Creo que se puede agregar
el adjetivo socialista
al Estado o a la Constitución, pero considero que
existe implícita en su estructura actual la posibilidad
de buscar cualquier forma ideológica que no sea
contraria a los principios del Estado y del Gobierno
Hildegard Rondón de Sansó
(Entrevista en “El Nacional”, 10 feb. 2007)
El
epígrafe es simplemente para recordar la fecha. No voy a
dedicarle un artículo a esa frase y, mucho menos, a otra
de las afirmaciones de la declarante sobre la
incorporación de las misiones al texto constitucional.
Prefiero descansar un poco, y conmigo los lectores, y
revisar en mis archivos algunas cosas que en tiempos
pretéritos dije sobre estas fechas y, al final, dar mi
voto por el mejor disfraz de estos carnavales venezolanos.
Algunas encuentro, parece que con alguna frecuencia me he
ocupado de las máscaras: El carnaval a mí me recuerda
Venecia, con Casanova, y Viena, con los valses de Strauss.
Rio de Janeiro es testigo de un extraordinario
desbordamiento de pasiones con crímenes (uno tiene en la
mente “Orfeo Negro”) que rondan en las máscaras y se
cometen desde la avenida Presidente Vargas hasta las “favelas”,
pero, para mi gusto, no es la ciudad que identificaría con
esta misericordiosas carnestolendas que aprovechan los
desdichados de carne y espíritu. Además, no hay porque
identificar crimen con carnaval, pues aguanta, más bien,
la identificación con sexo. Es tal vez por ello que la
figura de Casanova me viene a la mente cuando se tiene que
escribir una nota para el lunes de carnaval. No se trata
de un olvido de las mulatas y sobre quienes no lo son,
sólo que es apasionante ver a Casanova, excelente
escritor, saliendo de una de esas encantadoras viviendas
venecianas con su mascarín sostenido en la mano izquierda,
mientras arriba el noble carnudo trama venganza y él,
luego de pasada la travesura detrás de uno de esos muritos
protectores de los que tanto abundan en aquella ciudad,
toma no tan tranquilamente una góndola sabiendo que los
sicarios lo perseguirán en los días sucesivos por aquella
torpeza de dejar un guante abandonado sobre la cómoda de
la amada. Hoy, muchos émulos de aquel célebre aventurero
de alcoba sostienen las máscaras porque ellas son las más
bellas que recuerde y además de los bailes de Plaza San
Marcos bien se puede andar las callejuelas sin temor a
enfriar los huesos en la prisión del Puente de los
Suspiros. Venecia es siempre romántica y un carnaval allí
sigue siendo un espectáculo, sólo que se debe reservar una
habitación con un año de preaviso, dado que no se puede
asegurar un lecho sólo vistiéndose de Casanova para esta
maravillosa noche de ciudad iluminada y de fustanes
almidonados. Dejemos, por lo demás, de llamar a Casanova
aventurero y digámosle escritor, pues lo fue, y de varios
tomos (allí está La storia della mia vita).
Viena es mucho más sofisticada, tal vez por esa tradición
de ciudad de la música. Se abrirán los palacios y se
danzará cómodamente a Strauss en la misma sala donde
Kennedy y Kruschev mantuvieron el célebre diálogo aquel en
el cual el dirigente soviético pretendía asustar al novato
presidente norteamericano. Las pinturas en las paredes van
del XVII al XIX y sólo unas tímidas cuerdas rojas
impedirán a los bailarines descansar en las sillas donde
la princesa Sisy reposaba de sus malacrianzas para con el
joven rey. Por supuesto que en Viena todo se arregla con
valses, aunque existan las 70 casas donde el neurótico de
Beethoven nos dio la música más sublime que se pueda
recordar y en la plaza de su nombre la hierba esté mal
cortada y las palomas tengan la estatua en pésimo estado.
Sólo que Strauss es Viena, aunque en las “Sinfonías de
Beethoven” el grande Bersteim nos haga aparecer de entrada
la estatua del genio iluminada por un relámpago. Habrá que
vestirse de época, de pies a cabeza, lo que incluye esas
incómodas prendas íntimas que tanto contribuyeron a la
castidad de las vienesas. Tal vez porque las mujeres de
esta pequeña y sugestiva ciudad son flacas a más no poder,
aunque coronan con los rostros más bellos de entre los
bellos que se pueden encontrar en Europa, gusten de estas
complicadas vestimentas. Es un placer detenerse en el
centro de Viena a ver pasar los desfiles, además de muy
económico, pues bien se pueden ahorrar los dólares
destinados a la comida. Se trata de que en aquellos
simpáticos desfiles le ofrecen a uno de todo, empezando
por las salchichas y terminando por el vino con el
intermedio de un montón de frutas que delicadas criaturas
entregan en las manos, y no como se acostumbra aquí, o
mejor, se acostumbraba, que la idea central era golpear al
pobre que se atrevía a colocarse en la calle. Es una buena
manera para restaurantes, fabricantes y distribuidores
hacer conocer sus productos; si uno queda con hambre
persigue la carroza de mayor gusto culinario y ante la
noticia de que a uno le ha gustado la comida le sirven dos
porciones abundantes. Cuestión de civilización.
En Munich beben cerveza y se divierten con las burlas a
los personajes de relevancia política local y mundial. Por
lo demás la comida alemana es estupenda, aunque es
recomendable llevarse una caja de pastillas contra la
acidez. Generalmente se encuentran pequeños carnavales en
tantísimos pueblos de Europa, desconocidos para el gran
turismo, pero deliciosos desde todo punto de vista. Si
aquí imitáramos a los alemanes tendríamos una próspera
industria de muñecos de cartón, que en verdad ya existen,
y algunos hasta desfilan.
En fin, todavía hay carnavales en algunos puntos del
planeta, aunque sólo en este país nuestro el carnaval es
todo el año. Aquí se usa el disfraz de socialismo para
autoritarismo, el disfraz de opositor que prefieren
algunos tontos de capirote, el disfraz de experto en
reforma constitucional que usan algunos desmedidos que
tratan de darle al jefe más de lo que ha pedido, el
disfraz de declarador de oficio que se trasmite a diario
convirtiéndonos en un campamento donde hay entrega diaria
del “Oscar” y de los “Globos de Oro”. Un disfraz
inmejorable, memorable, digno de ser incluido en las
mejores crónicas de Ripley ha sido el editorial de “El
Nacional” del día 15 de febrero de 2007 y titulado “El
fervor de la Copa América”. En fin, los disfraces de este
país disfrazado que va disfrazado de país todo el año.
tlopezmelendez@cantv.net