Alguien dijo –ahora no
recuerdo quien- que el hombre que sueña dormido y de noche
es un hombre común. En cambio, el hombre que sueña
despierto y de día es extremadamente peligroso. Admitamos
que es un concepto polémico para algún pensamiento
cristiano, aunque en Juan encontremos la necesidad del
sueño de los ojos abiertos. En mis limitaciones en el
campo de la teología veo el sueño despierto como la
capacidad de ver y en el terreno de la psicología profunda
la capacidad de comunicar lo visto.
De una cosa no puede haber
duda: quien sueña de día no tiene pesadillas. Quién sueña
de día es el que innova, el que tiene la facultad de decir
sobre el sueño, el que ve los tiempos por venir y logra
definirlos en concepto y se apresta a realizarlos en la
praxis. Necesitamos en este país esa clase de peligro.
Necesitamos a quienes sueñen de día en otra república, en
un país posible, en una creación nacional de progreso y
justicia.
El “peligro” negativo, en el
campo de la política, es lo contrario: dormir de día. Los
que duermen de día son los dirigentes políticos que no
saben de otras maneras y de otros procedimientos, de otras
formas y de otras proyecciones. Los que duermen de día son
conservadores a ultranza, no creen que algo se pueda
cambiar o modificar, no tienen capacidad de construir con
la inteligencia y con la imaginación. Los que duermen de
día son “demostrativos”, puesto que primero lanzan sus
declaraciones insulsas y luego se dedican a justificarlas
pescando en el desierto. Para los que duermen de día el
peligro está en imaginar, en plantearse fórmulas
innovadoras. En cambio, los que sueñan de día se imaginan
las cosas de manera distinta, conciben de manera diferente
las perspectivas del futuro de la nación. Los que sueñan
de día son mirados como algo a exterminar, para así evitar
que el sueño se contagie, que se pueda construir un nuevo
espíritu. Los que sueñan despiertos son los únicos capaces
de estimular a los pueblos y empujarlos hacia un nuevo
destino.
Necesitamos hombres y mujeres
que sueñen despiertos y de día, que hagan sentir al país
la necesidad de este tipo de peligro, del sueño de otra
república.
Lo que tenemos en Venezuela es
falta de peligro. Lo que tenemos en Venezuela son seudo
dirigentes que duermen de día. Los que tenemos son hombres
comunes enzarzados en sus pequeñas rencillas y en sus
átomos de picardía vernácula. Es necesario sembrar al país
del peligro del sueño diurno y despierto, de ideas, de
concepciones de inteligencia, de imaginación peligrosa.
Ya peligro no es la vieja definición de los diccionarios:
“Un
peligro
es cualquier situación (acto o condición) o fuente que
tiene un potencial de producir un daño, en términos de una
lesión o enfermedad”. Peligro, en la nueva
definición del siglo XXI y en el terreno de la política,
pasa a ser sinónimo de seudo dirigente anquilosado, de
manera tradicional y engorrosa de hacer las cosas, de
bestiario de pequeñeces. Ahora es necesario desafiar al
pensamiento, a las ideas, a la imaginación. Estamos muy
mal porque nadie ha enfrentado el peligro de estos
atrabiliarios mediocres que sólo sueñan de noche mientras
duermen y odian a los que sueñan de día.
Este país requiere
urgentemente de los “peligrosos” que sueñan de día y
despiertos y son así capaces de producir las grandes
transformaciones de los pueblos y el alcance de las metas
jamás imaginadas por los dormilones que manejan este país
desde la pequeñez y desde la insignificancia. Los que
sueñen de día y despiertos harán real el sueño. La única
esperanza de este país es que comience a soñar despierto y
de día.
teodulolopezm@yahoo.com