Las
inclinaciones totalitarias están creando malestar,
especialmente donde más falta hace. Lo más importante, a
mi entender, del acto de PODEMOS, fue el lanzamiento de la
frase “Patria, socialismo democrático y vida”. A José
Vicente Rancel hay que tomárselo en serio y entenderlo. Ha
hecho advertencias en este mismo sentido y el personaje no
se presta para que eso que hacen algunos, burlarse. Si uno
sigue el debate conceptual sobre socialismo que
protagonizan numerosos intelectuales de izquierda
encontrará una inocultable tendencia de rechazo a todo
totalitarismo y a una vigencia plena de la libertad y de
la democracia.
Coincido plenamente con todos ellos. Dije en su momento –y
repito ahora- que el límite de Chávez era la raya amarilla
de la democracia y de la libertad. La reelección
indefinida está dentro de esa raya y allí podemos
encontrar otro punto de confluencia. Tal reelección
implica algo inadmisible para estos dos principios, entre
otras cosas, porque bloquea todo ascenso a cualquier líder
distinto, oficialista o no, y porque signa al gobierno
como un régimen unipersonal vitalicio. Las coincidencias
con los amigos del PPT, de PODEMOS, e, inclusive, con los
amigos del Partido Comunista, van más allá. En el PCV no
encuentro una línea estalinista ni mucho menos. Los temas
mismos de su próximo congreso indican una apertura a la
pluralidad harto interesante.
Quizás haya que recordar la manida frase de “no hay mal
que por bien no venga”. Creo estar asistiendo al despertar
de la plena vigencia de un socialismo democrático que se
reivindica a sí mismo sin abjurar de ninguno de los
principios de equidad y justicia social. Sin abjurar de la
exigencia de pluralismo, de diálogo y de tolerancia.
Quizás sea el momento de profundizar en los planteamientos
teóricos-doctrinarios de esta tendencia y llevarlos a la
constitución de una innovadora plataforma de acción
política, de una que reclama la independencia de sus
propios cuadros y la necesidad de existir más allá de una
simple participación burocrática.
La política es paradójica. Este despertar de la idea
democrática también favorece a Chávez –y con él al país-
en el sentido de que aleja la posibilidad de una salida de
fuerza. En efecto, al producirse el reclamo de libertad y
democracia, de pluralismo y diálogo, en el seno mismo del
gobierno, se abre una puerta que hay que cruzar. Al mismo
tiempo perjudica a Chávez en sus propósitos de eternizarse
en el poder. El presidente tiene delante de sí una clara
advertencia de que no será acompañado en propósitos
contrarios a los principios claves y, en consecuencia, o
comprende de una vez por todas que su gobierno tiene un
límite en el tiempo o se lanza por el despeñadero de la
aventura donde sólo le acompañará un puñado de
incondicionales fanáticos.
Bien podemos aprovechar todos la coyuntura para crear una
nueva conciencia política en Venezuela. Los planteamientos
que he hecho sobre la concepción de un Estado Social de
Derecho no tienen color socialista ni ideológico
particular ninguno. Son principios que bien pueden ser
asumidos por el cuerpo social todo, incluyendo a los
partidos de diverso signo. Los planteamientos que he hecho
sobre una economía inclusiva están reflejados por todas
partes como un anhelo nacional, hasta en el buen documento
de la Conferencia Episcopal Venezolana. Sólo algunos
sectores venezolanos demasiado a la derecha se limitan a
atacar a Chávez sin decir una palabra sobre la necesidad
de atender a una sociedad de pobres. Lo que sí hace una
centro-derecha que comprende perfectamente los tiempos
presentes. He insistido mucho en las formas horizontales
que deben tener los partidos de este siglo, sobre una
nueva concepción de la política que deje en el pasado la
de líderes providenciales y la de “direcciones nacionales”
inmunes a los criterios y al pensamiento de las bases
populares. Todos coincidimos en ello y las demostraciones
son palpables: PODEMOS, para tomar su postura, consultó a
todos sus cuadros, el PPT está haciendo lo mismo, el
Partido Comunista ha ido a cada núcleo suyo a preguntar
por el camino a tomar, COPEI se muestra inclinado a
cambiar su estructura interna. Hay, pues, en los hechos,
una nueva cultura política emergente que todos juntos
debemos atribuirle al país –pedagógica y democráticamente-
y abrir así un nuevo juego sobre las bases de la
democracia y de la libertad, y también de la concepción de
una nueva organización social que no dependa de las
dádivas sino de una convicción profunda de hacer
ciudadanos y no fanáticos estériles.
Tiendo la mano a todos los que andan por este camino. El
juego democrático implica divergencias, contrastes, lucha
por el poder, batallas generales y particulares. Podemos
incurrir en todas ellas, el asunto clave está en que
mantengamos la posibilidad de hacerlo. Y después de
garantizarnos la base esencial ir –paralelamente, desde
ya- a implementar esta nueva cultura política. Este es el
único y verdadero gran esfuerzo unitario que vale la pena.
Los otros son acuerdos de partidos, de facciones, de
grupos y eso no tiene validez trascendente. Lo importante
es comprender la oportunidad que el momento histórico nos
brinda a todos y luchar denodadamente por establecer una
cultura política donde podamos diferir.
tlopezmelendez@cantv.net