas series cómicas en el idioma original -en lugar de doblajes mal traducidos al español- para no perderse el espíritu de los chistes.

La hora de los temas picarescos

Tanto en Sex and the City como Manchild se prueba un concepto ligeramente distinto al del grupo mixto de Coupling, colocando en la primera a cuatro amigas liberadas en la gran manzana, y en la segunda a cuatro amigos maduros en el sofisticado ambiente londinense de hoy. En ambos casos se trata de yuppies sin problemas económicos, con carreras exitosas y sin prejuicios sexuales, que ceden a las tentaciones de sus ambientes cosmopolitas. Sin embargo hay una diferencia notable en las edades, pues mientras en Sex and the City son mujeres en los 30-pisando-los-40 años (típicas ‘chicas Cosmo’), en Manchild se trata de cuarentones-pisando-los-50 años, típicos lectores de Playboy que ansían seguir disfrutando libremente del sexo. En sus momentos más serios, los cuatro personajes lucen casi patéticos mientras actúan sus fantasías y aventuras sentimentales, en aras de prolongar su juventud perdida o tratando de encontrar la pareja perfecta.

Por su parte, Sex and the City se basa en las columnas de una periodista neoyorquina, que escribe crónicas sobre la vida urbana desde una óptica de la mujer moderna y liberada, personificada en la serie por Sarah Jessica Parker, una actriz bastante apropiada en vista de que en el pasado ha hecho roles de mujeres con mentalidad liberal. (Se la recordará en el filme Luna de miel en Las Vegas donde ella es ‘prestada’ a un hombre rico por un millón de dólares). Pero la más llamativa de las cuatro amigas es una ninfómana (Kim Catrell) que desea probar de todo y rápido, antes que la edad no se lo permita. Así, incluso se empata por unas semanas con una lesbiana madura, interpretada por otra actriz muy liberada, la brasileña Sonia Braga. Las otras dos amigas son más recatadas, e incluso una de ellas cría solita a un bebé surgido de una relación fallida. En sus momentos más serios, la serie podría clasificarse como una ‘dramedia’ -más que un sitcom clásico para hacer reír- cuando las protagonistas dilucidan sus relaciones afectivas, provocando algunas reflexiones interesantes sobre la soledad y el amor.

Lo mismo sucede con Manchild, aunque con un humor un poco más refinado y sarcástico, a la usanza británica, con un personaje central –un divorciado promiscuo, interpretado por Nigel Havers- que funge de relator sarcástico entre secuencias. Los cuatro amigos, en ambas series, discuten en sus reuniones periódicas toda clase de temas, como las erecciones masculinas, el tamaño del pene, las posiciones coitales, la eyaculación precoz, los tríos sexuales, las bondades del lesbianismo, las drogas blandas, el intercambio de pareja, el orgasmo femenino y, obviamente, el sexo oral (que ya se muestra discretamente, aún en la tv).

Todos los diálogos discurren en ambientes públicos, como un café para las damas neoyorquinas y una sauna de gimnasio para los caballeros londinenses, conversando sin rubor como si estuvieran en baños colegiales. Pero aunque Sex and the city cuenta sólo con amigas de raza blanca (‘caucasian’, prefieren decir allá), Manchild pretende ser aún más liberal, al incluir a un ‘negro britanizado’ en el cuarteto, pero quien sufre igualmente los mismos complejos infantiles e inquietudes existenciales de sus amigos.

Influencia en el área latina

Evidentemente, las series mencionadas apuntan al televidente ‘anglo’ sofisticado que busca divertirse con argumentos adultos, sin llegar a lo vulgar o lo pornográfico. Gracias a los buenos guionistas y talentosos actores con que cuentan, dichos programas se destacan entre el cúmulo de sitcoms en la tv satelital y son incluso seriamente consideradas a la hora de los premios anuales, pues Friends y Sex and the City han ganado varios Emmys y otros galardones del mundo televisivo. Su éxito se ha envidiado en otros ámbitos geográficos, y ya las series dirigidas al público hispano (hechas en Florida, California y NY) están tratando de imitarlas, mientras en México, España y Argentina están subiendo de tono el lenguaje de sus propias comedias televisivas. Hasta las telenovelas filmadas en países latinos –incluyendo Venezuela- y los programas de participación juvenil están sintiendo la influencia de estas series atrevidas, pues sus tramas incluyen situaciones y comentarios siempre más risqué en el plano sexual.

En fin, esta fiebre mundial de ‘series televisivas para adultos’ es producto de la globalización cultural que viene sucediendo gradualmente en el planeta, motorizado por el auge en las comunicaciones vía satélite y que responde al visible dominio anglosajón en el campo del entretenimiento audiovisual. Se trata de un fenómeno sociológico inevitable de los tiempos que corren, ante el cual las culturas latinas se sienten tan vulnerables que tendrán que esforzarse para evitar una indeseable transculturización y así conservar ciertas valiosas tradiciones locales, para no homologarse demasiado con la ultra-liberal cultura anglosajona. rpalmi@yahoo.com