Fiesta
“patrias” celebradas en las escuelas conforme a nuevo
pensum, expropiaciones de hoteles, declaratorias de
patrimonio cultural de viejos edificios con que sabe quién
ulteriores propósitos, creación de las milicias al
servicio del autócrata y una lista interminable, donde
podríamos incluir las peleas internas por la designación
de los nuevos rectores del CNE y la conformación de
circuitos electorales amañados.
La inflación
es insoportable, la escasez está a la vista, los
conflictos estallan por doquier mientras aparecen las
áspid que los aplacan, crecientes rumores de negociados,
patéticos bisbiseos sobre acomodos y acuerdos, silencio
cómplice o declaratorias altisonantes, peleas por la
designación de candidaturas, versiones sobre constantes
reuniones, identificación de “negociadores” autonombrados,
continuos llantos de vírgenes plañideras que no saben que
hacer y llenan a Face y Twitter de manchas de lamento
inconsciente e inservible.
Repeticiones
sobre “el cruce de las líneas” en las encuestas, uso de un
lenguaje aparentemente desafiante al régimen pero que no
resiste una mirada para la comprobación de “paja loca”
conforme al léxico venezolano, llamadas a la “unidad
perfecta” cuando la única perfecta es la deposición de
excretas, manifestaciones de voluntad “unitaria”,
negativas sobre el adelanto de las elecciones cuando se
abre el REP y se cumplen los lapsos para dejar abierta la
posibilidad de marzo y se estudia si en ese mes los
sondeos serán favorables al gobierno multiplicador de
dinero en la calle o si se aplaza para mayo o si será
necesario esperar que la clase media se vaya de vacaciones
en agosto.
Los
matemáticos nos explican con pizarrón y tiza que la máxima
posibilidad de la llamada oposición es la de obtener 34
diputados, se multiplican las versiones sobre los acuerdos
eventuales para que se suba un poco esa cuota, los
correos electrónicos de los lectores advierten que el
problema no es ninguna “unidad” sino el desprendimiento
que no se ve por ninguna parte, algunos columnistas ilusos
hacen sus listas de “candidatos ideales” y denuncian que
serán los mismos desgastados y que las peleas por
imponerlos serán feroces.
Algunos serios
y responsables se niegan a que en la Plaza Brión de
Chacaíto se coloque la placa que diga: “Aquí fue enterrada
la segunda gran oleada estudiantil. Lo fue con las nalgas
al aire”.
La gran
paradoja es la de un país donde no pasa nada y, al mismo
tiempo, pasa todo. No pasa nada porque el régimen es
especialista en vaselina. No pasa nada porque no hay
resistencia alguna, porque la llamada “oposición” es
banal, electorera, cómplice, estúpida y alcahueta. ¿La LOE
era inofensiva? ¿La nueva Ley Electoral intrascendente?
¿Las milicias no son el establecimiento oficial de la
represión violenta interna? El listado podría llenar
páginas enteras.
II
La línea de
abstención en soledad carece de sentido. Si aquí se
decidiese no participar en las elecciones legislativas
tendría que ser como consecuencia de una patada a la mesa
electoral e implicaría la decisión de no ir a las
presidenciales del 2012. El planteamiento de cambiar esta
línea tendría que ser precedida de cambios profundos en el
sistema electoral, de la convicción de que habría
poderosos factores dispuestos a hacer reconocer el
resultado o a la convicción de que sería el puntillazo
final para el régimen. Ya tenemos el antecedente de las
pasadas legislativas donde se obtuvo la deslegitimación de
una Asamblea Nacional sin que nadie pasara la factura,
mientras salían los candidatos a borbotones a proclamarse
presidenciables y a arruinar el efecto logrado, lo que
concluyó con la candidatura de Manuel Rosales.
La línea
electoralista en soledad carece de sentido. Se va a las
elecciones por argumentos banales, como ese de que hay que
aprovechar todos los espacios, de que es necesario tener
una cuota parlamentaria, todo bajo el olvido absoluto de
resistencia a la dictadura que no deja día virgen en
jorungar los derechos de los venezolanos. Ir a elecciones
por ir a elecciones, sin ejercer resistencia, sin combatir
al régimen, es una muestra clara de colaboracionismo. Todo
indica que la llamada “oposición” no tiene ni el más
remoto chance de ganar esa consulta. En primer lugar,
porque dictadura no pierde elecciones. Es segundo lugar
porque están dadas todas las condiciones, absolutamente
todas, para que el gobierno se quede con el 75 por ciento
de la asamblea y las caras archiconocidas “oposicionistas”
que nos presentarán harán el mismo papel histriónico y de
fachada que ahora hace “Podemos”.
Entre tanto,
los columnistas de opinión gritan por la “unidad
perfecta”, falsificando de nuevo la realidad, vendiendo la
llamada “unidad” como la panacea cuando en verdad no es
más que un cascarón vacío, un aire flatulento oloroso.
Mientras tanto, Antonio Ledezma se pasea por Europa
pidiendo dinero –para vergüenza nuestra- para
“actividades” que no está en condiciones de realizar y
tomándose fotos en lo que no es más que una preparación,
un barniz exterior, una pinturita en el rostro, un
maquillaje de candidato presidencial. Eso es lo único que
le interesa al señor Ledezma. Su “asesor” de Relaciones
Exteriores Milos Alcalay, quien poco días antes del
“carmonazo” llamaba a sus colegas diplomáticos para
hablarles de las bondades de la revolución y que el día en
que cayó su amado régimen se precipitó a ponerse a la
orden del que suponía gobierno entrante, -las volteretas
se pagan- se ha convertido en el gran operador del disfraz
de Ledezma como presidenciable.
Por supuesto
que no se tomará la vía de la abstención militante y sus
consecuencias. Ya está descrito porque no. Los partidillos
escuálidos harían cualquier cosa –como mostrar las nalgas,
como lograron al momento de reducir la huelga de hambre
estudiantil a paseíllo a la Cancillería a entregar un
horrendo documento- por tener sus diputados haciendo de
comparsas a la imagen democrática del régimen, cosa que el
régimen agradece con abundancia.
Irán a las
elecciones sin ejercer resistencia, sin protestar, sin
tomar acción de ninguna naturaleza, sin exigir condiciones
justas, sin hacer siquiera oposición que exceda a la de
las declaraciones en los medios.
Cabe advertir
que estas elecciones parlamentarias son sumamente
peligrosas. De su resultado puede quedar cantado el del
2012, elecciones que Chávez ganaría muerto de la risa. Si
eso es lo que se consigue y el país no reacciona como un
tsunami enfurecido y echa al cesto de la basura a estos
remedos de dirigentes, pues habría que decir que el país
no existe.
teodulolopezm@yahoo.com