La
importancia de los cinematografistas Bergman y Antonioni,
casualmente fallecidos el mismo día, lunes 30 de julio, es
tal, que no debe haber ser humano del siglo veinte, que no
haya recibido su influencia. Fueron los maestros en la
descripción de la incertidumbre, la tristeza y la angustia,
circunstancias existenciales que se vivieron en el siglo
veinte cambalache y que han contagiado -Bush mediante- a
este siglo de la incertidumbre global y una "verdad
inconveniente” (Al Gore dixit).
Bergman y Antonioni fueron, desde la Europa contemporánea,
con el cine, una fuerza expresiva que en otras épocas,
correspondió a filósofos, escritores y científicos de la
mente.
La importancia de estos investigadores de la psique europea
post segunda guerra, del ser y la nada europeos es tal, que
ya en este siglo 21, nada menos que la Unión Europea, les ha
rendido culto y homenaje.
El presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel
Barroso, de Portugal, lamentó en nombre de todo el
organismo, la muerte de los cineastas europeos Ingmar
Bergman y Michelangelo Antonioni, quienes fallecieron el
lunes 30 de julio. En cuanto a Ingmar Bergman, director y
guionista sueco, el presidente comunitario señaló que
recibió con "gran tristeza" la noticia de su muerte, y
afirmó que "con su marcha se ha ido una de las luces líderes
del cine europeo". "Su contribución a la cultura europea y
al arte cinematográfico es
inolvidable", dijo Barroso, así como que con su muerte,
"Europa ha perdido a uno de sus grandes exponentes
culturales" y quiso extender sus condolencias a la familia
del director.
En relación al italiano Antonioni, Barroso señaló que su
muerte "deja a Europa sin uno de sus grandes artistas", así
como que "jugó un papel significante en el desarrollo del
cine en Europa y en todo el mundo". "Antonioni nos ha legado
su magnífico canon cinematográfico, notable por su constante
esfuerzo, por las nuevas formas de expresión, que dieron
lugar a obras maestras, tales como Blow Up y Zabriskie Piont",
agregó Barroso en torno al director de cine.
Para al presidente de la CE, la noticia de su muerte "ha
sido una causa de considerable dolor" en Europa y en el
mundo, y quiso al igual que con Bergman, transmitir su más
profundo pésame a la familia y amigos del cineasta.
Antonioni murió en su casa de Roma a los 94 años de edad,
acompañado por su esposa Enrica Fico, y se espera que el
funeral tenga lugar a finales de esta semana en la ciudad
italiana que le vio nacer, Ferrara.
Bergman, por su parte, falleció la víspera en su casa de la
isla sueca de Faro, Gotland, a los 89 años de edad, en la
cama y rodeado de su familia, misma que no precisó las
causas de su fallecimiento. Antonio ni prefirió la noche a
la claridad y la ventura a la fidelidad formal. Bergman, que
en sus últimos años prefirió la soledad en su casa de la
isla Faro, donde existe una luminosidad especial y el
horizonte se junta con el mar.