Del segundo debate de los candidatos opositores a las
primarias de febrero de 2012 destaco los siguientes
aspectos.
Comienzo por la escenografía. Venevisión nunca se ha
caracterizado por la sobriedad y la economía de los
recursos. Los decorados parafernálicos forman parte de su
estilo. En esta ocasión no podía faltar la desmesura. Un
alarde tecnológico innecesario envolvió la comparecencia de
una atmósfera ficticia, plástica. ¿Para qué tantas
computadoras y tanta digitalización? El moderador parecía un
cabo de presos que disfrutaba haciéndoles sentir a los
aspirantes que él era la autoridad inapelable del show. No
les concedía ni siquiera un segundo para que verbalizaran la
última sílaba, una vez transcurrido el minuto pautado para
las respuestas. Aquello parecía un concurso de los que tanto
les gustan a los directivos del canal de La Colina.
Quedé con la impresión de que los periodistas del panel no
se habían planificado con suficiente detenimiento el
encuentro Que no se habían dividido con claridad los temas
que plantearían, ni las preguntas que formularían. Algunas
fueron demasiado largas y confusas. Tan largas, que hubo
ocasiones en las que tomó más tiempo enunciarlas que el
previsto para las respuestas. Esta falla condujo a que un
tema tan importante como el internacional apenas se tocara
tangencialmente a propósito de los acuerdos con Cuba y con
China, y las relaciones con las FARC.
El
formato tampoco favoreció el desarrollo de la exposición.
Un minuto resulta un lapso demasiado breve para tratar con
un mínimo de profundidad y coherencia asuntos tan espinosos
como los que surgieron, sobre todo porque la personalización
de las interrogantes obligó a que cada uno de los ponentes
tratara de abordar en su totalidad el tema que se le
proponía. Esta limitación ya había aparecido en el foro de
la UCAB.
Para
futuras presentaciones colectivas habrá que revisar todos
estos aspectos. Los contrastes entre los candidatos no debe
reducirse al estilo o a la forma de exposición, sino también
al fondo de los temas discutidos. Paso a decir, en un
minuto, algunas palabras acerca de los aspirantes
En
este segundo capítulo noté un cuadro más equilibrado entre
ellos. En la UCAB, María Corina sobresalió claramente sobre
sus competidores. En esta oportunidad no se abrió esa
brecha. En su conjunto, los aspirantes se prepararon mejor.
Asumieron el compromiso sin dejar a la espontaneidad o a la
intuición las respuestas que debían articular.
Aunque, como he dicho, el formato no favorecía la discusión
y el análisis coherente., extraño que ninguno haya insistido
en la necesidad de poner al país de acuerdo en torno a un
proyecto de país que permita superar los graves problemas
que confrontamos en todos los planos de la vida nacional.
Leopoldo y Henrique adoptaron como estrategia insistir en
los problemas que ellos, siguiendo algunas encuestas,
consideran cruciales. Tanta era la insistencia de López en
el problema de la inseguridad que en algún momento me
pareció que estaba presenciando un concurso de oposición
para optar al cargo de ministro de Seguridad Ciudadana. Lo
mismo me ocurrió con Capriles y su promesa de mejorar la
educación. Leopoldo la agarró en el aire y le ofreció el
Ministerio de Educación. Ahora bien, ¿en que proyecto global
de país se insertan una y otra propuesta? El vínculo no
quedó claro. Creo que a ambos les falto la fuerza del
estadista. Del estratega que toma los aspectos particulares
y les da un lugar dentro de una visión global del presente y
el porvenir.
La
misma dolencia aqueja a Pablo. Con relación a PDVSA mostró
una falla que debe corregir de inmediato. Su respuesta ante
este requerimiento fue precaria. En Venezuela nadie puede
aspirar a ser Presidente de la República si no sabe con
exactitud qué hacer con el petróleo y con PDVSA. Pablo
Medina y Diego Arria adoptaron la línea radical. Coinciden
en el llamado a la Constituyente y en el ataque directo a
Chávez. Podrían aliarse. Medina tuvo un gesto encomiable con
los presos políticos y los perseguidos, pero evadió
respuestas que estaba obligado a dar. Arria estuvo demasiado
parco para alguien que busca dirigir una nación tan
conflictiva como Venezuela. María Corina mantuvo su dominio
de la escena, aunque su oferta central, el capitalismo
popular, carece de suficiente atractivo en un país sumido en
la ruina material y moral.
Todos los aspirantes habrán de asumir que deben fortalecer
aún más el cuerpo y el espíritu. En 2012 la pelea con Chávez
será sin cuartel.
Lo
mejor de la cita en Venevisión fue que mostró, de nuevo, el
país posible. El país decente, que dialoga, plural,
tolerante. Se demostró, una vez más, que el comandante es un
obstáculo para la reconciliación de los venezolanos y la
reconstrucción nacional.
@tmarquezc
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