El
llamado de los estudiantes a votar NO, juntamente con las
declaraciones en ese sentido de la Iglesia, Fedecámaras, la
CTV, Colegios profesionales, ONGs y los partidos políticos,
entre otros, aunado a la posición similar de PODEMOS y el
General Baduel, que reflejan la oposición de vastos sectores
del chavismo a la deriva totalitaria del régimen, concretada
en la mal llamada “reforma”de la Constitución, han cambiado
sustancialmente el escenario político nacional.
Todas
las encuestas serias del país, incluyendo las financiadas
por el gobierno, reflejan un crecimiento relevante de la
oposición a la propuesta de Chávez y, sobretodo, un aumento
sustancial, entre los opositores de la reforma, de los que
han decidido ir a votar.
El
argumento político más poderoso del abstencionismo, “id est”,
una masiva abstención deslegitimaría y debilitaría al
régimen, ya no es realista. Como demócratas, deben aceptar
el llamado de la mayoría, sumar sus fuerzas y contribuir a
la unidad de los que se oponen al cambio constitucional. Si,
como muchos abstencionistas piensan, el CNE produce un
resultado fraudulento, en contra de todas las encuestas,
sería el inicio del fin del mito del líder mesiánico,
apoyado en la abrumadora voluntad del pueblo.
En este
sentido, incluso una victoria ajustada sería catastrófica
para Chávez. Además, la historia ha demostrado ampliamente,
en la Filipinas de Marcos, en el Chile de Pinochet, en la
Nicaragua sandinista de los 90 y más recientemente en
Ucrania, que un fraude evidente no es sostenible, el apoyo
al régimen empieza a desmoronarse, porque la posibilidad
misma de un eventual cambio de gobierno fomenta, en muchos
de sus seguidores, la necesidad de iniciar un “reacomodo”
personal para poder “sobrevivir” política o
profesionalmente, si la eventualidad se realizara.
El
residual argumento de algunos abstencionistas de que no
pueden convalidar con su voto un régimen ilegítimo y
fraudulento, es respetable desde el punto de vista moral,
sin embargo refleja ingenuidad y un excesivo individualismo.
Ir o no
ir a votar es una decisión política no moral, en otras
palabras, lo que hay que decidir es la conveniencia de votar
o no, en función del objetivo político de enfrentar al
régimen y su “reforma”. Además, hay que tomar en cuenta que
buena parte de los sectores chavistas, opuestos al cambio
constitucional, no pueden permitirse el lujo de abstenerse,
porque no pueden correr el riesgo de perder ellos y/o sus
familias, el trabajo, la beca y el acceso a las misiones.
Para poder sumarlos, hay que votar. Los abstencionistas
deben reflexionar y rectificar sabiamente su posición.