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Ocaso del gran decididor
Ted Córdova-Claure
sábado, 3 febrero 2007


Yo soy el que decide, el gran decididor, ha repetido recientemente el presidente Bush, creándose serios problemas políticos internos.

En parte por su mesianismo ramplón y su limitado dominio del inglés, Bush, obstinado en ser el dueño de la verdad y, en consecuencia, el único llamado a decidir, se ha quedado solo, como toda persona poderosa de terquedad crónica, que solo puede ver el alejamiento de su entorno y circulo áulico. Incluso respetados senadores del partido Republicano, como Wagner o Specter, están criticando a Bush por su obsesión de tomar decisiones que empeoran la situación militar de EE.UU. en el mundo, con sus ejércitos muy extendidos y, por lo tanto, logísticamente debilitados. Es obvio que Bush, ignorante de la Historia - no conoce de las experiencias de otros experimentos bélicos imperiales, como el persa, el romano, Napoleón después de1812, y en el siglo veinte, Hitler y el imperio británico -. Pero, como escribió el periodista Bob Woodward, en su libro State of Denial ya comentado en esta pagina electrónica, Bush amolda la realidad a sus propias ambiciones de pasar a la Historia.

El destino de los “hacedores” que caen en la tentación totalitaria, es el mismo, se van quedando solos, derrotados y abandonados...y finalmente olvidados de las principales páginas de la Historia. Llámense Saddam, Chávez o Pinochet. Es un destino inexorable.
 

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