Sadam
Hussein, el dictador que oprimió a su pueblo por 30 años y
se atrevió a desafiar a la superpotencia, padecía de un
mal común entre los autocratas; los errores de calculo.
Sadam
acumulo un gran poder y ello aumento su ego de modo
patético, al punto de no poder aceptar las realidades y
caer en visiones desorientadoras, como creer que seguia
siendo presidente hasta cuando estaba al borde del
cadalso.
La gran
riqueza petrolera de Irak la malgasto en acumular su poder
mientras su pueblo quedaba sumido en la miseria yen la
claustrofobia de un estado policial y represivo.
En vez de
invertir en educación y salud para el pueblo, gasto en
palacios y armamento.
Aunque no
llego a la estatura de otros líderes árabes, como el
egipcio Gamal Abdel Nasser, pretendía compararse con
líderes legendarios de la Historia-, como Harim Al Rachid
o Saladino. Y este es otro error de cálculo clásico de
sátrapas, dictadores y malos gobernantes: creer que son
Julio Cesar, Napoleón, Washington o Bolívar.
Sadam se
hacia pintar montado en un caballo brioso, como Saladino,
el conquistador árabe de Jerusalén y vencedor de los
cruzados que llegaban de Europa.
SADAM
calculo mal cuando critico e insulto a otros gobernantes
de la región; calculo mal cuando creyó que podía invadir
Kuwait o hacer la guerra con Irán; calculo mal cuando
desafió al Imperio primero y a las Naciones Unidas,
calculo mal cuando creyó que podría armarse y reírse de la
comunidad internacional, calculo mal cuando pensó que su
poderoso ejercito y su entorno corrupto y enriquecido, le
servirían de escudo; calculo mal, cuando, sentado en el
banquillo de los acusados, hablaba como si todavía fuera
presidente y siguió con sus delirios de grandeza hasta con
la soga al cuello.