Más allá de toda culpa
por Eli Bravo
viernes, 14 mayo 2004

      En la impunidad crece la enredadera venenosa de la violencia, y cuando es abonada por la arbitrariedad y los intereses, sus flores desprenden un aroma hipnótico que entumece los sentidos, o mucho peor, la conciencia. Entonces no hay leyes sino argumentos para ejercer el poder, en lugar de la transparencia aparece la turbiedad y finalmente una sola cosa resulta cierta: en la incertidumbre no hay responsabilidad posible.

            El más reciente informe de Amnistía Internacional sobre Venezuela arroja luz sobre los oscuros hechos de febrero y marzo de 2004, donde 14 personas murieron y al menos 500 resultaron heridas. Allí se recomienda al gobierno y oposición respetar el estado de derecho como única vía para romper el ciclo de violencia, pero sobre todo, reforzar las instituciones para que cumplan su verdadera función de investigación y asignación de responsabilidades. El asunto no es nuevo, pues como dice el informe "muchos de los puntos débiles de la seguridad, la policía y las instituciones judiciales son anteriores a este gobierno y a la actual crisis. Sin embargo, su falta de imparcialidad amenaza con reforzar la cultura de impunidad que durante muchos años ha sido concomitante a la situación de abusos contra los derechos humanos en Venezuela". El texto muy bien documentado e imparcial pueden leerlo en www.amnesty.org

            Hace una semana el columnista Anthony Lewis publicó en el International Herald Tribune un artículo titulado Un presidente más allá de la ley establece un mal ejemplo. Buscando respuestas a los abusos de prisioneros iraquíes por parte de soldados estadounidenses en la cárcel de Abu Gahrib, Lewis escribe "una y otra vez, en los últimos años, el presidente George W. Bush ha dejado en claro su visión de que la ley debe plegarse a lo que él considera necesario" y más adelante cita al magistrado Louis Brandseis quien escribió hace 75 años "nuestro gobierno es el maestro poderoso y omnipotente. Para bien o para mal enseña a la gente con su ejemplo. El crimen es contagioso. Si el gobierno quiebra la ley, alimenta el desprecio por la ley, invitando a cada hombre a convertirse en una ley en si mismo".

            ¿Cuál ha sido el ejemplo del gobierno en Venezuela? Que la ley existe para esconder, perseguir y aletargar. Al propiciar la impunidad, aplastar la imparcialidad y sedar las investigaciones, su mensaje esta claro: el fin justifica los medios. Pero además envía otro recado a sus seguidores, y más peligrosamente a los cuerpos de seguridad: sus actuaciones no tendrán responsabilidades inmediatas pues los ampara el interés nacional y revolucionario.

Uno de los motivos de mayor celebración cuando se aprobó la Constitución de 1999 fue la relevancia que daba a los derechos humanos, civiles y políticos. Con el devenir de los hechos, las instituciones encargadas de la defensa de esos derechos se convirtieron en actores de la crisis y ahora tenemos una letra muerta que el poder es capaz de revivir según sus necesidades. Un zombie que baila al ritmo que le toquen.

Mientras los sectores radicales aprovechan la espiral del conflicto y crece la desconfianza entre los ciudadanos, el gobierno refuerza sus posiciones y actúa con mentalidad militar. Confundir resulta una estrategia y extender las sombras se convierte en una artimaña. En la ruta del referéndum revocatorio, la negociación y el diálogo pacífico, la falta de voluntad (y honestidad) de las partes para asumir sus errores y reconocer sus excesos sigue llenando de piedras el camino a un objetivo común. Así va creciendo la enredadera y se enraíza la impunidad, mientras la vista gorda de las autoridades ceba las flores carnívoras de la violencia.  Imprima el artículo Subir Página