“Lo que todo
el mundo conoce no se llama sabiduría”, habría que
recordarles con Sun Tzu a quienes se lanzan a hacer
preguntas y especulaciones arriesgadas sobre Raúl Isaías
Baduel. Tal vez habría que adicionar la distinción del
estratega chino entre el hombre prudente y el ignorante.
El gobierno de
Venezuela va dejando lentamente de serlo. Ya no transmite
siquiera la imagen de serlo. Lo que –recordemos aquello de
que la mujer del César no sólo debe ser honesta sino
parecerlo- indica un desarropaje de las vestimentas de
gobierno. Ya no asemeja a uno, sino a una camarilla
usurpadora. Ya parece más bien un pequeño ejército de
ocupación que recurre a cualquier exceso para mantener
bajo su control la fortaleza provisionalmente ocupada. La
vestimenta de rojo de sus “soldados” (llámense escuadrones
paramilitares de motorizados o “batazos”) indica
–contrariamente a lo que antes significaba en cuanto a
apoyo irrestricto- la transmutación del otrora gobierno
en una facción. El país lentamente deja de tener gobierno.
Si un país deja de tener gobierno, significa que no hay
gobierno. Los que mantienen lealtad lo hacen a una
facción, no a un gobierno. Sin embargo, la falta de
gobierno (gobierno no es equivalente al uso brutal de la
fuerza) abre las espitas a la anarquía y tienta a los
extremistas de signo contrario.
El tiempo, así
a secas, aún no es manipulable por el hombre, pero el
tiempo político sí. Y ese tiempo se acorta o se estira.
Los acontecimientos se retardan o se apresuran. Si bien
tienen su propia dinámica podemos intervenirlos. Si los
intervenimos es a nuestro favor, a favor de nuestra causa.
Los desesperados y los extremistas son, en el fondo,
enfermos. La decisión no debe confundirse con pérdida de
los estribos. El que pierde los estribos se cae del
caballo, a menos que sea un jinete cosaco que se haya
pasado toda la vida cabalgando. No se trata de ser cosaco,
se trata de cabalgar en orden.
La impaciencia
en política equivale a desorden. Y a error. Los pueblos
desesperados tienden a oír al que más grita, al que
pronuncia frases lapidarias, al que propone las acciones
descabelladas. Ese los conduce al no retorno. Las sabias
enseñanzas de Sun Tzu deben ser recordadas, entre las
cuales cabe mencionar que al ejército enemigo hay que
dejarle una vía de escape, porque de lo contrario, si no
la tiene, luchará hasta la muerte. Y la otra sobre la
escogencia del momento. Y aquélla sobre no atacar
desesperadamente.
Los
estudiantes han ido en perfecto orden en lo que se refiere
a sus peticiones y planteamientos. Ahora han agotado el
último escalón de esta etapa, el de la solicitud de
aplazamiento. Todo para que los idiotas que no faltan
escriban que todo aquel que lo pide está financiado por el
régimen. Dejando a los estúpidos de lado, el mitin del
pasado sábado fue un ejemplo extraordinario de
convergencia entre el movimiento estudiantil y los
partidos políticos del bloque del “NO”, reflejado en el
acto conjunto donde sólo hablaron los jóvenes. El
dirigente estudiantil de la UCAB Freddy Guevara dio una
lección al llamar a la política y con todo derecho vistió
la franela de “Un nuevo tiempo”. El mensaje está claro,
vamos todos a votar, los jóvenes reivindican la política,
hablan de partidos amplios al servicio de la nación,
convergen en un gran movimiento unitario y, sobre todo,
aíslan a los extremistas. Fue un “NO” rotundo, en todos
los sentidos.
A este
gobierno que se diluye para pasar a ser una facción de
ocupación temporal –por obra y gracia de sus propias
torpezas, de las profusas manifestaciones estudiantiles y
de un sector que parece despertar- sólo le queda huir
hacia delante, porque no sabe –a pesar de las continuas
marchas atrás del líder máximo- salir de la táctica y
refugiarse en la estrategia. Un buen ejemplo de medición
del tiempo lo dio “Podemos”, avanzando paso a paso. Un
buen ejemplo de medición del tiempo la dio Raúl Isaías
Baduel; y el general la sigue dando. El gobierno, en
cambio, no se da cuenta –sólo para poner un ejemplo- que
esos desfiles rojos que se hicieron en Valencia y Maracay
dan la impresión de un caudillo típico del siglo XIX que
avanza hacia Caracas con su montonera. En otras palabras,
ha perdido la noción de ser gobierno y la ha perdido
porque está dejando de serlo para pasar a ser exactamente
eso, una montonera. Y porque no tiene a Caracas; en
consecuencia se plantea reconquistarla, olvidando que la
capital ya no marchará a Valencia a dar la bienvenida al
caudillo alzado, por la sencilla razón de que este es el
siglo XXI y la capital toma conciencia de que no tiene
gobierno. La facción no escuchó el mensaje que yo había
solicitado y que fue dado.
Las
consecuencias son impredecibles, a menos que tengamos el
talento de organizarlas, porque las consecuencias
imprevistas, en buena medida, son obra de las omisiones y
errores. Si se mantienen impredecibles estaremos expuestos
a los azares del destino. Aún ante los azares del destino
podremos enfrentar la calma fría de quien reacciona con la
inteligencia y habilidad de un buen estratega. La política
no es una actividad para improvisados o gritones, algunos
de los cuales sueñan con llegar primero a Miraflores. Hay
que ser tranquilo y sereno, aún en las circunstancias más
difíciles; hay que ser ponderado y cabeza fría hasta
cuando se esté ejecutando un acto de suprema valentía; hay
que mantener la calma hasta cuando se esté ejecutando la
maniobra más arriesgada; hay que mantener la serenidad aún
cuando el caos nos orbite.
El gobierno,
desdibujado, impreciso, borroso, se debate en los saltos
del ahogado. Se manifiesta en la Asamblea Nacional –en qué
otro sitio podía ser- con diputados agrediendo a la
universidad y con pretensiones de tomarla por la fuerza y
con diputados que quieren atacar un canal de televisión. O
esa sesión para que los hijitos de mami-papi Chávez
explicaran como esos malvados estudiantes los habían
atacado. Falta de aire, desesperación, consternación,
desmoralización. El gobierno va siendo cada día más una
abstracción que una existencia. Las mentiras perversas de
los voceros oficiales son la manifestación patética del
ahogo. El animal herido es extremadamente peligroso.
Atacará sin importarle apariencias o condenas. Tratará de
llevarse por delante a todo el que se le atraviese. El
animal herido sabe que no podrá vivir sin sus querencias,
sin los oropeles del poder de sus cotos de caza y de los
territorios de su depredación.
Esta
abstracción –que conserva, por ahora, y todavía- la
apariencia de facción ocupante, se quedará en el delirio
diurno. La sordera no escuchó el mensaje, escuchará los
pasos pendientes, los que vienen del campo del socialismo
democrático.
tlopezmelendez@cantv.net