Los aires de dictadura abierta
recorren este descampado. La desmadrada advierte que si
gana la oposición habrá guerra civil. El delincuente
culpable de la desgracia de miles de familias observa que
aprobará la enmienda para que adecos y
copeyanos no regresen al
poder, negando así toda alternabilidad, principio básico
de la democracia. El aire es pesado, del calor y del color
que anuncia la tormenta. Los restos de lo que fue esta
república reciben el olor de la bota infecta y la voluntad
de opresión se vuelca como vómito sobre estos ciudadanos
inertes que idiotamente “andan en lo suyo” como huérfanos
sin la mano caritativa de una monja de asilo de
desvalidos.
Ya no es la república lo que
está en peligro, desaparecida, anulada, borrada,
estiercolada. Lo que ahora
está en peligro es la existencia individual de cada quien,
esa placidez hogareña donde los imperturbables se refugian
considerándola invulnerable a las inclemencias del tiempo,
como si una chimenea caliente y un estofado recién salido
del horno fuesen garantía suficiente para hacer de su
aislamiento una campana neumática a prueba de dictadura,
de totalitarismo, de poder omnímodo violando todo lo
violable y saqueando todo lo
saqueable.
Ahora la dictadura va en
búsqueda del bocado que la sacie, de la eternidad que la
salve del juicio de los hombres, mientras los cretinos de
este país le exigen al dictador que se comporte “como un
buen padre de familia” o ese tembloroso comandante de la
Guardia Nacional manda a reprimir estudiantes para evitar
que le corten su carrera, tan bella e impecable ella, sin
otra mancha que la de avalar la dictadura y traicionar a
los principios.
Mientras tanto el dictador se
saborea, se relame, obtiene orgasmos múltiples enseñándole
al cineasta Oliver Stone
donde jugó metras o donde lanzaba el trompo, con el
narcisismo propio de un Idi
Amin y con la estulticia
propia de un Mugabe. Y, sobre
todo, con el goce prematuro de volver a saborear una
“victoria electoral”.
Todo indica que lo va a
lograr. Todo lo indica porque el país piensa que va a
ganar, porque el país está desmotivado, porque los
insignes encuestadores hacen proyecciones falsas de viejas
cifras, porque hablan demasiadas pendejadas buscando
sustituir a los medios radioeléctricos apagados en procura
de alzarse como los nuevos gurúes grandilocuentes que le
enseñan a la oposición como actuar. Porque recurren a
viejos conceptos obsoletos, como ese de que las cifras de
las elecciones regionales no son
extrapolables a la situación del referéndum,
olvidando que el sujeto recuperó un millón de votos de los
tres que se le habían perdido y haciendo ganar a inútiles
y mostrando que conserva la magia de los demagogos
insignes.
No basta con hacer campaña por
el “NO”. Lo repito, no para que me hagan caso, porque un
intelectual no dice la verdad para que los idiotas de
turno acepten la realidad, sino para dejar constancia
desde su aislamiento y desde su perspectiva. Son unos
imbéciles que no tienen nada entre ceja y ceja, unos
cretinos pausados que “juegan a la democracia” y con ello
al escaso destino que nos queda. Hace falta la protesta,
hace falta gas lacrimógeno de ese que ordena lanzar el
pequeño y obediente comandante de la Guardia Nacional. O
hace falta recurrir a medios imaginativos de protesta para
evitar que las sensibles narices de esta clase media
aposentada sienta sus narizotas
irritadas por la voluntad represiva de la dictadura.
Sin protesta ganará el
referéndum. Habrá consultado por última vez. Esos
tranquilos ciudadanos que vacilan en votar ya no tendrán
semejante disyuntiva, pues no habrá más consultas, muerto
el líder de La Habana el líder africano del continente
americano hará de las suyas como le venga en gana. Lo que
resta de este país está de rodillas. El país debe pasar
por encima de estos seudodirigentes
acomodaticios que sólo piensan en cuñas publicitarias para
oponerse, en financiamientos para desarrollar la oposición
que sólo puede venir de una calle ardiente y de una
voluntad unívoca.
No basta votar, no basta hacer
campaña de colocación de carteles en los postes. Hay que
protestar por la estulticia de una pregunta absurda,
estúpida y despreciativa de la inteligencia de los
venezolanos. Hay que protestar por un Ministerio del
Poder Popular para las Elecciones (antiguo CNE), según la
afortunada frase del historiador Germán Carrera Damas, que
corre servil a evitar la inscripción de nuevos votantes y
a organizar la parodia del dictador. Hay que protestar por
unas Fuerzas Armadas que sin saber de convocatoria corre
humilde y arrastrada a preparar la vigilancia militar del
nuevo hecho prostitutivo y
degenerativo del acto de votar.
Esta oposición sólo sirve para
votar, cuando necesitamos una que sirva para resistir.
Iremos a votar, nadie pregona la abstención a conciencia,
pero hay que restregarle en la cara que no tiene sentido
político de la gravedad del momento y menos visión de lo
que viene. Si gana vendrá la arremetida. Si pierde vendrá
la arremetida. La dictadura, con apenas disfraces, está a
la vuelta de la esquina. Está embozalada con los colmillos
húmedos y el ansia irrefrenable de imponerse, mientras
aquí unos cuántos estúpidos juegan “a la democracia”. El
acto de votar ya está prostituido, lo que se busca es la
falta de respuesta, las elecciones han pasado a ser una
arma de la dictadura, las elecciones son ahora una parodia
del poder omnímodo que debería ser revertido por una
oposición incapaz de entender como ante sus ojos imbéciles
se diluye la única arma de los demócratas.
La única arma de los
demócratas he escrito, mientras la corrupción de los
generalices llega a los extremos hasta que se les
demuestre que el régimen se está cayendo, ocasión en que
actúan en consecuencia. La hipocresía y las conveniencias
presiden, han presidido siempre, la suerte de este erial.
Vergogna, se dice en italiano, que me
parece la manera más fuerte de decirlo en cualquier
idioma.
Vergogna, debería
sentir este país si no se alza por encima de los
patibularios y sale a defender su libertad.
Vergogna, si esta supuesta oposición se
limita a llamar a votar.
Vergogna,
si este país no resiste.
Vergogna,
si no somos dignos de una patria, de una ciudadanía, de
una valentía de resistencia, de un ejemplo de valor.
Vergogna, si no somos capaces de ejercer
la dignidad por encima de los privilegiados
massmediáticos y si no somos
capaces de darle una bofetada a la dictadura como se le da
al monstruo come piedra que desde la fantasía alucinada
viene a vejarnos, a reducirnos a disfraz de ciudadanos.
teodulolopezm@yahoo.com