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Notas sobre integración
para empresarios desprevenidos 

por Teódulo López Meléndez  
martes, 11 julio 2006

 

La integración no se puede hacer con llanto. La integración hay que afrontarla como un proceso donde hay sacrificios para obtener ventajas. Europa es el caso más claro, pero como no pretendo volver a echar el cuento del largo camino desde la Comunidad del Acero y el Carbón hasta la realidad de hoy de la Unión Europea, me limitaré a dos relatos personales que me tocó vivir en Italia. El primero con la que entonces era mi familia política romana: esta familia tenía cinco grandes galpones con miles de buenas ponedoras de huevos; un día tocó a la puerta la Comunidad Económica Europea para advertir que no podían seguir en el negocio puesto que había que comer huevos holandeses cuyo costo de producción era menor; los centenares de metros de instalaciones metálicas fueron arrancados con dolor y vendidos como chatarra; ante la pregunta de que hacer la familia no se volteó contra el gobierno italiano ni encabezó una manifestación contra la CEE: decidió montar una fábrica de salchichas. La otra me tocó percibirla cuando era Cónsul General de Venezuela en Nápoles y puede visitar la acería cerrada también por orden europea: no se justificaba aquella siderúrgica de Pozzuoli, los costos eran insoportables, a pesar de que se iba a dejar en la calle a centenares de trabajadores en la zona del mezzogiorno, la más deprimida de Italia. A cambio, el gobierno italiano comenzó a desarrollar planes especiales de empleo. 

La integración al MERCOSUR siempre fue una aspiración venezolana con el bloqueo permanente de Argentina. Ahora se da por razones políticas, pero eso no importa, bienvenida sea. Venezuela botó una oportunidad única de liderar a la Comunidad Andina en las negociaciones con MERCOSUR, pero tengo la seguridad de que en un futuro inmediato retornaremos a la CAN. Los argumentos de las asimetrías entre las economías no es una justificación para rechazar la integración. Para eso existen las negociaciones. No olvidemos que el ingreso venezolano realmente va a durar siete años más, durante los cuales los gobiernos discuten la protección de su propio parque industrial, agrícola  y a sus empresarios. He allí donde he señalado a los dirigentes empresariales que esta es una oportunidad única de evadir cualquier probable intento del actual gobierno venezolano por avanzar en su proyecto de reducción de la propiedad privada. Después de las largas y tediosas negociaciones, donde los gobiernos discuten ramas industriales y productos agrícolas uno a uno, se establecen algunas restricciones proteccionistas a ser superadas a plazo fijo. ¿Qué no fueron consultados para el ingreso? No importa, métanse de alma y corazón en lo que es irreversible y hecho cumplido. 

No se puede ser integracionista de la boca para afuera y escurrir el bulto cuando llega la hora. Los procesos de integración son una realidad mundial. El componente político del proceso en que estamos no puede ser juzgado porque le compramos bonos de la deuda pública a Argentina o porque Lula sea el presidente de Brasil. Esa son cosas que, aparentemente, han ayudado al ingreso venezolano, pero que son superadas ampliamente por el hecho en sí. Si se produjo la circunstancia favorable, pues adelante, sin olvidar que en Argentina el actual Jefe del Estado no durará toda la vida y Lula durará un período más de gobierno, pues es un demócrata que no va a modificar la constitución de su país para reelegirse más allá de lo permitido. Tampoco hay que olvidar, a pesar de los pesimistas, que tampoco el actual gobierno venezolano va a durar indefinidamente a pesar de las bravuconadas que hablan de 2021 o 2031. El proceso de integración de Sudamérica está por encima de las circunstancias. Tenemos que ponernos por encima de la inmediatez, sin dejar de usar lo que nos conviene en este momento político venezolano, esto es, enfrentar a un gobierno totalitario que entre sus objetivos finales nos quiere imponer una colectivización de la propiedad. Si en la reforma constitucional que este gobierno intentará en el 2007 se incluyen normas contrarias a los principios básicos de defensa productiva del MERCOSUR en buen lío se meterá. 

Un detalle que no entiendo es el olvido de la interconexión fluvial. El gobierno venezolano se ha centrado en un proyecto faraónico de gasoducto sobre el cual no puedo opinar porque no soy conocedor de la materia -al respecto me limito a escuchar a los expertos- pero no ha hecho mención ni una vez a un proyecto que ya era caro a los Padres Libertadores: la conversión de nuestros ríos en una gran autopista de agua que permitiría la circulación de bienes y servicios, amén de personas, a bajo costo. Si no me equivoco los estudios técnicos de ese proyecto están muy avanzados y muy archivados. Durante mi breve pasantía por Argentina insistimos en visitar la cancillería de ese país para pedir, cada vez que había una reunión sudamericana  de cualquier tipo, que se incluyese el tema de la interconexión fluvial. Me parece absolutamente absurdo que no se mencione más lo que fue un sueño de nuestros fundadores y una extraordinaria forma de integrarse. 

Una nota que me gustaría subrayar es el caso de las cooperativas. Ellas no son invención de este gobierno. Las cooperativas, de todo tipo, desde consumo hasta producción, tienen una vieja historia que no es el caso relatar ahora. El cooperativismo es un movimiento universal que implica organización social y sentido del bien colectivo. Hay que ayudarlas y fundar más. Sí me permito recordar que la primera persona que en este país se tomó a pecho, desde el gobierno, al movimiento cooperativo fue la tristemente fallecida Adelita de Calvani, quien aprovechó que su marido era el Ministro de Relaciones Exteriores y factotum clave del primer gobierno de Caldera, Arístides Calvani (nunca bien recordado), quien era también un furibundo partidario de las cooperativas, amén de furibundo partidario de la justicia social. Que este gobierno les diga a los cooperativistas que no pueden tener beneficios es propio de su criterio de aplanamiento social, pero eso es otra cosa. 

Finalmente me gustaría recordarles a dirigentes políticos y empresariales que van a los medios radioeléctricos a hablar de la Comunidad Económica Europea que eso no existe, desapareció hace años. Eso se llama Unión Europea.

tlopezmelendez@cantv.net

 
 
 
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