I
He advertido sobre lo que
comporta votar en dictadura. Basta mirar y oír para
percibir con exactitud lo que esto significa. Cuando se
producen los resultados se producen las reacciones del
gobierno, variadas y aceleradas, como las del dictador
Marcos Pérez Jiménez después de las elecciones para
Asamblea Constituyente en 1952. He por ello observado que
las líneas estratégicas deben estar previamente definidas.
Toda posibilidad debe ser analizada y toda respuesta
prevista. No sé si he sido escuchado.
Esta es una elección
especialmente difícil y me refiero ahora a los resultados.
Una conclusión previa incuestionable es que la disidencia
al gobierno avanzará de manera notable. De allí en
adelante es cuesta arriba hacer pronósticos. Hay variados
elementos en juego, esto es, no podemos olvidar que
estamos ante una elección regional y local donde
afortunadamente –aunque de manera tardía- han aparecido en
algunos lados las ofertas programáticas correctas, lo que
puede inclinar a muchos electores. Por el otro lado,
querámoslo o no, Chávez ha bajado a ser candidato múltiple
incurriendo, por lo demás, en un abuso descarado sin
antecedentes en buena parte del mundo y a un lenguaje
amenazador que no encuentra antecedentes ni en las peores
dictaduras africanas.
No se trata de caer o no caer
en ese juego, el juego cayó, así de simple, de manera que
el señor Chávez debe saber que cada voto que no se emita
por su PSUV es un voto de repudio a él en persona. Es él
quien ha plebiscitado una elección regional y frente a eso
se ha seguido la táctica correcta, es decir, contestar con
las necesidades de la gente (seguridad, vivienda, basura,
etc.), pero, aún así, el juego cayó y el señor Chávez
deberá atenerse a las consecuencias de sus procederes.
Parece innecesario ahora
combatir la abstención. No encuentro a nadie que la
proclame, como en los días del referéndum constitucional
donde este columnista libró, junto a miles, la dura
batalla por llevar la gente a votar. Hay una intención
firme de cobrar en las urnas electorales la afrenta y de
precisar una respuesta contundente frente a este ejercicio
impúdico del poder. Habrá que hacer sacrificios extras
frente a un proceso que desde ya se ve lento. Terminará
tarde esta votación y aún más tarde veremos resultados.
Para ello hay que estar preparado con la tranquilidad
propia del hombre alerta y con la conciencia adecuada de
quien sabe lo que hay que hacer si se producen patadas
sobre la mesa.
II
Este proceso electoral no
concluye nada. Este proceso electoral es una estación en
el camino. Ciertamente contribuirá a desmejorar al régimen
en el control absoluto de los poderes locales y marca un
hito en el desgaste sostenido del régimen, pero no es más
que colocarse en un escalón superior para enfrentar la
arremetida. Este hombre, cuyo único propósito y razón de
ser, es mantenerse eternamente en el poder e impedir la
entrada del siglo XXI como Juan Vicente Gómez impidió la
del siglo XX durante 36 años, deberá seguir siendo
combatido con inteligencia y diseños muy precisos. Los
bastiones que se conquisten deberán ser eficientes en
cuanto a lo administrativo y a la eficacia, pero más allá
deberán ser manejados con criterios muy diferentes como
han sido manejados los que hasta ahora estuvieron en manos
de la oposición. Se mantendrán Zulia y Margarita, pero en
estos años desde allí no salió planteamiento alguno de
respuesta a los desafueros del poder. Zulia y Margarita se
multiplicarán por más, pero debe establecerse un clima que
impida la pregunta de porqué el control en esos sitios no
sirvió de nada para enfrentar el totalitarismo.
III
Si el mérito atribuible a Juan
Vicente Gómez es del haber extirpado los alzamientos
caudillistas, el mérito atribuible a Chávez fue poner una
agenda social sobre la mesa, una que desperdigó, falsificó
y desvirtuó, pero que puso. He repetido hasta la saciedad
que aquí debemos partir del presente y no del pasado. Con
detergente y esponja deberemos limpiar unos cuantos
principios correctos que fueron enlodados. Esto
deberán comenzar por entender
los gobernantes locales nuevos –y los no tan nuevos y los
viejos persistentes- que surjan de esta escaramuza
electoral para la que nos preparamos. Hay que mirar hacia
delante, no hacia atrás. Es el desafío de construir lo
nuevo lo que debe presidirnos, no el de restaurar lo que
atrás quedó. El ejercicio del poder local debe ser
enseñamiento de nuevas maneras y anuncio del futuro. Hay
que construir una democracia del siglo XXI, respetando de
aquella del siglo XX –ya ida con la era industrial y con
la modernidad- sus principios básicos como separación e
independencia de poderes y vigencia plena del Estado de
Derecho, sólo para mencionar dos, pero bajo la conciencia
de la innovación desatada, de la imaginación floreciente
que corresponde a la era
postindustrial y a este desafío indefinido que se
llama posmodernidad.
No es este el momento para
teorizar sobre esta democracia del siglo XXI, trabajo que
cumplo a diario, pues estamos en una disyuntiva llena de
peligros. Es sólo una consideración y una advertencia que
exige prácticas democráticas distintas a quienes salgan
electos y quieran hacer el porvenir. En el 2009 tendremos
–si así se nos permite- otra elección crucial sobre la
cual habrá que alertar a la gente con debido tiempo, pues
Concejos Municipales y Juntas Comunales deberán merecer
nuestra atención en grado sumo, dado que se trata del
poder abajo, el más inmediato con la gente a la que hay
que sacar del marasmo para señalarle un camino.
Si bien las lecciones en el
camino a este proceso electoral se han quedado cortas, las
que se den desde los puestos de gobierno conquistados no
podrán serlo. Si se fracasa no habrá alternativa, como
hasta ahora no la ha habido. Si del ejercicio de los
resultados no se muestra otra actitud y otra manera,
seguiremos en el mismo hueco de la inexistencia de una
propuesta de país que enfrentar al totalitarismo. Eso
sería lo peor que pudiese suceder.
IV
Los venezolanos votaremos el
23 de noviembre. Yo lo haré en el municipio Sucre del
estado Miranda y por supuesto que lo haré por Carlos
Ocaríz para alcalde, por
Henrique
Capriles para gobernador y por Antonio Ledesma para
Alcalde Mayor, como por los candidatos correspondientes al
Consejo Legislativo y a los cargos de concejales mayores.
Sin embargo, lo que sé es con que tarjetas lo haré. Mis
compatriotas deben aprender que tienen otra arma y es la
escogencia cuidadosa de la tarjeta con que votan. Aquí hay
más de uno que merece un castigo, como hay otros que
merecen un premio. De manera que insto a los electores a
votar, pero con el cuidado de saber hacerlo con las
tarjetas de partidos o grupos independientes que se lo
merezcan.
Estamos ya frente a este
proceso comicial que es un ítem de mucha importancia,
nadie lo puede poner en duda. Uno, no obstante, que es el
inicio de una inconclusión. El proceso histórico que
atravesamos no tiene un desenlace cercano, por el
contrario, entra en una nueva etapa de graves riesgos y de
sinuosos peligros. Más allá de los resultados y del
comportamiento que tengan los electos, más allá de las
marramuncias del régimen, y más allá de cómo enfrentaremos
los posibles tsunamis de la coyuntura, lo que a mí me
preocupa in extremis es la
creación de un nuevo espíritu, la posibilidad de asumir
–al fin- estrategias claras que nos lleven a un salto
hacia delante, las posibilidades de abrir las compuertas
de la imaginación creadora hacia una democracia del siglo
XXI, la posibilidad de la emoción inteligente planteándole
desafíos inimaginables al país, la conformación de un
clima de avance que nos permita llegar a una conclusión
que no es otra que la superación de lo presente partiendo
desde él. El pasado no se construye, es historia. El
desafío a los pueblos es a avanzar. Preparemos el futuro
con determinación y con una imaginación creadora
desbocada. Así llegaremos a la conclusión, para
inmediatamente someterla a escrutinio, pues la democracia
es un eterno peregrinar en el conocimiento para la
equidad, en la acción transformadora que no se anquilosa,
en un cambio permanente e interminable por hacer justicia
al hombre.
teodulolopezm@yahoo.com