Jesús
Silva Herzog Marquez., en su libro “La Idiotez de lo
perfecto”, reseña unas ideas de Michelangelo Bovero, el
discípulo y sucesor de Bobbio en la cátedra de filosofía
política en la Universidad de Turín. Bovero nos recuerda a
Polibio y su teoría de las formas mixtas de gobierno El
historiador romano partía de las formas simples y virtuosas
de gobierno de Aristóteles y afirmaba que el problema
consistía en su inestabilidad: la monarquía degeneraba en
tiranía; la aristocracia, el gobierno de los mejores, se
transformaba en una oligarquía, el gobierno de los
privilegiados; y la república terminaba en el desorden y la
anarquía de la demagogia. La solución de Polibio era la
mezcla de las formas puras de gobierno para integrar un
sistema de equilibrios y complementaciones que ofreciera
estabilidad al gobierno. La Monarquía constitucional
británica del siglo XIX es un ejemplo al respecto: los
poderes del Estado divididos entre la Corona y un Parlamento
integrado por una Cámara de los Lores, conformada por
aristócratas y una Cámara de los Comunes electa por el
pueblo. Lo que no pensó Polibio, nos dice Bovero es que la
mezcla bien podría darse entre las partes corruptas del
gobierno. La combinación de la tiranía, la oligarquía y la
demagogia es lo que Bovero llama “kakistocracia”: el pésimo
gobierno, la república de los peores.
En Venezuela, la mal llamada
reforma constitucional acrecienta patológicamente los
poderes del Caudillo-Presidente, dándole la facultad de
nombrar Vicepresidentes-Procónsules regionales, que socavan
los poderes de los gobernadores y alcaldes electos, además
el ejecutivo, a través del financiamiento, controlará los
Consejos Comunales, regidos por asambleas no electas por
sufragio universal directo y secreto. La “nueva clase” de
nuevos ricos corruptos y/o parásitos del Estado es la nueva
oligarquía, la llamada “boliburguesía”, que monopoliza los
contratos con el Estado. El actual régimen además se ha
caracterizado por reemplazar el debate democrático entre
mayoría y minoría en los órganos electos del Estado, por la
farsa demagógica y antidemocrática de “deliberar” en
asambleas de plaza no electas, absolutamente arregladas de
antemano.
La Venezuela de Chávez se acerca
cada día más a la “kakistocracia” de Bovero, con su Caudillo
autoritario, omnipotente y con reelección perpetua, una
oligarquía de “nuevos ricos” corruptos y el desorden
demagógico de la “oclocracia”, el poder de la turba, de la
plaza.