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“Podemos” ¿o no podemos?
por Teódulo López Meléndez  
viernes, 14 diciembre 2007


No pretendo decirle a “Podemos” lo que tiene que hacer, pero sí es mi deber observar que la presencia de los siete diputados de este partido en el seno de la Asamblea Nacional es ya banal y superfluo. Ha quedado demostrado de manera expedita con la designación de este casco vacío que llaman “Poder Moral”. En artículo anterior le solicité a Ismael García que solicitara la autodisolución de ese nicho y ahora vemos como se ve obligado a retirarse ante la violación de las normas para elegir Fiscal, Contralor y Defensor del Pueblo. Esta ha sido la última sesión de este año de ese mamotreto, de manera que “Podemos” verá que actitud asume en el 2008. Todos reconocemos que hicieron lo que estaba a su alcance cuando se violaron todas las normas para aprobar la propuesta de Reforma Constitucional. El comportamiento de “Podemos” fue efectivo para abrirle los ojos a varios miles de conciudadanos sobre lo que allí se tramaba, pero a estas alturas estar allí sentados nada más que para dejar constancia de votos salvados parece excesivo y contraproducente.

Otras cosas se le pueden observar a “Podemos”, como su negligencia en abrirse a la formación del partido de centroizquierda y de socialismo democrático por el que están esperando muchos venezolanos, entre los cuales me parece hay que incluir a buena parte de la intelectualidad de izquierda de este país. El papel de “Podemos” parece ser el de absorber buena parte de los militantes que algunas vez simpatizaron con el presidente, pero manteniéndose estático como está no lo va a lograr. Tiene que abrir las compuertas, poner lo que tienen como base de la edificación y con generosidad aprestarse a recibir lo que necesariamente es el sector del cual puede incrementar su capital político.

Sin embargo, el asunto de “Podemos” puede ser de ellos y ellos harán lo que les venga en gana. El trasunto es otro, uno que no parece entender la oposición y es, nada más ni nada menos, que en esa espuria Asamblea Nacional se van a cocinar todos los guisos para tratar de violentar la voluntad popular expresada el 2 de diciembre. Si las omisiones de “Podemos” comienzan a irritarme, la desfachatez abstencionista sobre este tema de la llamada oposición está produciéndome una arrechera suprema. No logro entender a esta oposición cegata que nada dice mientras en esa cosa que llaman Asamblea Nacional se insinúa ya la discusión del proyecto de transformación económica hacia un modelo socialista.

Manuel Rosales da al diario “La Razón” de España unas declaraciones absolutamente inaceptables, por extemporáneas, estentóreas y fuera de foco, mientras Julio Borges produce ingenuidades de un político que dista mucho de la madurez. Se han quedado en el aparato después de la victoria del 2-D, parecen incapaces de reaccionar, esperan echados la ofensiva gubernamental que viene. Ya no sé como decírselos: la Asamblea Nacional es el objetivo fundamental, es sobre ella que debe hacerse oposición fuerte, inclusive presionando en la calle por su renuncia en masa. Hay que forzar una crisis sobre este remedo de parlamento. Pero no, uno se dedica a adueñarse de lo que llama “el segundo lugar de popularidad”, el otro a hablar del “amor que el pueblo siente por Chávez” y el general Baduel insiste en la convocatoria de una Asamblea Constituyente que no tiene la menor simpatía en ninguna parte.

El punto de la Constituyente en extemporáneo en este momento, debe convertirse en una carta bajo la manga para cualquier emergencia, pero no en el planteamiento recurrente. Aquí lo prioritario debe ser la elección de gobernadores y alcaldes, la unidad total sobre candidatos únicos, mientras en el plano político la Asamblea Nacional porque ella es la olla del sancocho. Sin embargo parecen no entender. Si bien cesaron las declaraciones de los asomados –los inventores de cifras, los contadores de cuentos de las anécdotas supuestas o reales, los robacámaras con sus declaraciones estrambóticas- ahora lo que hemos visto son declaraciones lastimosas. Ya comienzan a llegar los correos electrónicos que asoman, por ejemplo, la candidatura a la gobernación del Zulia de la señora Rosales; eso es peronismo puro, el juego de Néstor y Cristina, cuando debe abrirse ese cargo a otro líder puesto que esa posición no es propiedad de una familia. Se me ocurre, es el nombre que me viene a la mente, que el ex-diputado Montoya – también de “Un nuevo tiempo”- podría ser el natural candidato a gobernador del Zulia, entre otros varios.

La oposición parece un borracho agotado que se agarra de un poste. No está examinando ni midiendo el tiempo político de la circunstancia. Todo parece indicar que va a ser tomada por sorpresa y, una vez más, no hará otra cosa que reaccionar a la agenda que les imponga el gobierno. No se pueden bajar los brazos, después de una victoria hay que imponer la agenda, tomar la iniciativa, echar a andar todos los mecanismos de que dispone una oposición democrática. Pero no, la oposición anda adornando los arbolitos de Navidad y poniéndole debajo cajitas vacías de utilería. Al país hay que darle el regalo de un brazo recio, de una cohesión permanente, la sensación fiel y verdadera de que se acabaron las vacilaciones y que ahora sí hay una voluntad incorruptible de seguir adelante en la tarea de parar los abusos y las corruptelas del régimen.

Declaraciones tibias sobre los presos políticos es lo que vemos, cuando aquí debería estar desatada una campaña feroz exigiendo su libertad. Mientras el odio brota y flota en ese remedo de parlamento sobre la figura de Nixon Moreno, la ULA cumple con su tarea al entregarle en la Nunciatura Apostólica su título en politología. Declaraciones tibias y de circunstancias sobre una agenda social o educativa, acompañadas con propuestas de leyes a ser introducidas en el remedo de Asamblea Nacional como si allí las fuesen a discutir con seriedad o a tomar en cuenta alguno de sus contenidos. Con esa Asamblea Nacional no cabe otra cosa que la denuncia, la condena, el rechazo, la exigencia de renuncia masiva.

Esta oposición se va a constipar, a indigestar, a enfermar, de tanto incumplimiento de sus deberes.

tlopezmelendez@cantv.net

 
 

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