Russián
anuncia más inhabilitaciones.
Seguramente tendrán la misma distribución política de las ya
incluidas en la lista que lleva su nombre. Más del 80% de
los inhabilitados no pertenecen al mundo del oficialismo.
¡Qué coincidencia! Un gobierno que tiene a su gente en todos
los niveles de la administración pública, que gerencia (es
una manera de hablar) 27 ministerios y cualquier cantidad de
institutos autónomos, que tiene en un puño al Parlamento, al
Poder Judicial, a la Fiscalía, a la Defensoría del Pueblo y,
por supuesto, a la Contraloría; que controla 21 de 23
gobernaciones y a la Alcaldía Metropolitana de Caracas y
casi 300 de 335 alcaldías, así como todos los concejos
municipales, sólo "pone" menos del 20% de inhabilitados. La
oposición, que tiene en sus manos sólo 2 de 23
gobernaciones, unas treinta alcaldías, y está fuera de todos
los poderes públicos, suministra más del 80% de los
inhabilitados. Y después, ese infeliz muñeco de ventrílocuo
que ejerce la Contraloría sostiene impertérritamente que su
gestión es imparcial y no tiene sesgo político.
¿Cómo explica Russián esta aberrante correlación existente
en la Lista que lo ha hecho tan tristemente célebre? Mas,
vayamos al fondo del asunto. Es absolutamente imposible, si
nos atenemos a la Constitución, que un ciudadano pueda ser
sancionado, así sea administrativamente, sin debido proceso
ni sentencia judicial. Cuando el contralor "inhabilita",
basándose en la Ley de Contraloría (más allá de que tal
decisión sólo atañe a funcionarios públicos designados y no
a los elegidos), toma una medida cautelar porque, presumida
como es la inocencia en la legislación venezolana y en la
propia Constitución (Artículo 49, numeral 2: "Toda persona
se presume inocente mientras no se pruebe lo contrario"),
sólo un juez podrá decidir si el "inhabilitado" es realmente
culpable del delito o la irregularidad que motiva la
inhabilitación. Si la sentencia fuere condenatoria y,
además, ratificada en las instancias superiores, entonces y
sólo entonces el ciudadano perdería sus derechos políticos.
El artículo 65 de la Constitución es muy claro al respecto.
La inhabilitación, pues, configura una aberración jurídica
realmente kafkiana. Una persona, cuya culpabilidad no ha
sido demostrada mediante debido proceso y, por tanto, no ha
sido condenada a ninguna pena pierde un derecho político
esencial, como es el de ser elegida, por simple decisión
administrativa. Esto es tanto o más grave que la Ley Sapo.
Chávez debería pasearse por la tremenda raya internacional
que está significando para su gobierno este hecho. Él sólo
lee los boletines de prensa extranjera que le presenta
Izarrita.
Mande a sondear por su cuenta opiniones políticas en otros
países para que conozca realmente cómo se ve esto de la
Lista Russián.
* |
Artículo
publicado originalmente en el vespertino
Tal Cual |