No puede haber elecciones bajo
amenaza. “Échenles gas…métanlos presos”, ha vociferado.
Aunque, conforme a la titular del Ministerio del Poder
Popular para las Elecciones, esto del 15 de febrero no es
una elección, lo que le permite violar la Ley del
Sufragio. Los venezolanos tomamos cuenta. ¿No son unas
elecciones? Entonces, ¿qué diablo son? La respuesta parece
obvia: una mascarada, un fraude, un esperpento que
convierte en papel higiénico a la Constitución y a las
leyes.
Han violado todo, ya no queda
virgen texto legal alguno, ni principio alguno, ni respeto
alguno, ni apariencia alguna. Advierte que estará
pendiente de que se cumpla su orden represiva.
Pero ahora me asalta un
título, El sueño de una
noche de verano (A
Midsummer
Night's Dream),
de Shakespeare, y hasta escucho la pieza que
Mendelssohn construyó
partiendo del texto. Esta que vivimos no es una historia
de amor como aquella de la célebre pieza teatral; es una
historia de odio, pero verdaderamente el título es bueno
para soñar con lo que ha debido decirse y hacerse.
Lo que ha debido hacerse:
Frente a la intimidación ha debido convocarse un gran
mitin en la autopista del este, y en territorio del
Municipio Sucre, para advertir que la calle no se entrega
por amenazas.
No puede haber elecciones con
la violencia que busca impunidad instalada con armas
largas en la sede del pueblo de Caracas. Dejan solo a
Ledezma con la Alcaldía Mayor tomada por bandas
paramilitares.
Lo que ha debido hacerse:
O el gobierno hace cesar la toma o aquí no hay elecciones.
Pero lo que digo son sueños de
una noche de verano. El hombre solo que soy, sentado
frente a una computadora –como hace mucho tiempo estuvo
sentado frente a una vieja Remington
para escribir
Reflexiones sobre la República y advertir que
buscábamos el camino que al final tomamos, este-
reflexiona sobre sí mismo y se autodenomina como una
especie de historiador de la ignominia.
teodulolopezm@yahoo.com