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El 2009 venezolano:
“A la mano cerrada le llamaba puño”

por Teódulo López Meléndez  
domingo, 21 diciembre 2008


I

Quizás debería dejar sentado que cuando utilizo la palabra tragedia lo hago en el sentido griego clásico. (Esquilo, Sófocles y Eurípides no hacían otra cosa que ocuparse de lo sensible de su tiempo). Es que ahora, en momentos en que se aproxima a su final este 2008 venezolano, hago memoria de la cantidad de muertos que hemos tenido aquí sin que nadie haya ordenado la aplicación de la justicia; por el contrario, se ha aplicado la injusticia convertida en nueva política de Estado.  

Si un gobernante europeo ofrece excusas, aunque sean tardías, como lo ha hecho el Primer Ministro griego Costas Karamanlis, un gobierno latinoamericano, como el nuestro, ha observado impasible la caída de las víctimas que su propia acción represiva ha producido. El lanzamiento de los dados sobre el tapete de lo posible es llamado azar. La tragedia es un macho cabrío  τράγος /"trágos"/, es decir, el enfrentamiento contra el universo que parece moverse de manera poco convencional o contra los dioses empeñados en una prueba desigual contra la voluntad humana. Los dioses, al fin y al cabo, no eran otra cosa que una creación sobrenatural de lo natural humano para buscar explicaciones que no encontraban en otra parte. No obstante, el hombre se enfrentaba a los desiguales combates dando origen a esa palabra olvidada, a humanismo. La reflexión la llamaron filosofía. Si disgrego es porque pronosticar un año que comienza es azar, y más aún lo es en medio de una tragedia, porque el pronóstico casi toca lo ontológico. 

II

No obstante, esta realidad venezolana es pantomima dictatorial. De otra manera no puede llamarse cuando se saquean las dependencias perdidas y se trata por todos los medios de imposibilitar el acceso de los vencedores de la oposición a las dependencias que ganaron con el voto ciudadano, mientras, al mismo tiempo, se ofrecen “puentes” a la oposición; mientras se golpea estudiantes en una acción brutal y se solicita “por amor” que se apruebe la nueva enmienda. La violación del Estado de Derecho es la “normalidad” y el peso abismal del Estado en el uso impúdico para ganar adeptos a las pretensiones de eternizarse en el poder pasa a ser algo tan natural como vestirse con ropajes bonapartistas. El llamado a que todos los funcionarios afines al partido de gobierno sean los jefes de la campaña de quien tiene la corona en las manos y aún no se la coloca en la cabeza a la espera de estar frente al espejo de sumo sacerdote, es el abuso degenerativo insoportable que preside la entrada al nuevo año venezolano. 

Puede ganar su apuesta de jugador de ruleta rusa. Las elecciones normales se ganan o se pierden, diría Perogrullo de la mano de don Francisco de Quevedo y Villegas, pero no podemos olvidar que el personaje que quizás existió y era considerado un “escritor quimérico”, “a la mano cerrada le llamaba puño”. Lo que viene en Venezuela es el puño. Si no se puede con todo el peso del Estado y con las triquiñuelas amamantadas en estas próximas elecciones anormales, golpeará con otras formas y maneras, tal como lo ha hecho después de las elecciones regionales. 

El decorado es de pantomima, pero el contenido de la obra es de tragedia. No bastará con ir y ganar de nuevo la repetida pretensión de eternizarse. Una vez más hay que estar preparado para lo que vendrá después, independientemente del resultado. La “mano cerrada” llegará también en caso de que se alce con la ponzoña amañada. La foto del gobierno venezolano en el 2009 es exacta a esa que hemos visto del gorila golpeando al estudiante hace escasos días. No tenemos escapatoria ni cuevas perentorias donde ir a escondernos, por lo que reitero mi aversión por esa frase tan ingenua de pedir que “nos deje pasar en paz la Navidad”. La república no tendrá paz ni consuelo. Se parte de que el poder fue adquirido para siempre y no se suelta. La posibilidad de que el poder se pierda hace que en los dedos del puño cerrado se coloquen esas anillas  de metal que los gansters utilizan para fracturar la mandíbula de quienes hay que someter. 

En el 2009 venezolano no hay lugar para ingenuidades. Cabe, una vez más recordar, que aquí no se lucha para reponer el pasado, para que los “amos del valle” vuelvan a desafiar con sus poderes la necesidad de democracia con justicia. Cabe recordar que hay que partir del presente, respetando y estimulando toda organización comunal, eso sí, desprovistas de la costra decaída del sectarismo y del abuso “ideológico”. Se nos ha sometido a una guerra de desgaste que entremezcla la sucesión ininterrumpida de pequeños golpes de Estado, pero que puede llegar hasta el zarpazo final, a la patada a la mesa, al abandono de las apariencias de conveniencia.

III

El mundo actual es otro, puede argumentarse, uno donde no es posible la dictadura abierta. Es verdad a medias, y lo comprobamos en Zimbabwe donde ahora se clama por la ida del dictador con el cual ya no se puede hacer negocios y la única posibilidad es la de gastar dinero para atender a los moribundos del cólera que son cargados en carruchas como testimonio de la larga espera norteamericana y europea para presionar la salida del dictador.  

Allí está el Tratado de Roma y la Corte Penal Internacional, puede argumentarse, escenarios donde se pagarán, tarde o temprano, los crímenes. Es verdad, y vimos y vemos como se juzga a los criminales de guerra que brotaron como hongos ante la disolución de Yugoslavia, sólo que después de que los genocidas habían perdido el poder y la conciencia se tradujo en acción para frenar la matanza. 

Allí está el Tribunal Penal Internacional condenando a cadena perpetua al coronel Thenoeste Bagosora por el genocidio en Ruanda. Es verdad, pero primero la milicia hutu asesinó a 800 mil personas de la minoría tutsi. La tragedia no fue frenada, la tragedia pende sobre la conciencia de un mundo ahora capaz de condenar, pero no de evitar. 

Ya hablar de dificultades en un nuevo año venezolano es transformarse en Perogrullo. Se hace necesario abatir el engaño de la posibilidad de treguas y la de convertirnos en avestruces evocando la calidez artificial de un diciembre preñado de arbolitos de Navidad y aún de pesebres. Los venezolanos deben saber que  “a la mano cerrada le llamaba puño”  y que el 2009 será duro, no sólo porque seguimos dependiendo del petróleo que se cae en precios y en posibilidades futuras, sino por la ineficacia de un régimen que se verá abultada y a punto de estallido y porque ese puño envuelto en violaciones a la Constitución partirá de la base de que el poder se conserva a cualquier precio.

teodulolopezm@yahoo.com

 
 

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