Evo
Morales, si bien muy lisonjeado por el efusivo presidente
venezolano, finalmente se alineo con la preponderante línea
más moderada del presidente de Brasil. Eso ocurrió en la
cumbre suramericana sobre energía, celebrada recientemente
en isla Margarita, Venezuela.
En dicha cumbre, la agenda del presidente Hugo Chávez, muy
orientada a su motivación personal contra el presidente
George Bush, sencillamente no fue compartida por los
mandatarios de Argentina, Brasil, Chile y otros asistentes.
A la siguiente cumbre, organizada por el ostentoso Chávez en
Barquisimeto, para celebrar el primer año del ALBA (idea de
integración continental que, entretanto, parece haber
entrado en el crepúsculo de la dispersión típica de los
latinoamericanos), ya sólo asistieron el "sidekick" Evo y
unos pocos centroamericanos hambrientos de hidrocarburos.
Chávez también quería organizar un cartel de productores de
gas, similar a la OPEP, algo que se considero prematuro.
Exportadores de gas butano sólo podrían ser Venezuela, Perú
y Bolivia y, en menor medida, de prestado, la Argentina.
El proyecto de Lula, para consolidar a un Brasil potencia,
se apoya en dos políticas, la energía y el potenciamiento y
protección de la Amazonia. En la energía, el principal
argumento está en la producción de biocombustibles,
principalmente el alcohol o el etanol producido de la caña
de azúcar, que Brasil produce con suficiente éxito como para
mover el 40 por ciento de su parque automotor. El
experimento ha resultado tan efectivo, que países
industrializados ya producen formas de etanol. En EUA se
saca etanol del maíz y en Francia del sobrante de vino tinto
. El propio Bush pareció tan interesado, que fue a meter las
narices en el etanol de Lula. Ese acercamiento, no le gusto
a Fidel, que criticó y alertó contra los biocombustibles.
Chávez siguió la onda. Y, otra vez quedó solito.
Brasil, entretanto, aprueba el proyecto de Chávez de
construir un gasoducto que abarque todo Suramérica. Idea
grandiosa que conviene a todos. Tan grandiosa, que nadie
sabe quien la financiará. Los venezolanos, que ya padecen
carencia de alimentos básicos, pronto ya no estarán en
condiciones de financiar la "revolución bolivariana, otra
idea de surrealismo global emanada desde Caracas.
Para el desarrollo de la Amazonia, Lula cuenta con el apoyo
de Bolivia y la posibilidad de producir energía
hidroeléctrica aprovechando el torrente del río Madera,
afluente del Amazonas que nace en las altitudes bolivianas y
corre por las llanuras de el Beni . Este proyecto enfrentará
rechazo de ecologistas, ganaderos y agricultores del Beni
boliviano.
A esta potencialidad boliviana, se suma por supuesto la ya
vigente venta de gas boliviano a Brasil. Y, para hacer la
relación muy estrecha, se suma otra aspiración de Brasil,
potencia sobre el Atlántico, y es la de asomarse al
Pacifico, y eso sólo puede hacerlo, sobre puertos peruanos y
chilenos, pasando por territorio boliviano. Y eje
fundamental es la carretera bioceánica que, partiendo del
puerto de Santos en el Brasil atlántico, uniría a regiones
industriales brasileñas con puertos chilenos y peruanos,
como Arica, Iquique y Mollendo. Y, de paso, permitiría a
Bolivia, país dolorosamente mediterráneo, el acceso por
carretera a los océanos Pacifico y Atlántico,
simultáneamente.
Es cierto que el presidente Chávez, entrega al presidente
Evo Morales ayuda en petrodólares, contantes y sonantes.
Pero dicha ayuda, dicen muchos observadores bolivianos,
supera en cifras a la ayuda norteamericana, cada vez más
reticente , por el enigmático asunto de la producción de
coca ilegal. Pero, según fuentes políticas bolivianas, la
ayuda de los petrodólares venezolanos no se nota en la
economía boliviana -seria preferible que Venezuela importe
productos bolivianos en el marco de los existentes
acuerdos-. Porque los petrodólares son ayuda política
circunstancial que va directamente a los insaciables
bolsillos de el MAS, partido del presidente Morales.
Además, ya molesta en Bolivia la excesiva efusividad del
teniente coronel Chávez con el presidente indio, una
efusividad que molesta, a la luz de la prepotencia de
Chávez. Es la efusividad paternal y traicionera-con fines de
explotación-, del medio mestizo (niche en Venezuela, cholo
en Bolivia), relación envenenada magistralmente descrita en
la película "Ukamau" del laureado director de cine boliviano
Jorge Sanjines, con su camarógrafo de entonces Antonio
Eguino, hoy director de "Los Andes no creen en Dios “
reciente éxito del cine boliviano.