Tuve
el privilegio de asistir a la conferencia que dictó Baltazar
Garzón en la II Conferencia Internacional organizada por
CONINDUSTRIA en el hotel Eurobilding. El valiente juez
español satisfizo las expectativas que su presencia en el
país había despertado en el público asistente. Durante
exactamente una hora, el tiempo estipulado para su
exposición, disertó con claridad y agudeza excepcionales
sobre las complejas relaciones que se tejen entre el Poder
Judicial y el poder en general, especialmente el Poder
Ejecutivo. Con abundantes citas de diversos pensadores,
aunque sin mostrarse pedante, y con sólidos argumentos, el
magistrado fue elaborando su discurso sobre la necesidad e
importancia de que las sociedades cuenten con una
Magistratura fuerte e independiente de las presiones que se
desatan desde muchos vértices, para tratar de acoplar las
decisiones judiciales a los intereses de los grupos y
poderes constituidos. En algunos párrafos se refirió a los
afanes de los dictadores de todas las latitudes por
subordinar los tribunales y la justicia a sus propios fines.
Insistió en que mientras más poder detentan los mandatarios,
mayor es el nivel de control que la Magistratura debe
ejercer sobre aquellos. Con respecto a RCTV indicó que si se
hubiese realizado un referéndum el pueblo habría votado en
contra del cierre. Algo similar, añadió, habría sucedido en
Estados Unidos y España con relación a la participación de
esos países en la guerra con Irak.
La clase magistral dictada por
Baltazar Garzón fue respondida por representantes del
Gobierno bolivariano y por la presidenta del Tribunal
Supremo de Justicia, Luisa Estela Morales, con ese estilo
pendenciero e intolerante que caracteriza a unos
funcionarios que solo viven pendientes de complacer al jefe.
Acerca de lo dicho por el conductor de La Hojilla no vale la
pena comentar nada. Acercarse a esa cloaca puede producir
una infección contra la cual no existen antídotos.
Los comentarios emitidos por el
Vicepresidente, el Canciller y el Ministro de Relaciones
Interiores, desde luego que teledirigidos desde Miraflores,
indignan no tanto porque muestran estulticia de la más
crasa, sino porque revelan el enorme desprecio que estos
gobernantes sienten por la inteligencia de la gente. Garzón
fue acusado por todos ellos de ser un payaso, marioneta del
imperialismo norteamericano y de inmiscuirse en los asuntos
internos del país, con lo cual habría violado el principio
de la soberanía y la autodeterminación de los estados. Estas
majaderías las repiten los altos funcionarios de un régimen
que a los pocos días de haber cerrado arbitrariamente el
canal de Bárcenas, trajo al presidente de Nicaragua, Daniel
Ortega, para que le diera, en el propio territorio nacional,
un espaldarazo a la medida más grave adoptada en la historia
del país contra la libertad de expresión e información. Esos
mismos personajes, encabezados por el Presidente de la
República, aplaudieron a rabiar cuando Lula, en un acto de
insólita alineación con las apetencias de Chávez
(ampliamente criticado por el Senado brasileño), apoyó la
disposición. Entonces, ¿hay intervencionismo cuando una
personalidad de la jerarquía mundial de Baltazar Garzón
asoma una crítica a una decisión estrictamente política y
retaliativa, que además no siguió los procedimientos
judiciales ordinarios; pero, en cambio, opera la
“solidaridad revolucionaria” cuando dos presidentes
extranjeros celebran los caprichos del caudillo venezolano?
El uso de raseros tan desiguales para medir el mismo hecho
muestra el grado de obsecuencia y fanatismo que la
“revolución bonita” ha provocado en quienes cumplen
funciones de gobierno.
La respuesta de la doctora
Morales hay que revisarla desde otra perspectiva. Leyendo
sus comentarios a uno le surge la siguiente pregunta: ¿habrá
oído o leído completa la disertación del juez Garzón? De una
reflexión tan amplia y enjundiosa, ¿por qué se dedicó solo a
atacar esos parajes que le molestaron a Hugo Chávez, sin ni
siquiera mencionar de pasada todos esos contenidos
relacionados con la doctrina y filosofía del Derecho
presentes en la exposición? Las coléricas declaraciones de
la presidenta del TSJ, en las que llamó “mercenario” a un
juez que no sólo le dictó auto de detención a Augusto
Pinochet, sino que además le declaró la guerra a ETA (y esta
lo sentenció a muerte) y se enfrentó a Felipe González por
el caso de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL),
episodio que casi le cuesta el cargo al entonces Presidente
del Gobierno español en el momento cumbre de su carrera
política. ¿La doctora Morales conocerá la trayectoria de
Baltazar Garzón?
Una de las características de
las revoluciones comunistas es que carecen de toda
autocrítica, salvo la socorrida “burocratización”, de la que
echan mano cada vez que la ineficacia y la incompetencia
generalizada las desborda. De vez en cuando aparece por allí
el tema de la corrupción, y como saludo a la bandera los
líderes señalan que serán “implacables” con ella. Por
supuesto nunca aparece ningún culpable, al menos ninguno
significativo dentro de la estructura de poder. Por lo
demás, para los revolucionarios comunistas todos los sujetos
críticos que no apoyan los desmanes ni exabruptos del
Gobierno son agentes del imperialismo; en cambio, los
sumisos y acomodaticios representan la encarnación del bien.
Si Baltazar Garzón hubiese
llegado al país a cantarle loas al gran conductor y a hablar
del acierto que fue atropellar a los tres mil trabajadores
de RCTV, como lo hizo Daniel Ortega, se habría convertido en
ejemplo de la justicia del socialismo del siglo XXI. Pero
como vino a defender valores por los que la Humanidad lucha
desde hace siglos, como la libertad de expresión, la
libertad de pensamiento, la pluralidad y la existencia de
una Estado de Derecho firme frete a los autócratas, el
régimen lo condenó. Los insultos recibidos por Baltazar
Garzón de parte de los guasones del régimen constituyen el
mejor elogio a su trayectoria y a su dignidad.
tmarquez@cantv.net