El espectáculo montado por el comandante Chávez Frías y los
dóciles funcionarios que lo acompañan a propósito de la
exposición Bodies, que desde hace años recorre
diferentes países y viene precedida de un enorme éxito,
revela la mentalidad aldeana, agreste y farisea del teniente
coronel y sus lugartenientes. Bodies es una
exposición que se ha presentado en naciones, como Holanda,
donde funciona el Estado de Derecho, hay independencia y
equilibrio de poderes, y se respetan con celo los derechos
humanos, pues los fiscales encargados de controlar los
abusos de poder y los defensores del pueblo trabajan con
eficacia.
En
la exposición se muestran los cuerpos y órganos
diseccionados y conservados con polímetros de personas que
decidieron donar su humanidad, o cuyos familiares
autorizaron la operación, con la finalidad de que fueran
usados para mostrar la complejidad de la anatomía y la
fisiología humana. A través de esos organismos inertes el
espectador puede emprender un recorrido visual por el
cuerpo humano; puede ver dónde se alojan sus miembros, cómo
se conforman los tejidos nerviosos, por dónde pasa la médula
espinal y cómo circula el torrente sanguíneo, cuál es la
función de órganos vitales como el corazón, el hígado, el
páncreas. Resulta una lección de anatomía en vivo y directo
parecida a la que reciben los estudiantes de la Facultad de
Medicina, pero de una manera sencilla. Es ideal para que los
jóvenes aprendan en la realidad lo que estudian en los
libros u oyen por boca del profesor o el maestro. Los
gobiernos de las naciones donde Bodies se ha exhibido
de ninguna manera son irresponsables, compuesto por sádicos
que disfrutan con el dolor humano o que se desentienden de
las condiciones sanitarias de la población.
Sin
embargo, el comandante no podía dejar pasar esta ocasión
para demostrar que se siente amo y señor de esta hacienda
llamada Venezuela. Sin que viniese a cuento, y sin que forme
parte de sus obligaciones irrenunciables e intransferibles,
la emprendió contra la empresa organizadora de la
exposición, levantando las banderas de una supuesta
descomposición moral del mundo que él, cual guardián de la
rectitud, se esfuerza en proteger. Pero la desmesura no
sirve para ocultar su verdadero objetivo: condenar la
iniciativa privada allí donde esta se manifieste. En este
caso, ni siquiera se valió de su ministro de Cultura, sino
que fue él directamente quien emprendió la cruzada
moralizadora. Cinismo del bueno.
En
Venezuela se cometieron 14.000 asesinatos el año pasado. La
proyección para este año apunta hacia el mismo peldaño.
Junto a los crímenes, tenemos los secuestros y los
enfrentamientos entre bandas, que generalmente arrojan
muertes violentas. Nada de esto conmueve la dura piel del
caudillo. Una estadística que produce vértigo es la que
muestra lo que ocurre en las cárceles. La población
penitenciaria no llega a 20.000 reclusos, una cantidad muy
pequeña para una población que frisa los 27 millones de
habitantes. Ese grupo tan reducido, sometida además a
condiciones de cautiverio, tendría que estar plenamente
controlada, no obstante registra uno de los índices de
violencia endógena más altos del planeta. En los centros
penitenciarios del país mueren de forma violenta más
personas que en cualquier otro centro penitenciario del
mundo, mientras las condiciones en las que sobreviven
superan cualquier calamidad ideada por la ficción. Los
reclusos y sus familiares realizan huelgas de hambre y de
sangre, y se autosecuestran como medidas de presión y formas
para llamar la atención de las autoridades y de los
defensores de los derechos humanos nacionales. De nada de
esto se enteran Chávez, el MIJ o el Director de Prisiones.
El
oprobio, el tráfico de armas y drogas, la extorsión a la que
se ven sometidos por la Guardia Nacional, y las requisas
humillantes de las que son objeto sus familiares, no
perturban el sueño del caudillo y su ministro del Interior y
Justicia. Ni una palabra en Aló Presidente. Ni
siquiera con demagogia es tratado este preterido sector. El
Presidente se preocupa mucho más por hacerles papelillo la
vida a los empresarios privados que se arriesgaron a traer a
las tierras del comunismo del siglo XXI la exposición de
Bodies, que por lograr que la gente de los barrios
pobres deje de estar sometida a la tiranía de los azotes de
barrio o que los reclusos vivan en un ambiente más humano.
Los
cuerpos de Bodies son tratados con dignidad y
respeto, además de que cumplen una función educativa
encomiable. Lo mismo no puede decirse de los desdichados
seres que tienen la desgracia de caer en la morgue de
Bello Monte o de los familiares que deben esperar tres y
cuatro días para que les entreguen los cadáveres. Ambos,
difuntos y deudos, sufren la humillación en carne propia.
Ese sí es un espectáculo macabro, que por añadidura se
repite diariamente.
Este
gobierno de farsantes -que financia TVES, donde se pasan
“enlatados” que incitan al crimen y a la violencia, debería
ocuparse de atender los colosales problemas del país en
materia de seguridad ciudadana y derechos humanos. Debería
garantizar el derecho a la vida, el primeo y principal
derecho de todos. Sin embargo, la estulticia y la demagogia
se los impide.
tmarquez@cantv.net