Los
principios básicos de la reconversión monetaria que viene
son conocidos por todos: se corre la coma tres ceros, es
decir, mil bolívares pasarán a ser uno. Para implementarlo
se comenzarán a poner, este mismo año, los precios en el
bolívar que llamaremos viejo y en el llamado bolívar
fuerte. Luego, a partir del primero de enero de 2008, y
por un lapso de seis meses, circularán ambas monedas hasta
que se logre la sustitución total por parte del sistema
financiero y bancario.
No debe haber ninguna confusión. Es muy simple. Sin
embargo, con motivo del cambio de las diversas monedas de
los países europeos al euro circularon, y circulan,
numerosas anécdotas, como que los españoles más viejos al
pagar en euros hacían la cuenta en pesetas; algunos
sostienen que todavía en sectores campesinos hacen tal
operación. Anécdotas aparte, en el caso europeo era un
poco más difícil pues no se trataba de una reducción de
ceros sino de una operación algo más complicada dado que
realmente había que efectuar un cálculo, simple pero
matemático.
Ahora bien, el asunto hay que analizarlo desde el punto de
vista de la ciencia económica. En primer lugar se trata de
una operación gerencial. Recordemos que la constante
devaluación de nuestra moneda ha hecho complicado y
farragoso el manejo de las cuentas públicas y privadas,
hasta el punto de que el presidente Caldera debió traer
desde otros idiomas al castellano la palabra “millardo”,
una que corrió con fortuna, fue aceptada por la Real
Academia de la Lengua Española y entró con facilidad en el
léxico de los venezolanos. En este sentido ya se planteaba
como absolutamente necesaria la llamada reconversión.
Tiene otras aristas, unas que debemos sacar del terreno
político y mantener en el económico. La reconversión en sí
produce un efecto psicológico. Si bien los precios se
verán pequeños –lo que costaba mil bolívares costará uno-
también los ingresos sufrirán el mismo proceso –quien
ganaba un millón ganará mil-. En cuanto al cambio con el
dólar lo volveremos a tener a bajo precio relativo, 2.15
por dólar, si es que el gobierno mantiene el cambio
oficial actual. Aquí aparece un peligro latente: que el
gobierno aproveche la medida para una devaluación
encubierta, fijando, por ejemplo, el tipo de cambio a 2.25
bolívares por dólar.
Otro aspecto es el utilizar la reconversión como medida
anti-inflacionaria. La inflación en este momento es muy
alta, lo que no hace inviable la reconversión. El punto a
discutir es si la medida la bajará. Las experiencias que
se tienen al respecto indican que al producirse un cambio
de moneda hay repunte inflacionario. El caso europeo, que
no es el más conveniente como ejemplo pero sí ilustrativo,
indica que al producirse el cambio de liras, francos,
pesetas y demás monedas, al euro, se produjo inflación.
Por otra parte se puede alegar que la fijación de precios
hará mucho más difícil lo que se conoce como “remarque” de
parte de algunos comerciantes inescrupulosos. También es
verdad que con una moneda fuerte una pequeñísima variación
de los precios va a ser percibida por los consumidores
como algo brutal. De manera que la producción o no de esas
variaciones va a depender en mucho de los consumidores y
de un estado psicológico general.
El punto central que nos interesa a todos es si la
reconversión logrará controlar la inflación. De entrada
hay que decir que esta medida, en solitario, no lo
logrará. He aquí los puntos de discrepancia con la
política económica del gobierno: el control de precios ha
sido siempre un desastre en Venezuela, lo que no quiere
decir que no se combata la especulación, lo que es otro
asunto. Lo de la inflación hay que analizarlo desde
diferentes ópticas. Por ejemplo el de la reposición de
inventarios. A América Latina debemos observar el Plan
Austral argentino en 1965 y el Plan Cruzado en Brasil en
1986. Es inevitable el repunte inflacionario de entrada,
uno que se estanca y va desapareciendo en la economía y en
la psicología. Ahora bien, la reconversión debe ser
acompañada de una disciplina fiscal por parte del
gobierno, en otras palabras, reducir el gasto público,
aspecto que vemos difícil de realizar por parte de un
régimen que se alimenta de asistencialismo. En esto de la
inflación hay que recordar el caso mexicano de 1993,
acompañada de la crisis de 1994, que permitió reducir la
inflación a un dígito. Si bien la situación es muy
distinta, podemos encontrar allí un ejemplo de esfuerzo
sostenido por controlar el gasto fiscal. Nosotros tenemos
ahora crecimiento económico y estamos lejos de una
hiperinflación, si es que el gobierno se mantiene en los
cánones aceptados. El gobierno venezolano ha hecho bien
con la rebaja del IVA y la emisión de bonos para disminuir
la liquidez, pero lo está haciendo muy mal con la entrega
de divisas que la burocracia ha convertido en un verdadero
calvario. Y muy mal lo está haciendo con las
incomprensiones de la cadena de producción, sin consultar
con todos los eslabones, abandonando el diálogo – o mejor
dicho, nunca tomándolo- como método de llegar a acuerdos
sobre precios.
Algo que llama poderosamente la atención es la fraseología
oposicionista desatada. Por ejemplo, se dice que vamos
hacia atrás porque volverán las “puyas” y las “lochas”.
Eso no debe estar en boca de economistas serios. ¿Qué es
para estos opositores lo “moderno”? ¿Billetes de medio
millón? En una reconversión es obvio que reaparecen las
monedas de baja denominación. Ya con las altas tenemos
demasiado en este momento. Al asegurar que con la
reconversión monetaria nos va a llevar el diablo entran en
un terreno peligroso porque lo más seguro es que el diablo
no aparezca.
Considero oportuno el momento escogido para la
reconversión monetaria, me parece conveniente la medida y
me sumo a quienes exigen medidas económicas
complementarias. La psicología muchas veces es tan
importante como las medidas mismas. No se puede andar
exagerando las consecuencias de esta decisión, ni en un
sentido ni en el otro. Ni andar diciendo sobre el orgullo
nacional rescatado ni hundirse en el pantano de la
negación a priori. Las medidas económicas no soportan
demagogia.
tlopezmelendez@cantv.net