Las cifras, en el campo de la
oposición, muestran a Un Nuevo Tiempo como el partido más
votado, seguido de Acción Democrática, Primero Justicia y
COPEI, en ese mismo orden, sólo que la votación de UNT
está concentrada de tal manera en el Zulia que de hecho el
primer partido oposicionista es AD, por estar parejamente
repartido en el país, sin feudos específicos que le den
visos de localización.
Los cuatro partidos
mencionados aumentaron su votación. Lo de AD no sorprende,
bastaba escuchar la calle para darse cuenta de ese
resurgimiento debido a varios factores: parte de la
militancia de base absorbida por el oficialismo estaba
dispuesta a regresar, la fuga hacia UNT se reproducía
ahora a la inversa ante la decepción ocasionada por este
último en su comportamiento de cara a la llamada “unidad”.
Algo parecido explica la situación de Podemos: la gente
regresa a sus viejas militancias sin detenerse en fórmulas
intermedias.
Hay elementos de diversos
signos en este hecho numérico. Ahora no me puedo detener a
teorizar sobre esa manida frase de “sin partidos no hay
democracia”, la cual es conceptualmente incorrecta, pero
algo debo decir. En primer lugar parafrasear la famosa
frase de Clinton y aseverar
“es el siglo XXI, estúpido, es el siglo XXI”. Las nuevas
formas de organización social brotan por doquier y son muy
diversas: las viejas estructuras sindicales, empresariales
y gremiales se han derruido. Ahora se asoman las llamadas
“tribus urbanas”, la interconexión de redes de intereses
comunes, la comunicación sustituyendo a la información en
la base de la pirámide social. En verdad, la frase más
aproximada sería “sin partidos no hay elecciones” y ello
porque el Derecho y la Teoría Política no han logrado
producir una fórmula sobre postulaciones de candidatos que
no provengan del monopolio partidista, ya que la
posibilidad de grupos independientes haciéndolo es etérea,
más entre nosotros con perversiones como las llamadas
“morochas”. El mundo marcha hacia una democracia
electrónica, pero aún no se puede materializar,
especialmente por la carencia de acceso tecnológico en
buena parte del mundo pobre y porque deberán
perfeccionarse los mecanismos de defensa contra las
intervenciones indeseadas, pero eso será este siglo, uno
donde podremos opinar –no sólo elegir- sobre diversos
temas desde nuestras computadoras.
No hay el menor signo de
cambio interno en estas
semiestructuras partidistas redivivas en las
elecciones del 23-N. Siguen siendo organizaciones
verticales, llenas de vicios de la democracia del siglo XX,
una donde el país venezolano vio reproducida la concepción
estalinista de partido. Si hacemos un poco de memoria
deberemos recordar la expresión “cogollos”, tan en boga en
los estertores del período democrático bipartidista. Sin
conceptuar a fondo lo que sí se puede decir es que la
democracia del siglo XXI reclama partidos horizontales,
fluidos, y hasta de consensos temporales sobre
circunstancias específicas. Deben ser simples instrumentos
de sentido organizativo de una opinión común sobre
principios básicos y sobre posiciones concretas ante
exigencias específicas, voluntad formada democráticamente
y no resultado de una imposición de eso que se ha dado en
llamar “direcciones nacionales”. En suma, otras
organizaciones en un mundo democrático múltiple de
organización social variada, simples vías de expresiones
alcanzadas por parte del cuerpo social y que necesitan una
herramienta para manifestar el acuerdo específico.
En el terreno de la coyuntura
que vivimos los venezolanos el hecho de fortalecimiento de
los partidos mencionados podría ser considerado como
positivo, si es que abandonan las prácticas aberrantes, ya
implementadas muchas de ellas en la selección de los
candidatos para el 23-N. El amigo Francisco Montero ha
enviado al grupo yahoo
“Democracia Activa” una serie de propuestas para la
selección de los candidatos a concejales y miembros de
Juntas Parroquiales que podría ser una buena base para la
discusión. Si los partidos no son permeables a los
liderazgos no comprometidos de manera partidista, seguirán
siendo cotos cerrados de pequeñas maniobras internas para
la conquista de las posiciones. Por otro lado, asistimos
al nacimiento de al menos unos ocho o diez pequeños
partidos que viven las dificultades propias de este tipo
de iniciativa. Si uno mira con detenimiento en ellos hay
gente de especial valor y yo me pregunto porque no se
reúnen a conversar. No les planteo que se fundan en una
sola organización, pero muy bien podrían acordarse en la
creación de una especie de federación para afrontar el
planteamiento de líneas políticas comunes y hasta de
candidatos comunes ante procesos electorales por venir, si
es que elecciones hay.
Podemos y PPT tomaron caminos
diferentes. El primero se abrió hacia el cuestionamiento,
el segundo optó por mantenerse en el campo oficialista con
muestras de independencia. Ahora se vuelven a encontrar en
situación difícil. Cuando estaban en la primera disyuntiva
les dije que su destino era fusionarse. Ahora soy más
cuidadoso y les digo que deben sentarse a conversar. Al
fin y al cabo la llamada disidencia anduvo alrededor del
medio millón de votos. Julio César Reyes, en Barinas y por
ejemplo, va a necesitar de algo más que una organización
localizada en su estado para sobrevivir políticamente. La
oferta de un partido que llamaremos provisionalmente, y
sin rigor conceptual, de “socialismo democrático”, podría
ser interesante para Reyes y quizás podría ser la salida
de drenaje para la militancia oficialista desencantada que
no quiere regresar a los viejos partidos del período
democrático. En cuanto a la línea política deberán
reflexionar en profundidad. Podemos no tiene problemas al
respecto, ha ejercido el cuestionamiento más que mucho
partido de la llamada “oposición”, pero el PPT no puede
mantenerse dentro del gobierno en las circunstancias
actuales, porque estaría condenado a desaparecer
totalmente. En esta situación hay que volver a recordar
que se necesita la creación de una nueva mayoría y que sin
la disidencia ello no es posible.
Este análisis sobre la
situación partidista lo hago en medio de la reacción de la
dictadura ante los resultados electorales. Saqueos,
manifestaciones extemporáneas, amenazas de todo tipo,
anuncio estrambóticos de referendos revocatorios como si
esto fuese la Radio Rochela y no un país, acusaciones de
“fascismo” y advertencias de “vigilancia”, falsificaciones
como la supuestos cierres de “Barrio Adentro” y de
“misiones”, procedimientos contra medios de comunicación y
toda clase de intemperancias propias del tipo de régimen
que padecemos. Lo advertí repetidas veces; cuando se vota
en dictadura hay que saber a que atenerse y tener
previstas las reacciones estratégicas y tácticas. Como lo
dije lo repito: no sé si he sido escuchado.
teodulolopezm@yahoo.com