Inicio | Editor | Contáctenos 
 
 

La reconversión monetaria
por Teódulo López Meléndez  
lunes, 19 marzo 2007


Los principios básicos de la reconversión monetaria que viene son conocidos por todos: se corre la coma tres ceros, es decir, mil bolívares pasarán a ser uno. Para implementarlo se comenzarán a poner, este mismo año, los precios en el bolívar que llamaremos viejo y en el llamado bolívar fuerte. Luego, a partir del primero de enero de 2008, y por un lapso de seis meses, circularán ambas monedas hasta que se logre la sustitución total por parte del sistema financiero y bancario.

No debe haber ninguna confusión. Es muy simple. Sin embargo, con motivo del cambio de las diversas monedas de los países europeos al euro circularon, y circulan, numerosas anécdotas, como que los españoles más viejos al pagar en euros hacían la cuenta en pesetas; algunos sostienen que todavía en sectores campesinos hacen tal operación. Anécdotas aparte, en el caso europeo era un poco más difícil pues no se trataba de una reducción de ceros sino de una operación algo más complicada dado que realmente había que efectuar un cálculo, simple pero matemático.

Ahora bien, el asunto hay que analizarlo desde el punto de vista de la ciencia económica. En primer lugar se trata de una operación gerencial. Recordemos que la constante devaluación de nuestra moneda ha hecho complicado y farragoso el manejo de las cuentas públicas y privadas, hasta el punto de que el presidente Caldera debió traer desde otros idiomas al castellano la palabra “millardo”, una que corrió con fortuna, fue aceptada por la Real Academia de la Lengua Española y entró con facilidad en el léxico de los venezolanos. En este sentido ya se planteaba como absolutamente necesaria la llamada reconversión.

Tiene otras aristas, unas que debemos sacar del terreno político y mantener en el económico. La reconversión en sí produce un efecto psicológico. Si bien los precios se verán pequeños –lo que costaba mil bolívares costará uno- también los ingresos sufrirán el mismo proceso –quien ganaba un millón ganará mil-. En cuanto al cambio con el dólar lo volveremos a tener a bajo precio relativo, 2.15 por dólar, si es que el gobierno mantiene el cambio oficial actual. Aquí aparece un peligro latente: que el gobierno aproveche la medida para una devaluación encubierta, fijando, por ejemplo, el tipo de cambio a 2.25 bolívares por dólar.

Otro aspecto es el utilizar la reconversión como medida anti-inflacionaria. La inflación en este momento es muy alta, lo que no hace inviable la reconversión. El punto a discutir es si la medida la bajará. Las experiencias que se tienen al respecto indican que al producirse un cambio de moneda hay repunte inflacionario. El caso europeo, que no es el más conveniente como ejemplo pero sí ilustrativo, indica que al producirse el cambio de liras, francos, pesetas y demás monedas, al euro, se produjo inflación. Por otra parte se puede alegar que la fijación de precios hará mucho más difícil lo que se conoce como “remarque” de parte de algunos comerciantes inescrupulosos. También es verdad que con una moneda fuerte una pequeñísima variación de los precios va a ser percibida por los consumidores como algo brutal. De manera que la producción o no de esas variaciones va a depender en mucho de los consumidores y de un estado psicológico general.

El punto central que nos interesa a todos es si la reconversión logrará controlar la inflación. De entrada hay que decir que esta medida, en solitario, no lo logrará. He aquí los puntos de discrepancia con la política económica del gobierno: el control de precios ha sido siempre un desastre en Venezuela, lo que no quiere decir que no se combata la especulación, lo que es otro asunto. Lo de la inflación hay que analizarlo desde diferentes ópticas. Por ejemplo el de la reposición de inventarios. A América Latina debemos observar el Plan Austral argentino en 1965 y el Plan Cruzado en Brasil en 1986. Es inevitable el repunte inflacionario de entrada, uno que se estanca y va desapareciendo en la economía y en la psicología. Ahora bien, la reconversión debe ser acompañada de una disciplina fiscal por parte del gobierno, en otras palabras, reducir el gasto público, aspecto que vemos difícil de realizar por parte de un régimen que se alimenta de asistencialismo. En esto de la inflación hay que recordar el caso mexicano de 1993, acompañada de la crisis de 1994, que permitió reducir la inflación a un dígito. Si bien la situación es muy distinta, podemos encontrar allí un ejemplo de esfuerzo sostenido por controlar el gasto fiscal. Nosotros tenemos ahora crecimiento económico y estamos lejos de una hiperinflación, si es que el gobierno se mantiene en los cánones aceptados. El gobierno venezolano ha hecho bien con la rebaja del IVA y la emisión de bonos para disminuir la liquidez, pero lo está haciendo muy mal con la entrega de divisas que la burocracia ha convertido en un verdadero calvario. Y muy mal lo está haciendo con las incomprensiones de la cadena de producción, sin consultar con todos los eslabones, abandonando el diálogo – o mejor dicho, nunca tomándolo- como método de llegar a acuerdos sobre precios.

Algo que llama poderosamente la atención es la fraseología oposicionista desatada. Por ejemplo, se dice que vamos hacia atrás porque volverán las “puyas” y las “lochas”. Eso no debe estar en boca de economistas serios. ¿Qué es para estos opositores lo “moderno”? ¿Billetes de medio millón? En una reconversión es obvio que reaparecen las monedas de baja denominación. Ya con las altas tenemos demasiado en este momento. Al asegurar que con la reconversión monetaria nos va a llevar el diablo entran en un terreno peligroso porque lo más seguro es que el diablo no aparezca.

Considero oportuno el momento escogido para la reconversión monetaria, me parece conveniente la medida y me sumo a quienes exigen medidas económicas complementarias. La psicología muchas veces es tan importante como las medidas mismas. No se puede andar exagerando las consecuencias de esta decisión, ni en un sentido ni en el otro. Ni andar diciendo sobre el orgullo nacional rescatado ni hundirse en el pantano de la negación a priori. Las medidas económicas no soportan demagogia.

tlopezmelendez@cantv.net

 
 

© Copyright 2007 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.