En los días que restan antes de la celebración de las
elecciones primarias, los ataques arreciarán por parte del
Gobierno y los enemigos circunstanciales de este proceso
singular, inédito y extraordinario en Venezuela y en América
Latina. El régimen se valdrá de encuestadores con cierto
reconocimiento y fama de serios, de antiguos -muy antiguos-
periodistas, y de encumbrados dirigentes del PSUV, para
restarles brillo a los comicios de la oposición democrática.
El propio caudillo aplicará la fuerza de un ariete medieval
para intentar pulverizar el proceso.
Algunos encuestadores andan diciendo en Venezolana de
Televisión y a través de cuanto micrófono o cámara les ponen
por delante, que Hugo Chávez es imbatible en las elecciones
del 7 de octubre, y que su popularidad reside en su
“humildad”. Imagínense, ¡en su humildad! Un narciso cuya
megalomanía es más grande que una catedral, que no para de
hablar de sí mismo, que encadena al país durante casi diez
horas para hablar de su pasado y de la historia de sus
antecesores. En una coyuntura en la cual lo apropiado
consiste en medir el impacto de la jornada opositora y las
consecuencias del triunfo de cualquiera de los cinco
participantes en el torneo, los encuestadores camaleónicos
deciden tratar de opacar el evento mediante subterfugios
dignos de Tartufo.
Varios periodistas utilizan su pluma para demonizar la
alianza entre Henrique Capriles y Leopoldo López, como si
esta coalición fuese contranatura. Como si no fuera
absolutamente normal que en procesos electorales se
produzcan coaliciones entre factores y fuerzas cercanas.
Convierten al actual gobernador de Miranda en el candidato
de la Polar y sueltan al aire otras sandeces similares.
El
Presidente de la República y sus subalternos tratan por
todos los medios de minimizar el impacto del capítulo que se
escribirá el 12 de febrero. Lo ridiculizan. Llaman a los
candidatos los “majunches”. Pretenden empequeñecerlo
mediante la exaltación ad nauseam del 4 de febrero.
Sobrevuelan Caracas con aviones y helicópteros con el fin de
atemorizar. Sugieren que no vale la pena elegir un candidato
unitario porque el régimen cuenta con el poder de las armas.
Poder que el caudillo no está dispuesto a ceder ni a
transferir. Todas las maniobras arteras se han activado.
La
respuesta de la Mesa de la Unidad Democrática y de los
candidatos y partidos que la integran ha sido la correcta.
La MUD ha mantenido el camino trazado. Nada de caer en
provocaciones. El régimen incurrió en varios errores y no se
le ayuda a enmendarlos. Los comicios del 12-F se efectuarán
en claro contraste con la orgía fascista del 4-F. Será esa
una fiesta democrática. Una consulta que carece de
antecedentes en Venezuela y, también, en América Latina.
Representa una convocatoria que atrae la atención de los
demócratas del mundo entero, especialmente de los que
enfrentan regímenes autoritarios.
Durante los días que restan antes del 12-F la ofensiva
arreciará. Los enemigos de la libertad, los impostores, los
mercaderes disfrazados de científicos o de especialistas,
multiplicarán sus ataques, algunos abiertos, otros velados.
A
Hugo Chávez no le resultará fácil opacar el domingo 12 de
febrero porque esa fecha evidenciará el contraste entre el
militarismo, el culto a la personalidad y el autocratismo
del régimen -plasmados de forma grotesca el sábado 4 de
febrero- y la vocación democrática y plural de un conjunto
de partidos y organizaciones, y del pueblo común y
corriente, que en conjunto decidieron pronunciarse a favor
de que en Venezuela impere de nuevo la tolerancia, la
inclusión y la amplitud que hicieron del país un ejemplo de
convivencia durante décadas después de la caída de Marcos
Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958.
¡A
votar sin miedo! Esta es la consigna.
@tmarquezc
tmarquez@cantv.net