Leo a los analistas que se
preguntan el porqué del cambio brusco en las encuestas que
de dar una amplia ventaja al “NO” ahora presentan un
virtual empate técnico. La razón es muy sencilla: la gente
ha confundido votar “NO” con votar por la llamada
oposición.
La llamada oposición pintó los
horrores de lo que sería aprobar la reforma constitucional
y cuando todo lo que ella contenía (excepción hecha de la
reelección presidencial indefinida) fue emitida vía
decretos-leyes en el llamado “paquetazo”
fue incapaz de ejercer protesta. La gente habrá pensado
que las cosas no eran tan graves como habían sido
pinceladas y que no notaba los efectos prácticos. Por
supuesto que esos textos legales están vigentes y serán
aplicados, pero todo en su debido momento.
La falta de protesta ante el “paquetazo”
fue una omisión criminal, tal como la definí y la defino.
La llamada oposición andaba engolosinada con un
electoralismo enfermizo y se inventó la desgraciada
expresión “trapo rojo” para que nada la sacara de su afán
candidatural. Ahora se
inventaron “no caer en provocaciones” cuando todo el país
ve las vejaciones a que son sometidos el Alcalde Ledezma y
otros funcionarios de su despacho, como se ocupan y se
mancillan locales de esa Alcaldía sin que la llamada
oposición ejerza acción de protesta alguna. La gente se
pregunta para que fue a votar y
elegir si la dictadura acosa, maltrata y destruye a
quienes eligió sin que se salga en su defensa.
La gente muestra indignación
por el feriado conmemorativo de los diez años del eterno y
gremios y universidades acatan pasivamente el llamado a la
vagancia desperdiciando una oportunidad única de ejercer
resistencia. No había mayor y mejor manera de mostrar una
voluntad de resistencia que llamar a trabajar.
Elenco sin agotar las
omisiones. La razón, colegas columnistas de opinión, es
que la gente está confundiendo votar “NO” con votar por la
oposición y de ese error hay que sacar a la gente. A mí me
basta escuchar lo que me dicen: “no queremos regresar al
pasado”… “queremos gente nueva”… “estamos hartos de esa
gente”.
Pues bien, es mi deber decirle
a mis compatriotas que el 15 de febrero no vamos a votar
por la oposición, vamos a votar por el país. El 15 de
febrero arreglaremos cuentas con el gobierno. Con la
oposición arreglaremos cuentas después.
Hay que ir a votar porque ante
el cúmulo de omisiones de la oposición ya no queda otra.
Si bien la llamada oposición no sabe otra cosa que votar
–resistir es algo que todavía no ha aprendido- debemos
entender que hay que votar aunque la llamada oposición
llame a votar.
Si el
eterno amenaza con nuevas consultas si pierde el 15
de febrero, ya veremos si el llamado a elecciones ha sido
completamente prostituido, si ya se pregunta para que no
haya respuesta o si el camino electoral sigue vigente. No
nos adelantemos. Entendamos que ahora no hay vuelta atrás:
debemos ir a votar por el país, no por la oposición.
Recordemos que no hay tarjetas de nadie, simplemente un
“SÏ” y un “NO” y la escogencia obvia es el “NO”.
Hagamos la historia conforme
la historia se presenta. Primero el gobierno, después la
llamada oposición. El 15 de febrero habrá cambios
significativos en nuestro devenir histórico, sea que la
balanza se incline para un lado o para el otro, pero, como
siempre hay que decir, es mejor que se incline hacia el
país y no hacia el gobierno, de manera que abstenerse en
este remedo anticonstitucional y perverso es un error. No
olvidemos que vamos a votar en dictadura –como lo he
advertido en numerosas ocasiones- y de ello hay que estar
conscientes y que vamos a votar contestes de la
perversidad e ilegitimidad del acto comicial mismo.
Difícil situación, sin lugar a dudas, pero la realidad nos
ha traído hasta aquí y con la realidad ya no se puede: hay
que votar.
Otra cosa será el 16, día tan
importante como el 15. Aparte de las turbulencias posibles
el país tendrá que mirarse en el espejo y comenzar a tomar
decisiones por sí mismo, sin esperar que alguien se de un
paseo por el Boulevard de Catia como suprema expresión de
su activismo opositor o que alguien repita incoherencias
para mostrar que su liderazgo está vigente. Pero primero
es lo primero y el 15 es antes del 16.
Votemos por nosotros mismos el
día 15. El día 16 asumamos nuestras responsabilidades y
comencemos a hacernos dueños de nuestro propio destino. La
historia otorga la oportunidad llamada en política “pase
de facturas”. Votemos el 15 y después nos pagamos y nos
damos el vuelto.
teodulolopezm@yahoo.com