El gobierno:
El asustadizo llama a cadena nacional de radio y
televisión ante las primeras manifestaciones estudiantiles
de protesta. Amenaza a las universidades, hace responsable
a sus autoridades por las manifestaciones de los alumnos,
como si los rectores estuviesen en la obligación de hacer
de policías del régimen y desconociesen que los educandos
son ciudadanos en libertad de ejercer sus derechos y de
protestar contra lo que crean necesario. Las bandas
armadas paramilitares podrían ser muy bien las
responsables de incendiar unos matorrales en el Ávila para
tener un argumento que utilizar contra los estudiantes:
“Les aplicaremos la Ley del Ambiente”. De una vez salta la
foca y pide interpelación parlamentaria de los rectores.
Si van a aplicar la Ley del Ambiente tendrían que comenzar
por cerrar la Asamblea Nacional donde los olores
nauseabundos lo hacen a uno pensar que costará un
grandísimo trabajo volver a transformar aquello en algo
parecido a un Parlamento. ¿Hasta donde quiere llegar para
apagar la protesta estudiantil? ¿Va a cerrar las
universidades? Qué lo haga y se atenga a las
consecuencias.
No son los estudiantes los que
pretenden incendiar al país. Es el dictador con su manía
de reelección para siempre. No les sirve el disfraz de
gobierno ni la prosopopeya de mandatarios, pues sus
mentiras y sus falacias brotan de manera tan obvia y en
tal abundancia que la perplejidad y el asombro no tienen
límites. Estamos parados ante una farsa grotesca, frente
al ejercicio de la falsificación como norma, frente al
descaro de un régimen funambulesco. Hay que hacerle saber
que si toma la decisión final, si da el paso que lo
tienta, si avanza hacia el irrespeto de lo poco que le
falta por irrespetar, sumirá a la nación en la total
ingobernabilidad. “Pedagógica” llama al trabalenguas que
el miedo les hizo redactar para burlarse de la gente. Eso
no es una pregunta, es un zazoso, un tartajoso intento de
engaño.
La oposición:
Se limitan a decir
que está organizando la protección de los votos y uno dice
está muy bien que organicen la protección de los votos,
pero se pregunta si colocar la carreta delante de los
bueyes es la lógica que preside a estos insignes
declarantes de la televisión. Para cuidar los votos,
primero hay que tener los votos o, al menos, salir a
buscarlos. Y para buscar los votos hay que plantearse cómo
buscar los votos. Mi tesis es que sin protesta no habrá
votos, porque debe quedar claro que el país no acepta este
nuevo golpe de Estado y que habrá resistencia. Esto es, el
país no podrá ser el mismo después que se consume la
violación constitucional y se abra la espita del abuso
continuo como nuevo “derecho” adquirido de la mafia
militar que desgobierna al país.
La gente comienza a darse
cuenta de las omisiones de la llamada oposición. La señora
que me detiene en el quiosco de periódicos me pregunta
cómo veo las cosas y me dice que a ella le parece que lo
único que hacen es ir a la televisión. Algunos columnistas
de prensa, de los escasos con talento y capacidad de
miras, señalan preocupación ante lo que ven, pero lo único
que se les ocurre es que para revertir lo que se ve venir
como tendencia, hay que recurrir al humor. Es bastante
probable que los humoristas lo harían
mejor que algunos de estos “dirigentes” apoltronados, pero
no es el caso. No podemos poner a los humoristas a dirigir
la resistencia, aunque hagamos uso del humor como lo hacen
los extraordinarios caricaturistas de los que dispone la
prensa escrita. El humor jugó un extraordinario papel en
la caída de algunas de las dictaduras de Europa del Este,
pero es un aporte interesante, no la estrategia para
enfrentar a un régimen forajido como este.
Insisten en que la única
manera es ir a votar e iremos a votar “NO” por la sencilla
razón de que, independientemente del resultado, hay que
dejar sumatoria de una voluntad de aguante. Pero no es la
única forma ir a votar. Hay que ejercer la resistencia y
dejar constancia de una protesta ante esta convocatoria a
elecciones que no es otra cosa que un abuso y una
reducción de nuestros derechos, aunque la pantomima
oficial lo pinte a la inversa, como un acrecentado derecho
de seguir haciendo con este país lo que les venga en gana.
Algún lector comenta debajo de mi artículo anterior “ya lo
hemos intentado todo”, ¿cómo hacemos?”. No lo hemos
intentado todo, lo que han hecho es abusar del país hasta
cansarlo con marchas inútiles (ya de lo
bailoterapia y lo de los
cantantes al final está dicho) y en lo particular no me
canso de recordar aquella donde a los marchantes los
esperaba Miss Venezuela de traje típico y de brazo de
Osmel Souza. Es la falta de
imaginación y talento para manifestar rechazo y mellar al
régimen lo que caracteriza a la llamada oposición.
En suma, la oposición que va a
cuidar los votos parte de la premisa de que tiene los
votos y yo me pregunto si este país será capaz, el día
siguiente del 15 de febrero, que si no me equivoco es 16,
de poner las cosas en su sitio y mandar a sus casas a
ciertos individuos y, haciéndole caso a la columnista que
quiere frenar la dictadura con humor, decida elegir como
diputados a la Asamblea Nacional a los humoristas en
sustitución de los dirigentes de los partidos de
oposición.
El país:
Mientras tanto lo que
queda de país está atónito, preocupado, entristecido y
pesimista. No hay la menor alegría por ninguna parte. ¿O
es que no se asoman a la psicología colectiva para
apreciar como la gente se siente a la deriva, sin destino
y sin futuro? La gente se siente abusada por el gobierno y
se siente perpleja ante la oposición. El país de carne y
hueso ve a la pobreza que se extiende, a los mendigos
cocinando en latas de manteca en las islas de las
avenidas, como los veo yo; a los mendigos trepando de
manera insólita por las columnas de las estaciones del
Metro para improvisar, con cartones y periódicos, el lecho
de la noche, como los veo yo; a los niños haciendo de
malabaristas en los semáforos, como los veo yo.
Esto es, el país se mira a sí
mismo y ve la ruina, el deterioro, el abandono y se coloca
en la psicología “el que aquí entre que pierda toda
esperanza”. Hay que tener un proyecto de país más allá de
cuidar los votos que se supone se tienen. Hay que montarse
por encima del vicio perverso y electoralista del régimen.
Lo que queda de país está perplejo y se hace urgente
sacarlo de la perplejidad con el empuje de un liderazgo
auténtico. Formas de lucha quedan por montones, estimado
lector que argumentaba que lo hemos probado todo. Sólo hay
que tener la inteligencia para reconocerlas e
implementarlas. Y eso le toca al país, porque es el país
el que produce líderes y si no los produce es por su
propia ceguera y por su propia incapacidad de
discernimiento. Y si está ciego y no discierne, nos toca a
algunos repetírselo, hacernos malasangres, odiados por
quienes todavía tienen los restos del poder massmediático,
tachados por los dueños de las pequeñas e insignificantes
estructuras partidistas. Es nuestro deber y lo cumplimos.
Lo hacemos porque hemos asumido la nación, no los pedazos
de este rompecabezas miserable al que nos han reducido.
teodulolopezm@yahoo.com