Ha
llegado para todos, de lado y lado,
la
hora de hacer política
Vladimir
Villegas
Hay
un hecho objetivo e incontrastable: la reforma
constitucional propuesta por el presidente, más los
inolvidables añadidos de la Asamblea Nacional, no ha sido
aprobada. Eso es lo que cuenta. Hasta Dalí admitiría que
eso es la realidad y no hay lugar para dejar correr la
mente de manera automática. Y Nietzsche agregaría que eso
es un consenso generalmente aceptado, tal como él definía
la verdad. De manera que andar especulando con frasecillas
como que “no hay nada que celebrar” o buscando la quinta
para del gato sobre una “negociación” para rebajar la
ventaja del “NO” y permitir así que el presidente hablara
de una “victoria pírrica” no son más que trasnochos
alucinados. Es obvio que siguen existiendo algunos tipos
“extraños” que viven de introducirse en el cerebro algunos
elementos peregrinos. Leo los informes de las
ONGs sobre los resultados y la
coincidencia es casi milimétrica. Nadie negoció nada, a no
ser el reconocimiento de la verdad y quizás aquí el verbo
a utilizar sería otro, por lo que andar creando una matriz
de opinión sobre “resultados negociados” es tan
peripatética, tan dañina y tan repulsiva como la que se
formó en el pasado sobre la imposibilidad de ganar una
elección con este gobierno y con este CNE.
Ya tenía la frase en la cabeza
cuando Vladimir Villegas la
usa para cerrar su último artículo. No hay lugar a dudas:
es la hora de hacer política, pero hay impedimentos serios
para hacerla. La primera de todas, la fundamental, es la
existencia de esta Asamblea Nacional vergonzosa. Los
amigos partidarios del gobierno (ya he dicho que hay que
abolir las expresiones “chavista”
y “chavismo” para
despersonalizar la política y para no dar una contribución
al nacimiento de un Perón y de un “peronismo” vernáculo)
deben entender que el centro vital desde donde se hace
política es el parlamento. ¿Cómo hacer política con una
Asamblea Nacional donde, ante cualquier duda, los
diputados miran ansiosos hacia la señora presidenta y
aplauden rabiosamente cuando al fin llega lo que se
entienden como la voz inmarcesible del jefe supremo? Vamos
a dejar atrás la abstención de la oposición en las
elecciones parlamentarias y vamos a dejar atrás el
absoluto control de los poderes, por las muy sencillas
razones de que lo primero es historia y de que tal
mamotreto ya no le sirve a la revolución ni al gobierno ni
a nadie. Los amigos del gobierno deberán sopesar que esa
Asamblea Nacional incidió notoriamente en la derrota de la
propuesta de reforma.
La única manera de hacer
política es con una Asamblea Nacional plural donde estén
representados todos los sectores del país. La Asamblea
Nacional es el tapón de corcho que impide al país respirar
políticamente. Al gobierno ya ese mamotreto no le sirve,
al menos que se quiera seguir el camino del
desmoronamiento que predicen muchos amigos afines al
gobierno. Los partidarios del gobierno deben entender que
esa Asamblea Nacional es un peso muerto que no es útil ni
para intentar el camino de la locura. Si queremos hacer
política necesitamos unas elecciones parlamentarias
adelantadas. Ahora bien, ¿cómo lograrlo? Pedirles la
renuncia sería vano, aunque Ismael García podría dar un
ejemplo de ética y moral parándose allí y solicitando la
autodisolución y esto, Ismael, debe entenderse como mi
segundo “Mensaje a García”. Se burlarán, mientras piensan
en que gastarse el aguinaldo, pero tú, Ismael, el que con
“Podemos” está más cerca que nadie de esa inmensa cantidad
de casi tres millones y medio de votantes proclives al
gobierno que se abstuvieron, estarías sentando las bases
para el inequívoco proyecto nacional de dedicarnos a hacer
política.
Los amigos del presidente que
acusan al verticalismo en las decisiones como la causa de
los males tienen en la disolución de la Asamblea Nacional
el antídoto sobre las enfermedades reales o supuestas
que acechan al gobierno. Pueden comenzar por decirle a
Chávez que la mejor manera de escuchar es tener un
parlamento plural y no una corte de ineptos. ¿Sería Chávez
capaz de oírlos y de patrocinar él la realización de
elecciones parlamentarias anticipadas? ¿Si no los escucha
no sería una prueba de que en el jefe supremo nada cambia
ni nada se modifica y que se ha convertido en un habitante
de la Sicilia donde el Gatopardo lo único que cambió fue
de residencia trasladándose en una carroza que levantaba
el polvo de los caminos, unos donde no transitara su
sobrino Tancredo con el pañuelo rojo de los garibaldinos
sino como un hombre enamorado que visitaba al tío para sus
requiebros?
¿Cómo hacer para salir de esta
Asamblea Nacional? Les pido a los ilustres
constitucionalistas que tuvieron sus quince minutos de
fama luciéndose con lo de la reforma que escudriñen la
Constitución en busca de una salida. Le pido a Luis
Miquilena, que con su olfato
de viejo y sabio político se ha dado cuenta de donde está
la traba de este cuello de botella, que se ponga a
imaginar como hacemos respirar al país con una elección
parlamentaria anticipada. En principio discrepo de la
convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente porque
eso se hace para reformar la Constitución y aquí se ha
producido un renovado enamoramiento de la “vieja”, pero
bien conservada, Constitución del 99. Tiene que existir
una manera que no sea la
constituyentista. Ahora bien, oigo, con muchísimo
gusto, explicaciones y razonamientos sobre esa
posibilidad, aunque mi olfato me diga que no es la
conveniente. Si no hay otra me convertiré en partidario de
la Constituyente.
Es necesario hacer política.
Si entramos al 2008 con el mismo clima y las mismas
pretensiones y el mismo comportamiento obnubilado este
país a más tardar en febrero-marzo estará de nuevo
incendiado. Una inmensa cantidad de amigos del gobierno
quiere hacer política y representan, de esta manera, a la
inmensa cantidad de ex-votantes de Chávez que se abstuvo
este 2 de diciembre. Hagamos política, pero no simplemente
en los medios. Se hace política en el parlamento. Desde
que el hombre inventó las instituciones políticas es en el
recinto parlamentario que se dan los grandes debates. Ese
es el gran recinto para hacer política, para ventilar los
conflictos. No podemos volver a ver a
Cilia Flores gritándole mentiroso a Ismael García.
Eso no es un parlamento, es una pocilga.
Per
carita di Dio, como dicen los italianos,
párate allí Ismael y solicita
la autodisolución. Y tú Vladimir,
dime que la piensas como yo y que necesitamos otra
Asamblea Nacional para hacer política.
tlopezmelendez@cantv.net