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El termidor de Chávez  o el cansancio de la revolución
por Lucy Gómez

sábado, 24 julio 2004


 

En estos días, en que la inquietud por el futuro hace presa de la mayoría, se busca tanto en la ciencia como en la brujería, indicios para detectarlo que vendrá. Lo que todos admitimos es que el 15 de agosto, día del referendo revocatorio, será el punto de quiebre para una de las dos facciones en que se ha dividido políticamente Venezuela. La derrota del gobierno o de la oposición. La continuación de los modos del chavismo o la creación de un nuevo gobierno de transición. 

El régimen que prometió hacer una revolución ofrece completarla y quiere el endoso del voto popular otra vez.  Sabe que no ha tenido en estos 5 años y medio un momento de paz. Al principio porque era parte de su rol, agitó los ánimos, enfrentó, dividió. Estigmatizó a sus adversarios con adjetivos que se hicieron parte del habla popular: " la cuarta", " la moribunda", "los cuarenta años". Se hizo una constante el insulto, la agresión física y moral, justificada por la regeneración de Venezuela. Aún conociendo los defectos y contradicciones evidentes de su líder, sus partidarios justificaron su despotismo y la pseudodemocracia que instauró con su evidente carisma y falta de escrúpulos para acabar con todo vestigio del anterior establishment. En el camino se enderezan las cargas, pensaron.  

Pero pronto llegó la exclusión. Los compañeros del principio: "notables", aliados políticos en la derecha y en el empresariado como en la izquierda y en la CTV, personalidades del mundo del deporte, del espectáculo, juristas, escritores, técnicos, editores. Todo el que no estuviera de acuerdo sin medias tintas con Chávez, quedó fuera. 

Lo que en un principio fue solamente bajar del autobús a los compañeros de viaje, impregnó seguidamente a estratos completos de la sociedad. Ya no se trataba solamente de apartar a dirigentes, sino a grupos completos con sus familias. Para todo había una razón: los 20000 petroleros  porque motorizaron el paro, los adecos y copeyanos porque fueron de la "cuarta", los marinos por resistirse a entregar los tanqueros, los militares de Altamira por acogerse al 350,  los empleados públicos porque firmaron, los periodistas de los medios privados, "porque no dicen la verdad", los escuálidos porque marchan. La sociedad completa vio dividirse la calle, la oficina, el pasillo. La exclusión y el despido, tocó la puerta de todos, porque ¿quién no tiene en la familia un chavista o un escuálido?  

Todo el mundo sabe de un botado de Pdvsa que no encuentra trabajo porque su nombre está en todas las listas de exclusión del gobierno ¿Quién no ha pasado por un edificio invadido, ha visto reprimir una manifestación, quejarse en la TV a un padre del asesinato de su hijo, quemado en un cuartel? Periodistas apaleados, boinas rojas gritando ¡Chávez, Chávez! Los tribunales militares citan a docenas de civiles acusándolos de conspiración. Los desempleados han vuelto Caracas una ciudad de vendedores de pantaletas, discos y lentes, llena de tenderetes en la mañana y de cartones para dormir en las aceras por las noches. Y la agitación ha ido cansando profundamente a todo el mundo. Se trata de un desgaste físico y moral que lleva años royéndonos. 

El chavismo ganó prometiendo una revolución en libertad y democracia, para que todos obtuviéramos la condición real de ciudadanos. Pero hoy, no hemos obtenido más libertad sino más restricciones: cambiarias, políticas, económicas, legales. El poder Moral, la Asamblea Nacional, el poder Electoral y el Tribunal Supremo también perdieron toda su libertad y se convirtieron en el brazo armado del Presidente de la República. Los mismos magistrados, parlamentarios, rectores, ministros,  el fiscal general , el contralor y el defensor del pueblo deben estar cansados de los hilos que les hacen levantar brazos y piernas  descoyuntadamente, para defender la revolución aún en contra de los derechos individuales que  juraron proteger. La arbitrariedad se viste hoy en Venezuela de moralidad triunfante. 

Como dice Alexis de Tocqueville, del Directorio francés: "no fue nunca capaz de sacar adelante los asuntos. Ocupó el gobierno, pero no gobernó. Nunca pudo devolver la regularidad administrativa a la administración, el orden a las finanzas ni la paz al país. Todo su reinado no fue más que una anarquía templada por la violencia. No supo dar a nadie, un solo día, la ilusión de lo duradero... el propio gobierno no era más que un partido, partido exclusivo, siempre inquieto y violento" (1) 

 

Nuestro cansancio y nuestra angustia tienen un paralelo histórico cuya coincidencia llega hasta la fecha: el 9 termidor en Francia. Termidor es el nombre del onceavo mes del calendario revolucionario francés que comenzaba el equivalente del 19 de julio de nuestro actual calendario. El 9 Termidor, el 27 de julio de 1794, fue guillotinado Maximiliano Robespierre, el líder político que había instaurado lo que se llamó el Terror. Con la muerte de Robespierre terminó uno de los períodos más agitados de la historia francesa, donde la revolución perdió sus reglas y sus límites, cuando murieron 40000 personas, sospechosas de ser antirrevolucionarias.  Termidor se ha vuelto sinónimo de la fase en que el péndulo sale de las manos de los extremistas políticos y vuelve hacia la normalidad. Y ese mes termina el 17 de agosto. 

Venezuela, agitada cada día por un escándalo nuevo, un nuevo insulto, por una nueva provocación, por un nuevo tipo de asesinato, político o de los otros, sufre un inmenso cansancio termidoriano. El ofrecimiento de continuar en esta agitación "revolucionaria" que promete sólo más agitación, más enfrentamientos nacionales e internacionales, más exclusión, hizo  reconfirmar su voto una y otra vez a 2.569.584 personas e hizo incorporar al registro electoral a un millón más. Para mí el acelere de las amenazas y las agresiones por causas políticas en vísperas del referendo no es sino un motivo más que tiene la mayoría del pueblo venezolano para decidirse a reencontrar la paz perdida. 

Además, da que pensar que quién envió a la guillotina a Robespierre no fueron los realistas, sino sus mismos compañeros revolucionarios. ¿Hasta donde llegará el paralelismo en Venezuela?


 Notas:

  1. Inéditos sobre la Revolución. Alexis de Tocqueville. Editores Dossat Bolsillo.1980

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