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La hora de hacer política o una nueva Asamblea Nacional
por Teódulo López Meléndez  
martes, 4 diciembre 2007


Ha llegado para todos, de lado y lado,
la
hora de hacer política
Vladimir
Villegas

 

Hay un hecho objetivo e incontrastable: la reforma constitucional propuesta por el presidente, más los inolvidables añadidos de la Asamblea Nacional, no ha sido aprobada. Eso es lo que cuenta. Hasta  Dalí admitiría que eso es la realidad y no hay lugar para dejar correr la mente de manera automática. Y Nietzsche agregaría que eso es un consenso generalmente aceptado, tal como él definía la verdad. De manera que andar especulando con frasecillas como que “no hay nada que celebrar” o buscando la quinta para del gato sobre una “negociación” para rebajar la ventaja del “NO” y permitir así que el presidente hablara de una “victoria pírrica” no son más que trasnochos alucinados. Es obvio que siguen existiendo algunos tipos “extraños” que viven de introducirse en el cerebro algunos elementos peregrinos. Leo los informes de las ONGs sobre los resultados y la coincidencia es casi milimétrica. Nadie negoció nada, a no ser el reconocimiento de la verdad y quizás aquí el verbo a utilizar sería otro, por lo que andar creando una matriz de opinión sobre “resultados negociados” es tan peripatética, tan dañina y tan repulsiva como la que se formó en el pasado sobre la imposibilidad de ganar una elección con este gobierno y con este CNE.  

Ya tenía la frase en la cabeza cuando Vladimir Villegas la usa para cerrar su último artículo. No hay lugar a dudas: es la hora de hacer política, pero hay impedimentos serios para hacerla. La primera de todas, la fundamental, es la existencia de esta Asamblea Nacional vergonzosa. Los amigos partidarios del gobierno (ya he dicho que hay que abolir las expresiones “chavista” y “chavismo” para despersonalizar la política y para no dar una contribución al nacimiento de un Perón y de un “peronismo” vernáculo) deben entender que el centro vital desde donde se hace política es el parlamento.  ¿Cómo hacer política con una Asamblea Nacional donde, ante cualquier duda, los diputados miran ansiosos hacia la señora presidenta y aplauden rabiosamente cuando al fin llega lo que se entienden como la voz inmarcesible del jefe supremo? Vamos a dejar atrás la abstención de la oposición en las elecciones parlamentarias y vamos a dejar atrás el absoluto control de los poderes, por las muy sencillas razones de que lo primero es historia y de que tal mamotreto ya no le sirve a la revolución ni al gobierno ni a nadie. Los amigos del gobierno deberán sopesar que esa Asamblea Nacional incidió notoriamente en la derrota de la propuesta de reforma. 

La única manera de hacer política es con una Asamblea Nacional plural donde estén representados todos los sectores del país. La Asamblea Nacional es el tapón de corcho que impide al país respirar políticamente. Al gobierno ya ese mamotreto no le sirve, al menos que se quiera seguir el camino del desmoronamiento que predicen muchos amigos afines al gobierno. Los partidarios del gobierno deben entender que esa Asamblea Nacional es un peso muerto que no es útil ni para intentar el camino de la locura. Si queremos hacer política necesitamos unas elecciones parlamentarias adelantadas. Ahora bien, ¿cómo lograrlo? Pedirles la renuncia sería vano, aunque Ismael García podría dar un ejemplo de ética y moral parándose allí y solicitando la autodisolución y esto, Ismael, debe entenderse como mi segundo “Mensaje a García”. Se burlarán, mientras piensan en que gastarse el aguinaldo, pero tú, Ismael, el que con “Podemos” está más cerca que nadie de esa inmensa cantidad de casi tres millones y medio de votantes proclives al gobierno que se abstuvieron, estarías sentando las bases para el inequívoco proyecto nacional de dedicarnos a hacer política. 

Los amigos del presidente que acusan al verticalismo en las decisiones como la causa de los males tienen en la disolución de la Asamblea Nacional  el antídoto sobre  las enfermedades reales o supuestas que acechan al gobierno. Pueden comenzar por decirle a Chávez que la mejor manera de escuchar es tener un parlamento plural y no una corte de ineptos. ¿Sería Chávez capaz de oírlos y de patrocinar él la realización de elecciones parlamentarias anticipadas? ¿Si no los escucha no sería una prueba de que en el jefe supremo nada cambia ni nada se modifica y que se ha convertido en un habitante de la Sicilia donde el Gatopardo lo único que cambió fue de residencia trasladándose en una carroza que levantaba el polvo de los caminos, unos donde no transitara  su sobrino Tancredo con el pañuelo rojo de los garibaldinos sino como un hombre enamorado que visitaba al tío para sus requiebros? 

¿Cómo hacer para salir de esta Asamblea Nacional? Les pido a los ilustres constitucionalistas que tuvieron sus quince minutos de fama luciéndose con lo de la reforma que escudriñen la Constitución en busca de una salida. Le pido a Luis Miquilena, que con su olfato de viejo y sabio político se ha dado cuenta de donde está la traba de este cuello de botella, que se ponga a imaginar como hacemos respirar al país con una elección parlamentaria anticipada. En principio discrepo de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente porque eso se hace para reformar la Constitución y aquí se ha producido un renovado enamoramiento de la “vieja”, pero bien conservada, Constitución del 99. Tiene que existir una manera que no sea la constituyentista. Ahora bien, oigo, con muchísimo gusto, explicaciones y razonamientos sobre esa posibilidad, aunque mi olfato me diga que no es la conveniente. Si no hay otra me convertiré en partidario de la Constituyente. 

Es necesario hacer política. Si entramos al 2008 con el mismo clima y las mismas pretensiones y el mismo comportamiento obnubilado este país a más tardar en febrero-marzo estará de nuevo incendiado. Una inmensa cantidad de amigos del gobierno quiere hacer política y representan, de esta manera, a la inmensa cantidad de ex-votantes de Chávez que se abstuvo este 2 de diciembre. Hagamos política, pero no simplemente en los medios. Se hace política en el parlamento. Desde que el hombre inventó las instituciones políticas es en el recinto parlamentario que se dan los grandes debates. Ese es el gran recinto para hacer política, para ventilar los conflictos. No podemos volver a ver a Cilia Flores gritándole mentiroso a Ismael García. Eso no es un parlamento, es una pocilga. Per carita di Dio, como dicen los italianos, párate allí Ismael y solicita la autodisolución. Y tú Vladimir, dime que la piensas como yo y que necesitamos otra Asamblea Nacional para hacer política.

tlopezmelendez@cantv.net

 
 

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