Yo le pido
a Chávez/ tú le pides a Chávez/ él le pide a Chávez/
nosotros le pedimos a Chávez y
así hasta el final de la conjugación del verbo pedir.
¿A quién se le pide? Uno no sabe si buscar el intérprete
para sordos mudos para el destinatario de tantas
solicitudes o para quienes mandan los mensajes que
evidentemente piden y más piden en una grandísima “pedidera”.
Y he aquí a Chávez saltando de emoción y gritando “sí,
pídanme”. Pedirle a Chávez que respete el orden
constitucional y se porte bien es llenarlo de alegría,
pues argumentará que no se han dado cuenta de nada.
Más alegría le
da cuando los peticionarios acompañan la solicitud de
respeto al orden constitucional con pequeños -y a veces no
tan pequeños- requiebros hacia la violación de ese orden.
Pero hay otros que conjugan los verbos crear/ ofrecer/
inventar/ construir. Ando por Chacao con dos
propósitos: presenciar el acto donde Samantha Quintero
firmará ante un notario su oferta de una campaña ecológica
por la alcaldía, debido a la contaminación reinante con
afiches, camiones con parlantes y demás parafernalia. El
segundo, encontrar un adaptador para un grabador, pues
ando en planes de poner sonido a nuestra página literaria
de la editorial www.aladecuervo.net; si bien Chacao es el
paraíso de todo lo que tiene que ver con electricidad,
electrodomésticos, sonido y demás menjurjes, no consigo lo
que busco: en todas las tiendas me dicen que por falta de
divisas no hay piezas de ningún tipo. En cuanto a lo
primero, aprovecho para conocer a Samantha, pero la visita
me depara una agradable sorpresa adicional. Me encuentro
con los muchachos del Movimiento Ecologista (el
equivalente a los llamados “verdes” europeos) y los verbos
crear/ ofrecer/ inventar/ construir. Es evidente
que no han tenido acogida en los medios, pues confieso que
no sabía de ellos. Son unos muchachos estupendos con quien
converso sobre el concepto de política, les sugiero que se
llamen “verdes” como en Europa y en otros lugares del
mundo, les pregunto si son candidatos a algo y la
respuesta me llena de satisfacción. En efecto, casi todos
aspiran en el Municipio Libertador, de manera que no andan
rebuscándose espacios fáciles. Son todos profesionales
universitarios. Para citar un solo ejemplo, Enrique Rubio
es candidato a alcalde de Libertador. Es un ingeniero
electrónico egresado de la Universidad “Simón Bolívar” y
coordina la llamada “Escuela de emprendedores”. Su oferta
de gobierno está inspirada en el trabajo realizado en más
de 100 comunidades, entre las cuales el 23 de enero, La
Vega, La Yaguara, La Pedrera, El Valle, Catia, San Martín,
El Guarataro, Carapita y Carapa. Me pongo a leer su
programa de gobierno y me encuentro con “fortalecimiento
de la ciudadanía”, “plan de enlace gubernamental”, “plan
de atención a las prioridades municipales” y un “plan de
desarrollo municipal”.
Uno se recarga
cuando se encuentra a las mujeres y a los jóvenes que
andan haciendo sus primeros pininos en la política.
Ofertas concretas, pensadas, analizadas, factibles. Gente
así dignifica cualquier campaña electoral, la hace
trascendente. Seguramente muy poca gente, en eso que
llaman “factores de poder”, sabe quien es Enrique Rubio,
candidato a alcalde de Libertador, pero tengan la
seguridad de que sabrán de él, como sabrán de todo ese
grupo de muchachos estupendos, como sabrán de estos
“verdes” venezolanos que entienden la política como una
entrega al servicio de sus conciudadanos.
Dejo de lado
mi tesis sobre la renovación de la democracia gracias a
las mujeres y a los jóvenes, para volver sobre los que
piden. “Le pedimos que respete el orden constitucional,
le pedimos que no viole los artículos que pretendía
reformar, le pedimos que se porte bien y ejerza como un
presidente democrático”. Quizás debería ir hasta la
picaresca española, apelar a Don Francisco de Quevedo,
hurgar en los resquicios de la “commedia” italiana o hasta
en algunos exabruptos de aquellos que se pronunciaban en
la intimidad de la Inglaterra isabelina. Debería apelar a
“Pancho” Herrera Luque con una llamada telefónica para
pedirle que me instruyera sobre el comportamiento
adolescente, pero el novelista desgraciadamente no está y
no tengo amistad con Franzel Delgado Señor; el único
psiquiatra que conozco desde los años juveniles en la UCV
es Rubén Hernández, pero él es especialista en sexología y
de eso no se trata.
Cuando se
cumple un año de la expropiación de RCTV recuerdo que la
última vez que entré a ese canal fue a mediado de los años
60 (como se ve no estoy en la lista de “entrevistados
predilectos”). Tuve que ir porque Arístides Calvani era un
caso. Un día nos anunció a sus alumnos de Filosofía del
Derecho que estaría ausente de clases por viaje al
exterior y que su programa de televisión quedaría a cargo
de su joven alumno Teódulo López Meléndez. Me costó un
mundo llegar: las calles estaban sembradas de clavos, no
había un alma por la calle y una bala perdida bien podía
toparse con la humanidad de cualquiera, pero tenía que
cumplirle a Arístides quien había entregado su programa de
televisión a un imberbe de 17 años.
La situación
en la calle se debía a una ofensiva de la guerrilla que
ahora pintarrajeaba las paredes con la consigna RR,
Renuncia Rómulo. Golpeado en el campo el movimiento
guerrillero intentaba la acción urbana. Pedía la renuncia
del presidente y pedir la renuncia de un presidente
equivale a varias cosas: movimientos masivos o violencia
desatada o acción guerrillera o ataques armados. Eso de
pedirle la renuncia a un presidente no es sentarse en la
computadora a teclear “yo te pido la renuncia”.
Por cierto, a
su regreso el doctor Calvani no me dijo ni media palabra
sobre mi comportamiento en RCTV. Cuando me vio me dedicó
una de sus esplendorosas sonrisas y una de sus sonoras
carcajadas y permítanme decirles que me parece recordar
saqué una excelente nota en Filosofía del Derecho, a pesar
de lo mal estudiante que fui toda mi vida.
tlopezmelendez@cantv.net