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Jueves 15 de Enero de 2004
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TalCual


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Libremente


El Rey del Monte

Definitivamente nada pareciera detener al presidente Chávez en su delirante fantasía de liderazgo internacional.

Desde su rudimentario e hipócrita discurso antiglobalización, pasando por su demagogia antineoliberal, hasta sus ganas de bañarse en una playa boliviana. Todo ello a través de muchas horas de vuelo, de cumbres, de declaraciones, de vedetismo; para que en el fondo la política exterior venezolana de hoy sea casi similar a la de Carlos Andrés Pérez, la única diferencia es el Airbus.

El ridículo internacional que hace el presidente Chávez, nos causa más risa que pena; sin embargo no deberíamos subestimar la voluntad y el empeño que Chávez le pone a su inconsciente aventura. De la Rúa y Sánchez de Lozada son trofeos de la llamada caza antineoliberal y antiimperialista que Chávez reivindica sin rubor alguno; una gracia que por cierto le ríe la tarifada, complaciente y antinorteamericana izquierda europea.

La crisis de gobernabilidad que sufre Venezuela hubiera llevado a cualquier gobernante sensato a prestarle mayor atención a los asuntos internos de su país; sin embargo la cruzada internacional de Chávez es un asunto personal. En ese sentido, busca captar toda la atención, cuando por ejemplo demanda de forma enérgica una salida al mar para Bolivia, e inmediatamente vienen Fidel Castro, Carter y Kofi Annan al unísono a apoyar y propulsar la demanda de Chávez.

Los trapos rojos, como que no son sólo para la oposición.

Por cierto que hablando de mar, Paraguay tampoco tiene; ¿le hará Chávez una demanda enérgica a los dignatarios de Brasil y Argentina, dado que son estos dos países, los que le bloquean a los guaraníes su salida al mar?
Ahora bien, ¿y el pueblo venezolano qué pinta en todo esto? ¿Podría la oposición jugar un papel más activo en la política exterior venezolana? ¿Será que la gente de Salas Römer, y Primero Justicia, así como los neoadecos, neocopeyanos, los ex irenistas, ex chavistas, ex samán de güeristas y afines, no tienen ni un proyecto ni un plan de política exterior? Algo que rompa con ese complejo de superioridad regional, que cual virus habita desde hace tiempo en la cabeza de nuestros vernáculos líderes políticos.

Así las cosas, entre los retos y tareas del gobierno que reemplazaría al de Chávez estará el replantearse el papel de Venezuela en el ámbito internacional, al tiempo que sería de primer orden reafirmar nuestra vocación y voluntad en favor del progreso social, y la profundización de los valores democráticos.

Así como también, resolver las divisiones y conflictos que se hayan creado.

Por lo pronto, guardemos la esperanza de que la Cumbre de Monterrey sea la última en que los venezolanos se hagan representar por personajes retrógrados, divisionistas y vanidosos.
Luis De Lion

 
© 2002. Editorial la Mosca Analfabeta C.A.
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