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Retrato de un país en 50 metros
por Teódulo López Meléndez  
lunes, 26 febrero 2007


Jueves a media mañana: dos señoras, en el supermercado de la esquina, se van a los puños por el último kilo de azúcar recién llegado. Las vendedoras se niegan a suministrar a los compradores las bolsas de plástico que tradicionalmente dan en estos expendios pues alegan que cada una cuesta entre 20 y 30 bolívares y están vendiendo el azúcar sin ganancia; al parecer alguien indignado por tal omisión llama al Indecu que llega acompañado de cuatro guardias nacionales.

Viernes temprano: en las afueras del mismo supermercado dos señores mayores se empujan y discuten agriamente sobre las virtudes del control de precios y sobre la escasez que produce. Unas personas intervienen para separarlos. En la tarde del viernes unas señoras montan un kiosco para recoger firmas por una ley de amnistía a ser presentada en la Asamblea Nacional y recogen dinero para pagar la multa del humorista condenado. Paralelamente otro vecino, parlante en mano, recuerda que los comisarios presos defendían a los asistentes a las marchas de la oposición.

Sábado a primera hora: los indigentes que duermen en el pasillo del pequeño centro comercial recogen sus bártulos. Corre la voz de que ha llegado carne. Logramos comprar solomo a 21 mil bolívares el kilo. Pollo no hay. Tertulia en el puesto de periódicos de la esquina. “El Nacional” pone en el centro de la primera página una foto a todo color con el título “Arjona viene en Metro” y más abajo una gran foto con el título “Spiderman en Dubai”. Todos nos miramos las caras y al unísono exclamamos: ¡A quién carajo le importa! A mano izquierda “Expropiados frigoríficos”. Alguien comenta que de farándula y pendejadas se hablaba en los tiempos de Pérez Jiménez.

Estos tres días están resumidos en 50 metros cuadrados de territorio. Son una muestra clara del país que tenemos. De la escasez ya sabemos. De hecho están suspendidas las garantías económicas, de un solo tiro, con el primer decreto-ley salido de la Ley Habilitante. Muchos nos preguntamos si andar por la calle recogiendo dinero para pagar esa multa, producto de una sentencia sin juridicidad alguna, no es una muestra clara de comportamiento blandengue. De lo de las firmas para la supuesta Ley de Amnistía hace meses que oímos, como oímos las expresiones de que los procesados “primero tenían que pedir perdón”. Uno entiende la angustia de estas señoras que recogen firmas y hasta admira su tenacidad, pero sabe que no conducen a nada. Un vecino ensaya una explicación: “No hay dirección, nadie sabe que hacer, no hay oposición, esas señoras hacen lo que pueden”. Alguno agrega que la manía de dirigirse a la Asamblea Nacional, electa en medio de la abstención más grande de nuestra historia electoral, es una tan perversa como ir a la Fiscalía cada rato con denuncias o al Tribunal Supremo a demandar inconstitucionalidades. Alguien bromea con que los indigentes saben de que edificios vienen los mejores desperdicios y esperan pacientemente que salgan las bolsas negras de la basura. Otro levanta la tapa de la CANTV y allí deposita parsimoniosamente cada día los pedazos de cartón donde duerme. El desfile de automóviles de lujo es incesante. Y las cornetas. Todo el mundo parece andar impaciente, puesto que una pequeña demora en la cola dispara una sinfonía que viola toda norma sobre contaminación sonora. La información irrelevante predomina en los medios, como esa de la modelo gringa muerta en Florida.

Cada quién anda en lo suyo, en una especie de “sálvese quién pueda”. Esta es una sociedad disgregada, humillada, reducida. En la radio suena el “combatimos la especulación para proteger al pueblo”. Esta es una sociedad atomizada, acobardada, aplastada. Habrá que despertarla, habrá que sacarla del sopor, habrá que apelar a los resortes ahora constringidos, habrá que insuflarle aliento, habrá que liderarla.

Cambiemos los 50 metros de este relato por todos los kilómetros cuadrados de este territorio que pronto será llamado, inconstitucional, arbitraria e inmoralmente, con un epíteto ideológico excluyente y encontraremos no otra cosa que una república paupérrima, en agonía.

tlopezmelendez@cantv.net

 
 

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