Lo
que ha estado ocurriendo ésta semana en el TSJ, constituye sin duda una nueva
emboscada - como si hiciera falta - a la legalidad y respeto por el marco
Constitucional; y peor aún, porque la zancadilla en cuestión es interna, la
sedicia viene de adentro mismo del TSJ, una Sala que insurge en contra de otra,
en la ocasión la Sala Constitucional que atenta contra la Sala Electoral.
Visto lo que ha
hecho éste régimen con el resto de las Instituciones democráticas; cabría
entonces preguntarse - con retraso - si ya en Venezuela podemos hablar del
ground zero institucional.
Así las cosas, en
ésta última semana aproximadamente una docena de acciones de nulidad fueron
introducidas en la Sala Electoral del TSJ, todas por vía contenciosa electoral,
contra la decisión que dictara el CNE mediante la cual dicho organismo acordaba
pasar a reparo las llamadas planillas planas.
¡Molleja de
osadía! la de estos accionantes, diría Carrasquero; una actitud enmarcada dentro
de un cuadro pillodepresivo diría Jorge Rodríguez; se van a caer de un coco
piensa Battistini sin romper su silencio de compinche.
Sin embargo, mis
fuentes me dicen que las acciones de nulidad, estaban muy bien encaminadas y que
dentro de la Sala Electoral, todo parecía indicar que no les iba a temblar el
pulso para acordar una medida cautelar, la cual traería como resultado, la
suspensión de la decisión tomada por el CNE y en consecuencia habría entonces
que convocar a los venezolanos a Referéndum Revocatorio.
Pero nada ni nadie
– así sea una sala del TSJ - que sobre el territorio venezolano esté bien
encaminado, puede seguir su rumbo, sin toparse con la alcabala de la
todopoderosa, autoritaria y destructiva revolución bolivariana. En consecuencia,
desde Miraflores se le ordenó con carácter de urgencia, a la Sala Constitucional
del TSJ un avocamiento; figura ésta novedosa en nuestra carta magna, tan magna
que permite que la Sala Constitucional se avoque, recabe, pida, absorba o
atraiga cualquier acción que se esté llevando adelante en cualquier Tribunal de
la República, y que conozca o trate lo referente a infracciones
constitucionales.
Y al parecer, como
sucede con todo lo que viene o se ordena desde Miraflores, la Sala
Constitucional la admitió e inmediatamente acordó la
paralización de cualquier acción contra el CNE, y pidió que dichas acciones le
fueran remitidas. Pero en ésta ocasión, quien conocía de la acción contra el
CNE, no era cualquier Tribunal, sino nada más y nada menos que la Sala Electoral
del TSJ, Sala que desde ahora, con el golpe que recibió, quedó desprovista de su
potestad – igualmente Constitucional – y en consecuencia no podrá dictar
decisión alguna.
Hasta aquí, amigos
lectores, ustedes dirán que entonces desde adentro mismo del TSJ se está armando
el mismo alboroto, bochinche y abuso, contra la Constitución que armaran
Carrasquero y su banda en el CNE, y todo muy bien orquestado y sin duda dirigido
a cumplir con los designios supremos de Miraflores. Pues bien, me dicen mis
fuentes, que al momento de avocarse la Sala Constitucional, ésta titubeó por
cuanto existen montañas de Jurisprudencia dictadas previamente por la propia
Sala Constitucional, a través de las cuales se establece de manera reiterada que
nunca una Sala del TSJ puede avocarse al conocimiento de otro expediente que se
encuentre dentro del mismo TSJ, es decir en otra Sala.
Ustedes recordaran
cuando hace algunas semanas un presidente Chávez desesperado decía que si la
decisión del CNE no le favorecía él iría al TSJ a apelar y así obtener justicia;
bueno pues, pareciera que apelar ante el TSJ es un derecho solo reservado para
el presidente.
Visto que a la
oposición le está prohibido ir al TSJ, a ejercer sus derechos Constitucionales,
¿entonces en que quedamos? En el CNE a quienes le hacen oposición a Chávez los
atracan y en la Sala Constitucional del TSJ los rematan, lo que al primero se le
pasa el segundo lo repasa.
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