Lo
que al comienzo pareció un incidente entre Colombia y
Ecuador, grave, sí, pero manejable en el marco de los
organismos interamericanos, ha adquirido un matiz
extremadamente preocupante a raíz de las revelaciones del
jefe de la Policía Nacional colombiana porque, de ser
ciertos los documentos mostrados, involucrarían tanto a
nuestro gobierno como al ecuatoriano en una relación
absolutamente non sancta con las Farc. Por lo pronto, ya el
gobierno ecuatoriano ha reconocido que la reunión entre uno
de sus ministros y Reyes tuvo lugar, lo cual hace pensar que
no se trata de un montaje del gobierno colombiano. Dada la
gravedad de la situación, hay que actuar con suma prudencia
y esto se le debe exigir, en primer lugar, al propio Chávez,
cuyos desafueros verbales, si bien hasta ahora no han sido
respondidos por el gobierno vecino, en este momento estarían
totalmente fuera de lugar y complicarían aún más lo que ya
está bien complicado y peligroso.
Este lío tiene muchos bemoles. Es cierto que las tropas
colombianas, al irrumpir en territorio ecuatoriano,
vulneraron, a la luz del derecho internacional, la soberanía
de aquel país. También es cierto que Uribe no le dijo la
verdad a Correa al describir la operación militar efectuada.
Al parecer, sus militares le dieron una información sesgada
de lo ocurrido. En este sentido, el reclamo del Presidente
ecuatoriano tiene pertinencia. Pero la cosa es más compleja
de lo que indica una consideración abstracta de derecho
internacional. En numerosas ocasiones, el gobierno
colombiano se había quejado ante su homólogo del sur de la
presencia de las Farc en Ecuador, sin que aquel hubiera
tomado ninguna iniciativa para impedirlo. Esa presencia era
tan cómoda e impune que 'Reyes' y su grupo fueron
sorprendidos durmiendo ¡en piyamas!
¿Dónde
se ha visto guerrillero durmiendo empiyamado? Esto habla de
un sentimiento de seguridad total: "aquí no van a venir a
buscarnos". Todo indica que se trataba de un campamento
relativamente estable y permanente, sólo posible en
territorio 'liberado' o protegido por la
extraterritorialidad. Tan protegido que el señor 'Reyes'
podía entrevistarse con un ministro ecuatoriano.
Pues
bien, según el derecho internacional, Ecuador tiene razón,
pero ateniéndonos al mismo derecho, ¿cuáles son las
obligaciones de un país que es utilizado por fuerzas
irregulares de otro como 'santuario'? ¿No hay nada previsto
a este respecto? Si no lo hay, algo habrá que hacer, pues no
se puede pedir a un país que confronta una guerra interna
que acepte indefinidamente que las fuerzas irregulares con
las que pelea encuentren 'guarimba' en un país vecino
mientras las del Estado no pueden violar la frontera. Este
asunto compete en demasía al país que sirve de 'santuario'.
Ahora la cosa se complica más con los documentos mostrados
por el gobierno colombiano, que, de ser ciertos (uno de
ellos fue confirmado por el gobierno de Ecuador), involucran
a altos funcionarios ecuatorianos y venezolanos con las Farc.
Si se verifica la legitimidad de esos documentos, nuestro
gobierno está en un lío de marca mayor, pues no hay sustento
legal alguno para las conexiones de que lo acusarían los
documentos de 'Reyes'. Es muy posible que esto explique la
actitud de Chávez, que ayer consideramos un mero aguaje para
la galería interna. Tal vez intuía lo que podía venir y picó
adelante, creando una tensión artificial con Colombia para
echar un velo sobre las revelaciones que sospechaba podían
surgir de la computadora de 'Reyes'; entre otras, que
pudiera ser cierto que el comandante Iván Márquez, otro
miembro del secretariado de las Farc, entra y sale de
Venezuela como Pedro por su casa. Si la cosa fuere cierta,
lo que más conviene al país es que Chávez le ponga sordina a
su lengua y se apele a la acción rápida de la OEA y de otros
gobiernos que podrían actuar para impedir que la sangre
llegue al río (en sentido absolutamente literal).
En todo caso, aquí no queda más remedio que la acción pronta
y decisiva de los organismos interamericanos.
* |
Artículo
publicado originalmente en el diario El Tiempo |