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Se agradece no enviar flores
por Teódulo López Meléndez  
miércoles, 8 agosto 2007


Los fraudes son asuntos de hecho, no de derecho. Los fraudes no necesitan prueba, les basta el mal olor. Sobre los fraudes no se inclina uno con computadoras y sesudos análisis matemáticos, sino con un pañuelo en la nariz. Los fraudes electorales hieden y esa es la prueba de su existencia. Un fraude es percibido en su meridiana pestilencia por la población de un país al día siguiente del acto de votación. No basta tecnología avanzada para ocultar un fraude, no sirven perfumadores de ambiente, no lo tapan celebraciones falsas. La única verdad es que, al día siguiente si se ha producido un fraude todo el mundo sabe que se ha producido un fraude. Y los fraudes tienen consecuencias, esto es, los fraudes que existen, porque los que no existen ni huelen ni hieden.

Los sistemas de medición llamados encuestas ayudan siempre a determinar el estado de ánimo de una población en el momento en que se hacen, no unas semanas después, aunque pueden irse marcando tendencias irreversibles. El gobierno está en minoría, la reforma constitucional no es apoyada por la mayoría, pero esa tendencia está comenzando a revertirse. El gobierno se está recuperando y el país comienza a aceptar la reelección indefinida, porque los estudios serios indican que el argumento según el cual el poder de elección permanece en los electores está calando. El gobierno aún está en minoría pero se alza de sus cenizas. Pasa que las extremas confunden rechazo a la reforma constitucional con tumbar a Chávez. Léanse los artículos de los columnistas histéricos o los análisis de los potentados que viven del análisis y no se encontrará otra cosa que una visión de porqué aún las extremas no han podido tumbar a Chávez y cómo hacerlo en el caso que nos ocupa. La “estrategia” de confundir ambas cosas está provocando la recuperación del gobierno. En un rapto de lucidez el Cardenal Urosa Sabino lo dijo meridianamente: “La Iglesia no pretende tumbar al gobierno”. Esa es exactamente la línea correcta. Aquí de lo que se trata es de rechazar una propuesta del gobierno, y no más. La política no es un ejercicio de brutalidad. La política es una medición de etapas. Si se sucede la derrota del gobierno, si se sucede pero hay fraude, si una combinación de fuerzas obliga al gobierno a reconocer su derrota, pues habremos entrado en una nueva fase.

Las “políticas” erradas aceleran la realización del referéndum consultivo sobre la reforma y Chávez mide pacientemente su recuperación. Si siguen como van no les quepa duda que Chávez, recuperado a extremos de ganar, suelte la convocatoria para este mismo año. Esto es, la supuesta disyuntiva de votar o abstenerse se vería diluida a pasos gigantescos, pasaría a ser una bobada, aquí lo único que comenzaría a plantearse dramáticamente es con cuantos votos resultaría aprobada la reforma constitucional. Por una razón muy sencilla: el presidente aplicará la misma receta que cuando el referéndum revocatorio en su contra: no soltará la votación hasta que crea estar seguro de ganarla. Así, si los “formidables estrategas”, armados de ciega prisa y abstención, consiguen revertir lo que parecía, y todavía parece, una estruendosa derrota del gobierno, entonces no quedaría más que poner, en el aviso luctuoso, “Se agradece no enviar flores al entierro de esta república”.

tlopezmelendez@cantv.net

 
 

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