El
premio Nobel mexicano Octavio Paz dijo que: “la ceguera
biológica impide ver, pero la ceguera ideológica impide
pensar”. Efectivamente, el proyecto ideológico y geopolítico
de Chávez, en América Latina, lo conduce a actuar en contra
de los intereses permanentes del Estado venezolano, tanto
internos como externos. La reacción guerrerista del caudillo
frente a la incursión colombiana contra las FARC, en
territorio ecuatoriano, el minuto de silencio para el
narcoguerrillero, terrorista y secuestrador confeso Raúl
Reyes y las evidencias que están saliendo de sus
computadores, ratifican lo que los entendidos en la materia
sabían y la gran prensa nacional e internacional había
denunciado, en múltiples ocasiones, “id est”: la obvia
asociación de mutuo apoyo entre las FARC , el presidente
Chávez y su “cachorro” Rafael Correa. Más allá de las
anécdotas y el sainete diplomático poco serio, escenificado
en la reunión del Grupo de Rio, en Santo Domingo, lo que
queda claro es que Chávez persigue un evidente proyecto
ideológico y geopolítico en América Latina, que implica usar
los abultados ingresos petroleros venezolanos, para lograr
que, en la mayor parte posible de América Latina y del
Caribe, lleguen al poder gobiernos ideológicamente afines,
que, en la visión megalómana de Chávez, se conviertan en
aliados para el enfrentamiento con el “imperialismo”
norteamericano. El objetivo se logró en Bolivia, Ecuador y
Nicaragua y fracasó, por poco, en México, Perú y Costa Rica.
Sin embargo, es evidente que la “joya de la corona” sería
Colombia, el aliado fundamental de Washington en la región.
El
proyecto del Teniente Coronel- pasa por el debilitamiento y
la salida del poder de Uribe y su coalición de gobierno. De
allí el apoyo a las FARC, no sólo logístico-militar, sino
sobretodo político, concretado en la solicitud a la
comunidad internacional de darles el status de beligerancia
a las FARC y sacarlas de la lista de organizaciones
terroristas. Es bueno recordar que las FARC son terroristas
no porque están en una lista, arbitrariamente compilada,
sino por los actos que han ejecutado. No toda violencia es
terrorista , pero sí aquella que tiene como objetivo la
muerte de civiles inocentes de forma indiscriminada, como el
atentado explosivo al Club Social El Nogal de Bogotá, donde
murieron alrededor de 40 personas, incluyendo mujeres ,
niños, ancianos, humildes mesoneros y un diplomático
extranjero. Las FARC colaboran con Chávez en entregarle, con
bombos y platillos, unos pocos de los centenares de
secuestrados, en manos del grupo, para que el caudillo se
gane unos puntos “humanitarios”, aun cuando se haga evidente
que no es un mediador, sino un colaborador de confianza del
grupo terrorista. La táctica de Chávez en Colombia no se
limita al apoyo a las FARC, militar y políticamente muy
disminuidas, sino incluye el respaldo a figuras de una
izquierda civil, que podría tener más posibilidades de
llegar al poder, aun cuando, los sondeos de opinión
demuestran que la conducta de Chávez ha fortalecido a Uribe
y debilitado a los grupos de izquierda. Mientras tanto, se
abandonan los intereses permanentes de Venezuela como la
reclamación del territorio Esequibo y la calidad de vida de
los venezolanos se deteriora, por el enfrentamiento “contra
natura” con Colombia, que agrava el desabastecimiento y la
inflación.