I
Quizás debería dejar sentado
que cuando utilizo la palabra tragedia lo hago en el
sentido griego clásico. (Esquilo,
Sófocles y
Eurípides no hacían otra cosa que
ocuparse de lo sensible de su tiempo). Es
que ahora, en momentos en que se aproxima a su final este
2008 venezolano, hago memoria de la cantidad de muertos
que hemos tenido aquí sin que nadie haya ordenado la
aplicación de la justicia; por el contrario, se ha
aplicado la injusticia convertida en nueva política de
Estado.
Si un gobernante europeo
ofrece excusas, aunque sean tardías, como lo ha hecho el
Primer Ministro griego Costas
Karamanlis, un gobierno latinoamericano, como el
nuestro, ha observado impasible la caída de las víctimas
que su propia acción represiva ha producido. El
lanzamiento de los dados sobre el tapete de lo posible es
llamado azar. La tragedia es un macho cabrío
τράγος /"trágos"/,
es decir, el enfrentamiento contra el universo que parece
moverse de manera poco convencional o contra los dioses
empeñados en una prueba desigual contra la voluntad
humana. Los dioses, al fin y al cabo, no eran otra cosa
que una creación sobrenatural de lo natural humano para
buscar explicaciones que no encontraban en otra parte. No
obstante, el hombre se enfrentaba a los desiguales
combates dando origen a esa palabra olvidada, a humanismo.
La reflexión la llamaron filosofía. Si disgrego es porque
pronosticar un año que comienza es azar, y más aún lo es
en medio de una tragedia, porque el pronóstico casi toca
lo ontológico.
II
No obstante, esta realidad
venezolana es pantomima dictatorial. De otra manera no
puede llamarse cuando se saquean las dependencias perdidas
y se trata por todos los medios de imposibilitar el acceso
de los vencedores de la oposición a las dependencias que
ganaron con el voto ciudadano, mientras, al mismo tiempo,
se ofrecen “puentes” a la oposición; mientras se golpea
estudiantes en una acción brutal y se solicita “por amor”
que se apruebe la nueva enmienda. La violación del Estado
de Derecho es la “normalidad” y el peso abismal del Estado
en el uso impúdico para ganar adeptos a las pretensiones
de eternizarse en el poder pasa a ser algo tan natural
como vestirse con ropajes bonapartistas. El llamado a que
todos los funcionarios afines al partido de gobierno sean
los jefes de la campaña de quien tiene la corona en las
manos y aún no se la coloca en la cabeza a la espera de
estar frente al espejo de sumo sacerdote, es el abuso
degenerativo insoportable que preside la entrada al nuevo
año venezolano.
Puede ganar su apuesta de
jugador de ruleta rusa. Las elecciones normales se ganan o
se pierden, diría Perogrullo de la mano de don Francisco
de Quevedo y Villegas, pero no podemos olvidar que el
personaje que quizás existió y era considerado un
“escritor quimérico”, “a
la mano cerrada le llamaba puño”. Lo que viene
en Venezuela es el puño. Si no se puede con todo el peso
del Estado y con las triquiñuelas amamantadas en estas
próximas elecciones anormales, golpeará con otras formas y
maneras, tal como lo ha hecho después de las elecciones
regionales.
El decorado es de pantomima,
pero el contenido de la obra es de tragedia. No bastará
con ir y ganar de nuevo la repetida pretensión de
eternizarse. Una vez más hay que estar preparado para lo
que vendrá después, independientemente del resultado. La
“mano cerrada” llegará también en caso de que se alce con
la ponzoña amañada. La foto del gobierno venezolano en el
2009 es exacta a esa que hemos visto del gorila golpeando
al estudiante hace escasos días. No tenemos escapatoria ni
cuevas perentorias donde ir a escondernos, por lo que
reitero mi aversión por esa frase tan ingenua de pedir que
“nos deje pasar en paz la Navidad”. La república no tendrá
paz ni consuelo. Se parte de que el poder fue adquirido
para siempre y no se suelta. La posibilidad de que el
poder se pierda hace que en los dedos del puño cerrado se
coloquen esas anillas de metal que los
gansters utilizan para
fracturar la mandíbula de quienes hay que someter.
En el 2009 venezolano no hay
lugar para ingenuidades. Cabe, una vez más recordar, que
aquí no se lucha para reponer el pasado, para que los
“amos del valle” vuelvan a desafiar con sus poderes la
necesidad de democracia con justicia. Cabe recordar que
hay que partir del presente, respetando y estimulando toda
organización comunal, eso sí, desprovistas de la costra
decaída del sectarismo y del abuso “ideológico”. Se nos ha
sometido a una guerra de desgaste que entremezcla la
sucesión ininterrumpida de pequeños golpes de Estado, pero
que puede llegar hasta el zarpazo final, a la patada a la
mesa, al abandono de las apariencias de conveniencia.
III
El mundo actual es otro, puede
argumentarse, uno donde no es posible la dictadura
abierta. Es verdad a medias, y lo comprobamos en Zimbabwe
donde ahora se clama por la ida del dictador con el cual
ya no se puede hacer negocios y la única posibilidad es la
de gastar dinero para atender a los moribundos del cólera
que son cargados en carruchas como testimonio de la larga
espera norteamericana y europea para presionar la salida
del dictador.
Allí está el Tratado de Roma y
la Corte Penal Internacional, puede argumentarse,
escenarios donde se pagarán, tarde o temprano, los
crímenes. Es verdad, y vimos y vemos como se juzga a los
criminales de guerra que brotaron como hongos ante la
disolución de Yugoslavia, sólo que después de que los
genocidas habían perdido el poder y la conciencia se
tradujo en acción para frenar la matanza.
Allí está el Tribunal Penal
Internacional condenando a cadena perpetua al coronel
Thenoeste
Bagosora por el genocidio en Ruanda. Es verdad,
pero primero la milicia hutu
asesinó a 800 mil personas de la minoría
tutsi. La tragedia no fue
frenada, la tragedia pende sobre la conciencia de un mundo
ahora capaz de condenar, pero no de evitar.
Ya hablar de dificultades en
un nuevo año venezolano es transformarse en Perogrullo. Se
hace necesario abatir el engaño de la posibilidad de
treguas y la de convertirnos en avestruces evocando la
calidez artificial de un diciembre preñado de arbolitos de
Navidad y aún de pesebres. Los venezolanos deben saber
que “a la mano
cerrada le llamaba puño” y que el 2009 será
duro, no sólo porque seguimos dependiendo del petróleo que
se cae en precios y en posibilidades futuras, sino por la
ineficacia de un régimen que se verá abultada y a punto de
estallido y porque ese puño envuelto en violaciones a la
Constitución partirá de la base de que el poder se
conserva a cualquier precio.
teodulolopezm@yahoo.com