Con el
final de la Guerra Fría, entre 1989 y 1991, se creyó
efímeramente que se había instaurado “un nuevo orden
internacional”, que se fundamentaría en un renovado y firme
multilateralismo. Por fin la ONU funcionaría con eficacia.
Con la democracia occidental como modelo imperante, la “paz
perpetua kantiana” estaba a la vuelta de la esquina.
En
realidad, nuestro tiempo es un tiempo de transición “epocal”,
cuya característica fundamental es la incertidumbre. Se
advierte una clara aceleración del “ritmo” de la historia,
vivimos en medio de un verdadero choque de fuerzas
contrapuestas, que luchan por prevalecer: Democracia y
autocracia, modernización y tradicionalismo, globalización y
localismo, racionalismo e irracionalismo. A raíz del
derrumbe de la utopía comunista, Octavio Paz escribió:
“vivimos por primera vez a la intemperie espiritual y no a
la sombra de sistemas metahistóricos, que al asignar un
objetivo a la Historia nos oprimían y protegían al mismo
tiempo, por ello, es cuerdo hoy abstenerse del legislar
sobre el porvenir.”
Sin
embargo, en América Latina, muchos todavía no se han
enterado del fracaso histórico del socialismo real e
insisten, con la soberbia característica del “semignorante”,
que cree que sabe mucho, en legislar, poco cuerdamente,
sobre el porvenir. Quizás la razón se debe a que, como
también decía Octavio Paz: “el latinoamericano es un ser que
ha vivido en los suburbios de Occidente, en las afueras de
la historia” y que además “tiene un retraso de 30 años en la
reflexión socio –económica y política”.
Fareed
Zakaria, en su reciente libro “The Post American World” pone
el acento en lo que él llama “ The rise of the rest”, el
surgimiento del resto del mundo respecto a los Estados
Unidos. No se trata de un libro sobre la declinación de los
Estados Unidos, tema de moda en los ochenta del siglo
pasado, (recuerden el influyente libro de Paul Kennedy “ The
Rise and Fall of the Great Powers.”) sino del intenso y
acelerado crecimiento del resto del mundo en general y de
Asia en particular. Ya Samuel Huntington, en un artículo de
1999, “La superpotencia solitaria”, afirmaba que estábamos
viviendo un sistema internacional de transición, un extraño
híbrido: uni-multipolar, que el momento unipolar ya había
pasado y que en una o dos décadas ingresaríamos a un
verdadero sistema multipolar. Zbigniew Brzezinski nos dice
que los Estados Unidos serán la primera, última y única
superpotencia global.
En
efecto, los Estados Unidos siguen siendo la única
superpotencia en materia militar, sin embargo ya en lo
económico, tecnológico y cultural su superioridad se está
reduciendo. La solución de los problemas fundamentales del
sistema requiere, necesariamente, de la acción conjunta de
la superpotencia y de alguna combinación de otras grandes
potencias. Diversas grandes potencias regionales están
fortaleciendo su posición en la correspondiente área del
mundo. China y potencialmente Japón en Asia Oriental. Aun
cuando China está empezando a proyectar sus intereses fuera
de su región, sobretodo en África, “por ahora” sigue siendo
una potencia regional; la Unión Europea, liderizada
económicamente, cada vez más, por Alemania; la India nuclear
en Asia del Sur, Irán en Asia Sur Occidental, Brasil en
América Latina y Rusia, energizada por su riqueza petrolera,
está resurgiendo como la potencia hegemónica en Eurasia.