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¿ SE HARA JUSTICIA ?
Viernes, 19 de Julio 2002
No cabe duda que en medio de la nebulosa institucional en la que ha tratado de sobrevivir nuestra democracia en los últimos 3 años; el acto en el que se llevó a cabo la audiencia preliminar sobre el antejuicio de mérito a los oficiales disidentes involucrados en los sucesos políticos del 11 de abril; constituyó un ejercicio democrático tan enorme como indispensable en estos tiempos en que se pretende aplicarle la eutanasia a nuestras instituciones.

Lo que observamos ese jueves 18 de julio no era un juego de fútbol, ni una emisión del programa quien quiere ser millonario, ni mucho menos un aló presidente. Se trataba entre otras cosas, de la presentación a la prensa de una de las bondades y cambios básicos del vilipendiado COPP; el cual además de consagrar los juicios orales - paradójicamente inexistente en un país plagado de habladores -, nos mostró que el máximo tribunal de justicia es capaz y tiene potestad para enjuiciar por igual a civiles y militares. ¿ Recuerda alguien haber visto tantos militares uniformados ante un tribunal civil?

Abrió la sesión un Fiscal General con voz temblorosa quizá como un reflejo natural a su ineludible complicidad en los sucesos del 11 de abril; aportó pruebas de una debilidad tan solo comparable con el raquítico espíritu democrático del presidente Chávez. Isaías Rodríguez se comportó como un defensor "ad litem" de esos que sobreviven con un salario mínimo, y prestan un servicio mínimo rutinario; en virtud de ese pobre espíritu jurídico, y como si no hubiera sido suficiente el Fiscal; ya para finalizar la audiencia al momento de ejercer su derecho de réplica invocó la doctrina suramericana sobre rebelión militar, citando solo la línea o palabra, que él pretendía se ajustaba a su ponencia. ¡qué irrespeto! tanto para la defensa de los imputados, como a la majestad misma de los magistrados.

Así las cosas, los militares involucrados en los sucesos del 11 de abril, en el ejercicio de unas capacidades oratorias exiguas - propias a su profesión - sin embargo, lograron uniformar su defensa en el hecho que el Fiscal General no presentó pruebas incriminatorias, así como también hicieron un férreo bloque al alegar que su disidencia no constituyó bajo ningún caso, ni circunstancia rebelión militar.

A éstas alturas de la audiencia, se escucharon aplausos en la sala - como quien aplaude el himno nacional -, los cuales hacían evidente la poca familiaridad del público con el protocolo, las normas y costumbres propias de estos actos. En revancha, se entiende perfectamente que ese público caribeño, acostumbrado tan solo a escuchar en los últimos años citas bíblicas, aderezadas con amenazas y musicalizadas a ritmo marcial; no pudiera ocultar su satisfacción al escuchar citas claras y textuales de nuestras leyes, jurisprudencia y doctrinas.

En ese sentido habían ya entrado en escena, los respectivos abogados defensores, quienes con aventajadas capacidades oratorias - propias a su profesión - y apoyados en la doctrina y la jurisprudencia, trataron de demostrarle a los magistrados que sus defendidos al desobedecer órdenes superiores, buscaban evitar una masacre; al tiempo que habrían buscado - los militares - restaurar la paz luego del vacío de poder, anunciado por Lucas Rincón. Entre los defensores cabe destacar la actuación de René Buroz Arismendi, éste veterano abogado, experto en materia militar y que en una época asistió a toda una saga de ex Ministros de la Defensa, los cuales tenían en común el hecho de haber sido acusados por actos de corrupción durante sus respectivas gestiones en la IV República; el abogado Buroz sigue siendo fiel a su estilo efectivo, coherente y convincente en cuanto a la forma; pero en detrimento del fondo cuando reclamaba el incumplimiento del Fiscal General de los requisitos básicos de procedibilidad para intentar el antejuicio de mérito.

Una vez declarado concluido el acto, y ante la sorpresa que constituyó el hecho que los magistrados se abstuvieran de ejercer el derecho de repreguntar a las partes, nos hacemos la pregunta si ello se debió a que a los magistrados les quedó todo claro y en ese orden ya tienen un criterio formado ajustado a derecho; o ajustado a los intereses y humores de Miraflores.

En mi deslengüe habitual, llegué en una ocasión a considerar al actual TSJ como un club de jalabolas de la tercera edad jurídica; ojalá me haya equivocado - no será la primera vez - con la esperanza que en estos 5 días hábiles de que disponen los magistrados para decidir si procede o no el antejuicio contra los oficiales; a dichos magistrados los sobrecoja un sentido arqueológico, jurídico e institucional que los ilumine y los lleve a ejercer tal y como les corresponde la máxima representación del Poder Judicial, controlando de acuerdo con la Constitución y las leyes, la constitucionalidad y legalidad de los actos del Poder Público.
luisdelion
© 2002