A
pesar del amparo concedido por el TSJ, la decisión de cerrar
RCTV, esta vez el canal internacional, que el teniente
coronel que ejerce la presidencia de la República se propone
llevar a cabo, revela un nivel de odio, venganza y
retaliación que sorprende, aunque en realidad de esa
camarilla que gobierna los destinos del país puede esperarse
cualquier infamia. A esa empresa y a sus de trabajadores se
les pretende asfixiar. Con ellos no hay tregua. Se les
persigue y aplasta allí donde se encuentren.
Según el ministro de
Telecomunicaciones e Informática, Jesse Chacón, el Gobierno
se ajusta a derecho cuando conmina al canal de Bárcenas a
inscribirse como productor nacional independiente. Esta
medida obligaría a ese canal por suscripción a ceñirse
estrictamente a la Ley Resorte. Al estar bajo la
jurisdicción de este instrumento legal, RCTV pasaría a estar
comprometida a transmitir las interminables y abusivas
cadenas del Presidente de la República y a cumplir con todas
las coercitivas regulaciones contenidas en ese articulado:
tendría, por lo tanto, que ajustar su programación y la
pauta publicitaria a los horarios y normas establecidos en
la ley mordaza. RCTV tendría las mismas limitaciones que los
canales de señal libre, pero sin las ventajas y amplia
cobertura que estos ofrecen.
El Gobierno muestra contra la
estación más antigua y con mayor tradición del país, la
misma indomable inquina y animosidad que despliega contra el
general Francisco Usón y los comisarios Lázaro Forero, Iván
Simonovis y Henri Vivas, con quienes no ha tenido ningún
tipo de clemencia. Así como estos son presos de Hugo Chávez,
RCTV es víctima de la persecución directa e implacable del
comandante, quien no le perdona a RCTV Internacional el
haber sido recibida con simpatía y entusiasmo por el
público, y que sus directivos y trabajadores no se hayan
doblegado frente al poder omnímodo del hombre que con el más
absoluto desparpajo habla de construir el “socialismo
petrolero”; esto es, utilizar la riqueza que pertenece a
todos los venezolanos para financiar un modelo que arruina
económicamente a los países donde se implanta, y, por
añadidura, los envilece moral y culturalmente. Tampoco
perdona que TVES, ese infinito bostezo que sustituyó a RCTV,
no haya sido capaz de subir su audiencia.
El mismo celo que las
autoridades de CONATEL dicen tener por la Ley de Contenidos,
podrían sentirlo para que Venezolana de Televisión cumpla
con esa legislación y, sobre todo, con la Constitución
Nacional. En la Carta del 99 se establece que ningún
venezolano puede ser objeto de discriminación o exclusión
por razones ligadas a su sexo, religión, color de su piel,
condición social o convicciones políticas. VTV viola
continuamente esta disposición. Con fotografías y textos
ofensivos somete al escarnio público a ciudadanos que
disienten del Gobierno a través de las pantallas de
televisión. En la programación ordinaria de la estación y,
especialmente, en ese paredón particular de Chávez que es La
Hojilla, numerosos opositores son acusados con nombre y
apellido de golpistas, fascistas y agentes del imperialismo
y la CIA, en una clara violación de los derechos humanos e
incitación a que “el pueblo” ejerza la “violencia
revolucionaria” contra ellos. De este exabrupto por supuesto
que no se ha enterado ni la Defensoría del Pueblo, ni la
Fiscalía General de la República, instituciones cuyos jefes
duermen el sueño de los justos.
VTV puede violar todos los
artículos de la Ley Resorte y los derechos humanos
consagrados en la Constitución sin que el Gobierno se
inmute. Mejor dicho: con la complacencia de los jerarcas del
régimen. Ese canal, financiado con fondos públicos que
aportan los contribuyentes y suministra el petróleo, actúa
como un instrumento de propaganda y adoctrinamiento
permanente y exclusivo del Gobierno. La cháchara sobre las
milicias populares, la guerra asimétrica, los batallones
socialistas y toda la prédica sobre la violencia, la guerra
y la muerte es exaltada continuamente. A los venezolanos de
la oposición se les excluye o se les invita marginalmente
para cumplir con la formalidad Sin embargo, allí no existe
ningún espacio para el debate abierto, transparente y sin
censura, en el que se analicen los gravísimos problemas que
confronta el país. Sólo quienes piensan como Chávez, los
rojos rojitos, cuentan con esa tribuna de manera
incondicional.
Las amenazas contra RCTV
Internacional muestran que el régimen no está dispuesto a
quitar el pie del acelerador que conduce al autoritarismo.
Contra la libertad de expresión e información se ciernen
nuevos peligros. El pensamiento único, fanatizado y sectario
de los chavistas, no comprende los códigos de la tolerancia
y la pluralidad. El narcisismo del Chávez no acepta que el
nuevo canal no esté obligado a pasar sus cadenas, y que su
señal sea una voz para enfrentar la autocracia y defender
las libertades, las cuales pierden cada vez mayor terreno.
Nuevas y más duras batallas
tendrán que librarse para que el proyecto hegemónico del
teniente coronel no se imponga. Hay que elevar el costo
político del Gobierno si finalmente decide cerrar otra vez
RCTV. El único lenguaje que el Presidente entiende es el que
se expresa a través de las protestas populares masivas y
ruidosas. En el plano internacional su ya deteriorada imagen
se devaluará aún más. Sin embargo, es indispensable que las
manifestaciones domésticas se incrementen, para que entienda
que sólo podrá imponerse a la sociedad democrática a través
de la fuerza y la violencia.
El odio y los abusos los está
cometiendo con la bastante progresista Constitución del 99.
Imaginemos lo que sería capaz de hacer si se aprueban las
reformas autoritarias que esta proponiendo. Será el fin de
la democracia.
tmarquez@cantv.net