Jueves
a media mañana: dos señoras, en el supermercado de la
esquina, se van a los puños por el último kilo de azúcar
recién llegado. Las vendedoras se niegan a suministrar a
los compradores las bolsas de plástico que
tradicionalmente dan en estos expendios pues alegan que
cada una cuesta entre 20 y 30 bolívares y están vendiendo
el azúcar sin ganancia; al parecer alguien indignado por
tal omisión llama al Indecu que llega acompañado de cuatro
guardias nacionales.
Viernes temprano: en las afueras del mismo supermercado
dos señores mayores se empujan y discuten agriamente sobre
las virtudes del control de precios y sobre la escasez que
produce. Unas personas intervienen para separarlos. En la
tarde del viernes unas señoras montan un kiosco para
recoger firmas por una ley de amnistía a ser presentada en
la Asamblea Nacional y recogen dinero para pagar la multa
del humorista condenado. Paralelamente otro vecino,
parlante en mano, recuerda que los comisarios presos
defendían a los asistentes a las marchas de la oposición.
Sábado a primera hora: los indigentes que duermen en el
pasillo del pequeño centro comercial recogen sus bártulos.
Corre la voz de que ha llegado carne. Logramos comprar
solomo a 21 mil bolívares el kilo. Pollo no hay. Tertulia
en el puesto de periódicos de la esquina. “El Nacional”
pone en el centro de la primera página una foto a todo
color con el título “Arjona viene en Metro” y más abajo
una gran foto con el título “Spiderman en Dubai”. Todos
nos miramos las caras y al unísono exclamamos: ¡A quién
carajo le importa! A mano izquierda “Expropiados
frigoríficos”. Alguien comenta que de farándula y
pendejadas se hablaba en los tiempos de Pérez Jiménez.
Estos tres días están resumidos en 50 metros cuadrados de
territorio. Son una muestra clara del país que tenemos. De
la escasez ya sabemos. De hecho están suspendidas las
garantías económicas, de un solo tiro, con el primer
decreto-ley salido de la Ley Habilitante. Muchos nos
preguntamos si andar por la calle recogiendo dinero para
pagar esa multa, producto de una sentencia sin juridicidad
alguna, no es una muestra clara de comportamiento
blandengue. De lo de las firmas para la supuesta Ley de
Amnistía hace meses que oímos, como oímos las expresiones
de que los procesados “primero tenían que pedir perdón”.
Uno entiende la angustia de estas señoras que recogen
firmas y hasta admira su tenacidad, pero sabe que no
conducen a nada. Un vecino ensaya una explicación: “No hay
dirección, nadie sabe que hacer, no hay oposición, esas
señoras hacen lo que pueden”. Alguno agrega que la manía
de dirigirse a la Asamblea Nacional, electa en medio de la
abstención más grande de nuestra historia electoral, es
una tan perversa como ir a la Fiscalía cada rato con
denuncias o al Tribunal Supremo a demandar
inconstitucionalidades. Alguien bromea con que los
indigentes saben de que edificios vienen los mejores
desperdicios y esperan pacientemente que salgan las bolsas
negras de la basura. Otro levanta la tapa de la CANTV y
allí deposita parsimoniosamente cada día los pedazos de
cartón donde duerme. El desfile de automóviles de lujo es
incesante. Y las cornetas. Todo el mundo parece andar
impaciente, puesto que una pequeña demora en la cola
dispara una sinfonía que viola toda norma sobre
contaminación sonora. La información irrelevante predomina
en los medios, como esa de la modelo gringa muerta en
Florida.
Cada quién anda en lo suyo, en una especie de “sálvese
quién pueda”. Esta es una sociedad disgregada, humillada,
reducida. En la radio suena el “combatimos la especulación
para proteger al pueblo”. Esta es una sociedad atomizada,
acobardada, aplastada. Habrá que despertarla, habrá que
sacarla del sopor, habrá que apelar a los resortes ahora
constringidos, habrá que insuflarle aliento, habrá que
liderarla.
Cambiemos los 50 metros de este relato por todos los
kilómetros cuadrados de este territorio que pronto será
llamado, inconstitucional, arbitraria e inmoralmente, con
un epíteto ideológico excluyente y encontraremos no otra
cosa que una república paupérrima, en agonía.
tlopezmelendez@cantv.net