Sex
and the city, Coupling y Manchild, comedias picantes y eróticas para la
televisión, están llevando a niveles insospechados de atrevimiento la
temática y el lenguaje en la pantalla chica.
En los
últimos años nos ha llegado por la televisión satelital algunas series
cómicas con chistes bien subidos de tono y situaciones sexuales que harían
ruborizar a muchos guionistas latinos. Nos referimos a series como Sex and the
City, Coupling y Manchild, que están atrayendo cada vez más público en
canales como Cosmopolitan, The Film Zone, Eurochannel y Sony, mientras se
convierten en la referencia a superar en los audaces ‘sitcoms de censura R’
que se anticipan en el futuro, los cuales tratarán de disfrutar la misma
libertad artística del medio cinematográfico, donde casi todo está permitido.
En los
años 80 y 90 vimos series televisivas como Friends y Seinfeld, que estiraron
bastante lo permisible en materia argumental, pues trataban temas muy atrevidos
para su época. Y aunque carecieron de escenas abiertamente eróticas, su
lenguaje y tramas mostraban sociedades muy liberales, acorde con el cambio
gradual en costumbres sociales iniciada con la revolución sexual de la
posguerra.
Friends, en
especial, fue la referencia obligada y el ejemplo a seguir, especialmente en
vista de su alto rating, que la
convirtieron en la serie más solicitada en todos los países que programan
enlatados o donde existe ahora la televisión satelital. El formato argumental
de seis amigos de mente abierta –tres hombres y tres mujeres rondando los 30
años- que experimentan con enredos sentimentales y relaciones sexuales, era
algo atrevido cuando se inició en 1994, pero está finalizando su décima
temporada y parece bastante puritana si se compara con sus modernas imitaciones.
Ya que sus intérpretes se cansaron, aunque se hayan enriquecido descaradamente,
cobrando un millón por episodio- y desean dedicarse a otros proyectos, pero la
popularidad del programa ayudó a crear dos nuevas series: Joey, que saldrá al
aire en 2004 (con uno de los personajes de Friends que permanece con su mismo
nombre), y ahora Coupling (o ‘apareándose’, en español) que imita el
sexteto de Friends pero se ambienta en la Londres de hoy. Esta última serie,
producida por la BBC y de gran éxito en el Reino Unido, tuvo que ser reeditada
hace poco en EE.UU. con una producción adaptada a los gustos norteamericanos, y
así nació Coupling-US, con el mismo ambiente neoyorquino de Friends. La
versión "americana", que ya se transmite por el canal Sony, ha
logrado una sintonía apreciable al poco tiempo de estrenarse en toda
Latinoamérica, signo de que la audiencia adulta está ávida de programas
similares.
Creando
series para adultos
Explotando
la veta de comedias con temas picantes, otros canales se lanzaron a terrenos
aún más arriesgados, con Sex and the City en EE.UU. y Manchild en el Reino
Unido, esta última con un título compuesto que sugiere ‘hombre infantil’.
La primera ya va por su quinta temporada, aún después de que la HBO recibió
protestas de grupos moralistas norteamericanos, e incluso algunas estaciones
regionales del norte no quisieron transmitirla. Algo similar pasó con
Coupling-US, aunque la versión británica ya se transmitía por cable desde
hace años. Por su parte, Manchild , la última en llegar a la contienda por el
rating, es casi una versión masculina de Sex and the city, arrasando en el
Reino Unido e Irlanda y retransmitiéndose por BBC-America en el norte y por
Eurochannel en Latinoamérica.
Al
poco tiempo, Manchild -estrenada en 2002- ha calado tan bien en Norteamérica,
que ya los yanquis han anunciado una versión más localista –como sucedió
con Coupling-, con actores locales y diálogos en perfecto inglés americano, ya
que el slang britanico y sus chistes son a veces incomprensibles para los
estadounidenses. Esto es verdad incluso para el público cautivo en
Latinoamérica, que prefiere ver estas series cómicas en el idioma original -en
lugar de doblajes mal traducidos al español- para no perderse el espíritu de
los chistes.
La hora
de los temas picarescos
Tanto en
Sex and the City como Manchild se prueba un concepto ligeramente distinto al del
grupo mixto de Coupling, colocando en la primera a cuatro amigas liberadas en la
gran manzana, y en la segunda a cuatro amigos maduros en el sofisticado ambiente
londinense de hoy. En ambos casos se trata de yuppies sin problemas económicos,
con carreras exitosas y sin prejuicios sexuales, que ceden a las tentaciones de
sus ambientes cosmopolitas. Sin embargo hay una diferencia notable en las
edades, pues mientras en Sex and the City son mujeres en los 30-pisando-los-40
años (típicas ‘chicas Cosmo’), en Manchild se trata de
cuarentones-pisando-los-50 años, típicos lectores de Playboy que ansían
seguir disfrutando libremente del sexo. En sus momentos más serios, los cuatro
personajes lucen casi patéticos mientras actúan sus fantasías y aventuras
sentimentales, en aras de prolongar su juventud perdida o tratando de encontrar
la pareja perfecta.
Por su
parte, Sex and the City se basa en las columnas de una periodista neoyorquina,
que escribe crónicas sobre la vida urbana desde una óptica de la mujer moderna
y liberada, personificada en la serie por Sarah Jessica Parker, una actriz
bastante apropiada en vista de que en el pasado ha hecho roles de mujeres con
mentalidad liberal. (Se la recordará en el filme Luna de miel en Las Vegas
donde ella es ‘prestada’ a un hombre rico por un millón de dólares). Pero
la más llamativa de las cuatro amigas es una ninfómana (Kim Catrell) que desea
probar de todo y rápido, antes que la edad no se lo permita. Así, incluso se
empata por unas semanas con una lesbiana madura, interpretada por otra actriz
muy liberada, la brasileña Sonia Braga. Las otras dos amigas son más
recatadas, e incluso una de ellas cría solita a un bebé surgido de una
relación fallida. En sus momentos más serios, la serie podría clasificarse
como una ‘dramedia’ -más que un sitcom clásico para hacer reír- cuando
las protagonistas dilucidan sus relaciones afectivas, provocando algunas
reflexiones interesantes sobre la soledad y el amor.
Lo mismo
sucede con Manchild, aunque con un humor un poco más refinado y sarcástico, a
la usanza británica, con un personaje central –un divorciado promiscuo,
interpretado por Nigel Havers- que funge de relator sarcástico entre
secuencias. Los cuatro amigos, en ambas series, discuten en sus reuniones
periódicas toda clase de temas, como las erecciones masculinas, el tamaño del
pene, las posiciones coitales, la eyaculación precoz, los tríos sexuales, las
bondades del lesbianismo, las drogas blandas, el intercambio de pareja, el
orgasmo femenino y, obviamente, el sexo oral (que ya se muestra discretamente,
aún en la tv).
Todos los
diálogos discurren en ambientes públicos, como un café para las damas
neoyorquinas y una sauna de gimnasio para los caballeros londinenses,
conversando sin rubor como si estuvieran en baños colegiales. Pero aunque Sex
and the city cuenta sólo con amigas de raza blanca (‘caucasian’, prefieren
decir allá), Manchild pretende ser aún más liberal, al incluir a un ‘negro
britanizado’ en el cuarteto, pero quien sufre igualmente los mismos complejos
infantiles e inquietudes existenciales de sus amigos.
Influencia
en el área latina
Evidentemente,
las series mencionadas apuntan al televidente ‘anglo’ sofisticado que busca
divertirse con argumentos adultos, sin llegar a lo vulgar o lo pornográfico.
Gracias a los buenos guionistas y talentosos actores con que cuentan, dichos
programas se destacan entre el cúmulo de sitcoms en la tv satelital y son
incluso seriamente consideradas a la hora de los premios anuales, pues Friends y
Sex and the City han ganado varios Emmys y otros galardones del mundo
televisivo. Su éxito se ha envidiado en otros ámbitos geográficos, y ya las
series dirigidas al público hispano (hechas en Florida, California y NY) están
tratando de imitarlas, mientras en México, España y Argentina están subiendo
de tono el lenguaje de sus propias comedias televisivas. Hasta las telenovelas
filmadas en países latinos –incluyendo Venezuela- y los programas de
participación juvenil están sintiendo la influencia de estas series atrevidas,
pues sus tramas incluyen situaciones y comentarios siempre más risqué en el
plano sexual.
En fin,
esta fiebre mundial de ‘series televisivas para adultos’ es producto de la
globalización cultural que viene sucediendo gradualmente en el planeta,
motorizado por el auge en las comunicaciones vía satélite y que responde al
visible dominio anglosajón en el campo del entretenimiento audiovisual. Se
trata de un fenómeno sociológico inevitable de los tiempos que corren, ante el
cual las culturas latinas se sienten tan vulnerables que tendrán que esforzarse
para evitar una indeseable transculturización y así conservar ciertas valiosas
tradiciones locales, para no homologarse demasiado con la ultra-liberal cultura
anglosajona.
rpalmi@yahoo.com
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