A pesar del
triunfo del SÍ en el referendo del pasado 15 de febrero, los
resultados obtenidos por los sectores democráticos fueron
altamente positivos por las siguientes razones:
1.
El Gobierno desplegó una campaña
ventajista, plagada de amenazas e intimidación a los
electores de oposición, en la que utilizó de manera abusiva
todos los instrumentos del Estado y del Gobierno. A favor de
la propuesta presidencial se alinearon PDVSA, la principal
empresa nacional, y el SENIAT, el organismo que recauda los
ingresos del Fisco, además de la mayoría oficialista del
Consejo Nacional Electoral, que se hizo de la vista gorda
frente a todos los desmanes cometidos por el chavismo
durante la campaña electoral e, incluso, el mismo día de la
cita electoral. El proceso comicial estuvo viciado desde el
comienzo, pues fue el propio Presidente de la República
quien fijó la fecha de realización de la consulta. No
obstante este desequilibrio tan acentuado, Hugo Chávez no
logró convencer sino a un poco más de la mitad de los
venezolanos de que votaran por su moción, mientras la casi
otra mitad se pronunció en su contra de forma categórica.
2.
Una reforma constitucional no es
igual a una elección convencional. En los países con una
sólida tradición democrática, ese tipo de reformas no habría
prosperado. Para aprobar o modificar la Carta Magna -sobre
todo si el cambio afecta uno de los principios fundamentales
del contrato social, como es el de la alternabilidad- se
requiere el consenso nacional o un amplio apoyo de los
diversos sectores políticos, económicos, culturales y
sociales del país. La enmienda chavista fue respaldada por
una precaria mayoría, lo cual le resta legitimidad y
representatividad al cambio, y le agrega un nuevo rasgo
autoritario al régimen presidido por Hugo Chávez. El
presidente ganó, pero no convenció a Venezuela. De ninguna
forma el oficialismo puede decir que la victoria del pasado
domingo es contundente y augura un triunfo cómodo en las
elecciones de 2012, o en las elecciones legislativas de
2010.
3.
El respaldo a Hugo Chávez ha
disminuido sensiblemente desde las elecciones presidenciales
de diciembre de 2006 hasta el presente, tanto en términos
porcentuales como absolutos. En aquella oportunidad llegó a
7.500.000 votos, lo cual representó 63% del total de
sufragios. En esta oportunidad el número de papeletas a su
nombre se colocó un poco por encima de 6.000.000, mientras
el porcentaje se redujo a 54%. En términos absolutos perdió
cerca de millón y medio de votos, lo que se tradujo en un
retroceso de nueve puntos porcentuales. Asimismo, la
diferencia entre Chávez y la oposición pasó de 37% en
diciembre de 2006 a 9% en febrero de 2009.
4.
La erosión de la popularidad y
aceptación de Chávez en algo más de dos años resulta muy
significativa, pues esta merma se produce en un período en
el cual su gobierno ha disfrutado de los precios petroleros
más elevados que haya registrado el mercado de los
hidrocarburos a lo largo de toda la historia. En el futuro
inmediato no se vislumbra que los precios del crudo puedan
recuperar todo el terreno perdido y, por lo tanto, que
logren alcanzar las cotas que tuvieron en 2007 y 2008. La
situación económica del Gobierno luce muy difícil para los
meses y años por venir. La administración de Chávez ha
demostrado una enorme incompetencia para resolver los graves
problemas del país, no obstante la abundancia de recursos
financieros. Durante los últimos tiempos se han agudizado
problemas en áreas como la seguridad ciudadana, el empleo,
la salud, la educación, la infraestructura, la inflación y
el desabastecimiento. En el mediano plazo la carencia y
conflictos en estos campos pueden acabar con el sueño de
Chávez de mantenerse de forma indefinida en el poder.
5.
Con los resultados obtenidos los
partidos y grupos democráticos quedan muy bien colocados
para las elecciones municipales (consejos municipales) de
este año y para las parlamentarias (Asamblea Nacional) del
próximo. Estos dos nuevos retos comprometen a la oposición a
buscar mecanismos de concertación que le permitan
presentarse unida a esas dos citas comiciales. Es esencial
preservar (y, en lo posible, incrementar) el 46% obtenido el
domingo pasado, para que ese porcentaje se refleje en los
concejos municipales y, especialmente, en la Asamblea
Nacional. Una sólida presencia de diputados de oposición en
este foro le crearía al Gobierno una fuente de presión que
durante los cuatro últimos años no ha tenido, y abriría una
trinchera desde donde combatir las políticas populistas y
los programas irresponsables del Gobierno.
6.
Aunque sería ingenuo decir que
la oposición no salió derrotada el 15 de febrero, hay que
evitar a toda costa que se reaparezca el síndrome del 15 de
agosto de 2004 cuando, con malas mañas, Hugo Chávez triunfó
en el referendo revocatorio. En esa oportunidad cundió la
frustración y el desanimo en las filas opositoras. La
desmoralización se expresó en políticas suicidas como la
abstención en los comicios regionales de diciembre de ese
mismo año y en las elecciones para la Asamblea Nacional el
año siguiente. El desánimo es negativo, pues impide ver
oportunidades allí donde estas existen. Sin optimismos
ingenuos hay que decir que los resultados del 15-F
representan un paso más de avance hacia la recuperación
plena de la democracia.
tmarquez@cantv.net