En
Bolivia, todo ocurre y, al final, no pasa nada, solía decir,
con gélida serenidad, el presidente Víctor Paz Estenssoro,
líder de la revolución nacionalista de1952, que liberó al
indio y le otorgo el voto universal. Si no fuera por la
Revolución de su partido, el MNR, hoy no existiría un
presidente indígena en Bolivia ni un gobierno de política
social-populista.
Tampoco la capital boliviana o sede del gobierno, seguiría
siendo La Paz, impresionante metrópoli enclavada entre
macizos andinos, con arquitectura secularmente audaz y
urbanismo de cintas de asfalto cimbreantes que desafía
topografías y ciertas normas geológicas, seguiría siendo la
ciudad del poder político y económico, combinación -Clausewitz
dixit-, esencial para el liderazgo de una nación desordenada
como Bolivia.
Desde que ganó el poder el líder indio -en realidad un
'cholo' (nivel del mestizaje mayoritario) - del país con
pujantes características étnico-folclóricas que son la
sustancia de la población boliviana. Otras medidas, fueron
una muy discutible nacionalización de las minas de estaño y
una reforma agraria que dejó secuelas tan positivas, como
negativas, la reforma, que alentó el minifundio, nunca
levanto la agricultura.
Paz Estenssoro siempre estuvo en el huracán de la vorágine
política boliviana. Sus conceptos. tan fríos como
visionarios marcaron el rumbo de la historia contemporánea
boliviana. Y así como encabezó una revolución, motorizó el
retorno al capitalismo crudo, por la puerta trasera y a tono
con los tiempos globales. Lamentablemente, VPE no tuvo digna
o descollante descendencia, ni política, ni familiar.
Durante los mas de 200 años de precaria republiqueta, La Paz
se mantuvo inequívocamente como principal ciudad boliviana y
sede de los poderes ejecutivo y legislativo. Desde que Evo
Morales está en el poder, muchos rumores han corrido, desde
la desaparición de Bolivia, hasta el traslado de la capital
a Sucre, bella -pero adormecida-, ciudad del sureste del
país, donde se declaró la independencia de la república
en1825 fundada por los libertadores venezolanos Simón
Bolívar y Antonio José de Sucre, después de la derrota
definitiva de las fuerzas realistas de España.
En esta vocinglera inestabilidad del gobierno de Morales
-digitada por intereses internos y externos y por la propia
incompetencia-, La Paz y su estoica población, que es muy
diversa y demuestra el espíritu metropolitano de las grandes
ciudades, las muchedumbres solitarias, se mantuvo incólume,
mientras bullían las precarias demandas de quitarle la
capitalidad. La ciudad-y su población, están, nuevamente
haciéndose valer, demostrando su liderazgo y, en esto, el
presidente Morales ha sido cauto y, en última histórica
instancia, solidario.
Dos figuras han surgido representando dignamente a La Paz,
el alcalde, Juan del Granado, mejor conocido como Juan sin
miedo. Y el prefecto (equivalente a gobernador provincial)
José Luis Paredes. Bolivia está políticamente dividida en
nueve departamentos o provincias.
Hoy se habla en La Paz de enormes proyectos económicos,
desde la exploración de hidrocarburos, la construcción de
represas al turismo de aventura o el florecimiento de
microempresas en los alrededores de la ciudad, que crece
también hacia arriba, pues tiene su destacada línea de
rascacielos. Es un plan general muy a lo siglo 21 Paredes,
de una familia de vieja estirpe paceña, esta a la cabeza de
este impulso. La paz, por su propio peso, sigue siendo la
verdadera capital de Bolivia.