La
abstención, que no siempre es un buen recurso en una elección,
ha provocado un prolongado y resonante silencio en el presidente
de Venezuela Hugo Chávez, que se encuentra -desde hace tiempo-
crónicamente sometido a una duda hamletiana: Plena democracia o
sucumbir a la tentación totalitaria.
Como venezolano
por larga maduración profesional y sentimental en ese bello país
de gente tan amistosa, opino que, no hay duda. En estos tiempos
de plenas libertades como norma de la globalización, Venezuela,
por razones geo-económicas y geo-estratégicas, juega un papel
pivotal en la multipolaridad. Y ello puede plasmarse claramente
solo con una Venezuela democrática y no con una autocracia
innombrable e intraducible.
Una bala, no
vale más que un voto. Cien balas, no pueden detener una
avalancha de votos. Mil votos o, en este caso, ninguno, pueden
decidir quien tiene el poder. O quien debe bajarse del pedestal
y las balas no pueden hacer nada. Un millón de votos y ya no hay
balas, el voto es de los justos e inteligentes; las balas son
recurso de seres odiadores, cobardes, temerosos de la libertad y
la democracia. Incapaces de comprender el valor de un voto, pero
dispuestos a anularlos o corromperlos para justificar sus
fines.
Las recientes
elecciones para curules en la Asamblea Nacional de Venezuela han
dado lugar a diversas lecturas sobre esta importante nación
suramericana, que puede ser uno de los bastiones de la
integración regional y en una globalización pluralista y
democrática. Pero, los bandos en pugna, enceguecidos, han
apostado más a sus errores que a virtudes. El grave error de la
oposición, al boicotear la votación, ha sido entregarle todo el
campo político al presidente, legalmente elegido, Hugo Chávez. Y
este, al masificar su dominio del parlamento, se acerca cada vez
mas a lo que sus críticos, dentro y fuera del país, ya definen
como una dictadura. O, mas claramente, un caudillo autocrático
que, en Venezuela y el mundo, corre el riesgo de quedarse solo y
aislado.
Este proceso,
como en una novela de García Márquez, se va notando incluso
dentro su propio movimiento populista que, por la corrupción en
el circulo del poder, comienza a resquebrajarse, militares o
civiles, beneficiados o decepcionados, corruptos o idealistas.
Al terminar
este 2005 se produce una acumulación de votaciones -cerca de una
docena- en las tres Américas, desde Canadá a la Patagonia y sus
resultados marcaran tendencias importantes en nuestro
Hemisferio, en un tiempo de grandes cambios, que marcaran el
siglo 21. La de Venezuela ha sido una de las más importantes.
Como importante proveedor energético del hemisferio, Venezuela
es una nación privilegiada. En un punto central entre la
potencia norteamericana y la Unión Europea, y con su posición
fortalecida con su incorporación al MERCOSUR (mas de 250
millones y un capital de cien mil millones de dólares), sitúan a
Venezuela como voz cantante en la multipolaridad que se va
imponiendo en este mundo global.
De allí el
interés de la Unión Europea en el proceso venezolano, que se
confirmo en la nutrida delegación de observadores que envió para
supervisar el proceso del 4 de diciembre. El posterior informe
de la UE, es el documento más claro y realista sobre la
situación venezolana, y señala que los venezolanos no tienen
confianza en el proceso, ni en la autoridad electoral. El marco
legal es inconsistente y da lugar a interpretaciones
contradictorias. El documento europeo reconoce que, aun así, la
autoridad electoral del gobierno de Chávez hizo esfuerzos por
corregir el proceso, como eliminar del sistema de computación el
mecanismo denominado “captahuellas”, que permitía averiguar la
identidad de los electores. Fue un gesto oportuno, eficaz y
constructivo. La UE teme la “fractura de la sociedad
venezolana”.
Las
observaciones europeas fueron calificadas de “contundentes’ por
Maria Corina Machado, la dirigente del movimiento cívico Súmate,
Machado se proyecta como una de las figuras lucidas del
movimiento opositor, ahora visiblemente mayoritario. Para Chávez
y sus asesores, sobre todo el vicepresidente Rangel, histórica
figura de profunda capacidad de apreciación política, el informe
de la UE debería ser lectura obligada.
Rafael Poleo,
el más experimentado comentarista político, suele decir que la
cultura política de la sociedad venezolana es limitada. En
Europa y el mundo se considera, como Machado, que la
potencialidad democrática del pueblo venezolano es inagotable. Y
eso se seguirá demostrando, con el voto. Con o sin Chávez.
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