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Todos los días una
por Teódulo López Meléndez  
viernes, 26 enero 2007


Este gobierno es un inmenso fastidio. Si no causara profundos daños con cada anuncio uno podría conseguir unas cuantas toneladas de vacunas contra el fastidio y obviar la situación, pero el gobierno se aferra como garrapata. Un día nacionaliza un aeropuerto con la evidente intención de acabar con la aviación civil privada, el otro amenaza con expulsar al embajador norteamericano porque pidió justa compensación por las empresas estatizadas. Y los aláteres son peores. Un día sale un funcionario cuya defenestración fue anunciada por televisión y reorganiza el mapa de la zona capital a su capricho, eliminando a Vargas, desmembrando Miranda. Afán de notoriedad, puro afán de notoriedad ante la evidente patada en el trasero que le dieron. Cada quien dice la suya, cada vez con mayor locura, con mayor desparpajo.

La población entra en un estado psicológico que he denominado “ya ya ya”. No quiere oír, no quiere saber, cree que la sordera es el antídoto. El sector no oficial convoca manifestaciones sin darse cuenta del estado psicológico a que el gobierno ha llevado a la población y obtiene los resultados: unas 1500 personas –según un diario nacional- en la del 23 de enero y unas 500 en la de los educadores. No puede con la guerra psicológica y con las acciones del gobierno. La población “ya ya ya” está inerme, busca como nunca el refugio, el escondite. No oye a los voceros oficiales, pero tampoco a los no oficiales. Cuando camina por Caracas a uno le parece estar caminando por Praga o Budapest o Sofia en aquellos tiempos del aire pesado e irrespirable.

Todos los días una, para mantener la alteración psicológica, para avanzar en el proceso, para arrinconar y silenciar. Todos los días una para que los habitantes de este país parezcan zombis, para que no aprendan a defenderse. Todos los días una, como el vice-extremista glorificando a la guerrilla de los años 60, una que fue el peor error histórico jamás cometido por la izquierda venezolana, lo que explica que estos incapaces sean los que nos gobiernen. Todos los días una, para demostrar capacidad de acción que no hace otra cosa que ocultar la incapacidad para gobernar.

Este país se ha convertido en una inmensa burbuja de fastidio y desatino. La destrucción del país es cosa de cada día, no dejan pasar uno, tiene que ser constante la acción de desarticular y desmembrar. Todos los días una, para que se disuelvan las formas de defensa, para que no se aprendan, para que no quede piedra sobre piedra. Todos los días un desatino, todos los días una amenaza, todos los días una acción impositiva y desmesurada. Todos los días un discurso altisonante y equivocado. Todos los días, para aplastar a la población, para hacerse dueños de cada territorio, de cada pedazo de la república, para implementar el dominio del terrorismo psicológico que haga innecesaria la represión abierta.

Los estados psicológicos son reversibles. El estado de letargo “ya ya ya” puede transformarse en un segundo en una acción arrolladora. Que no se confíe el gobierno abusador. Si bien los “dirigentes” no saben que hacer el pueblo venezolano sabe lo que pasa y ese saber lo lleva en las venas. Hay que tener la paciencia de Job. Están agotados los viejos métodos de catarsis. Hay que recurrir a la defensa psicológica y al trabajo organizativo abajo, silencioso y efectivo. No es la hora de pegar gritos en la plaza pública, sino de la palabra explicativa y persuasiva. El pueblo venezolano debe resistirse al aplastamiento psicológico. Debe analizar y guardar, debe aprender de los tiempos de la política, no debe cejar un instante en el seguimiento de la situación y analizar cada cosa que pasa. Meter la cabeza en tierra equivale a que el gobierno siga con una cada día, porque le da resultados, porque oculta su incapacidad, porque se muere de risa de los venezolanos. Hay tiempos en que los gobiernos se ríen de sus pueblos, pero hay tiempos en que los pueblos se ríen de sus gobiernos.

Cada día hay que poner de manifiesto los gazapos oficiales. Hay que hacer ver, por ejemplo, como un planteamiento de reordenación territorial concebido sobre el desarrollo es destruido por un personaje de leyenda o por otro que habla de cinco vicepresidentes. Esto es cómico. Este gobierno debe provocar mofa, no miedo. De este gobierno debemos burlarnos, no atemorizarnos. Tenemos que resaltar como este gobierno es especialista en desvirtuar principios correctos, el peor daño que se le hace a cualquier avance social. Este gobierno es enemigo de toda mejora de la población porque prostituye las ideas de crecimiento ciudadano y todo lo reduce al menoscabo. Y mientras denunciamos abiertamente esta falsificación, reiteremos los principios, hagamos pedagogía, enseñemos defensa, organicemos, reiteremos nuestro compromiso con un avance social profundo organizado en una democracia del siglo XXI. Por ahora.

tlopezmelendez@cantv.net

 
 

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