En
Venezuela nos estamos poniendo "de librito". Yo pensaba que era
muy original que la sociedad civil venezolana hubiera producido
unas marchas superespectaculares de medio millón de personas
contra el gobierno, que sintiéramos rechazo y desconfianza
profunda hacia las soluciones de los políticos, así estén del lado
nuestro en esta crisis. Yo siento que todo el tiempo, nuestros
líderes y los del gobierno, lo que quieren es salir en TV y
mandarnos sin exponerse, o por lo menos valoran demasiado este
tipo de acción frente a otras soluciones. Hemos vivido una
protestadera masiva y furiosa por causas que no son estrictamente
políticas. Léase la rabia que agarramos cuando lo del decreto
1011, que pretendía modificar a gusto del gobierno la educación
("! Con mis hijos no te metas ¡") o la toma de los militares en la
Plaza Altamira. Explosiones de mediana a baja intensidad,
empiezan a sentirse por todos lados.
La movida
social es intensa, pero uno no sabe como diagnosticarla. Desde
hace años estamos metidos en una turbulencia. No es que nos duela
el estómago, ni la cabeza. No es que los venezolanos nos volvimos
locos de repente. No, no. Es que estamos en una de rupturismo.
¿Y que es
eso? Uno de los expertos en el asunto es un profesor de la
universidad chilena Diego Portales, el profesor Andrés Benavente
Urbina, quién se ha preocupado por comprender esa sentida
turbulencia, un problema social en todo el continente.
Significa anarquía, violencia, desconfianza en el liderazgo,
crisis económicas sucesivas y recurrentes. Los militares no son
los de antes, así que no hay una sucesión de golpes de estado como
en otras épocas. La gente no sabe que hacer, así que estalla y
provoca manifestaciones. Se cae a tiros y tranca una calle por el
asesinato de un hijo, porque al despedirlos los echan de sus
casas, porque se repiten las muertes de choferes a manos de los
delincuentes, pero no por las convocatorias de la
socialdemocracia, el socialcristianismo, el socialismo o el
comunismo.
Benavente
Urbina lo comenta así: "las movilizaciones rupturistas no son
expresiones de convocatorias ideológicas que vayan directamente
ligadas a determinados proyectos políticos de transformación
social como ocurría en la América Latina de hace 30 años. Hoy son
expresión de radicalismo social...el sólo argumentario político
institucional contra el sistema no sirve para convocar y movilizar
adherentes... es vital vincular el discurso rupturista con
problemas y aspiraciones concretas de segmentos importantes de la
población". (1) Nos pone de
ejemplo. Dice que "fueron las movilizaciones opositoras las que
precipitan la caída del presidente Hugo Chávez y, a su vez, el
chavismo movilizado fue el que logró la rápida reposición del
mandatario".
Y es que
movimientos como los que tumbaron a De La Rúa en Argentina,
antecedieron la renuncia de Alberto Fujimori en Perú, hicieron
destituir a Yamil Mahuad y Abdalá Bucaram en Ecuador o Raúl Cubas
en Paraguay, no fueron obra de los partidos políticos. Los
partidos políticos y sus líderes sacaron la cabeza por encima de
la marejada y surfearon torpemente sobre ella tratando de
sobrevivir, con el espanto en los ojos, tambaleándose
ostensiblemente, viendo hacia atrás el monstruo que se les venía
encima.
Aquí es
común para partidarios del gobierno pensar que el rechazo a las
torpezas de la Coordinadora Democrática significa el apoyo al
Presidente de la República y viceversa. No, significa el rechazo a
los modos de los políticos, a su falsedad, a su creencia en que el
uso de la TV basta para conducir a la gente. A su falta de
coherencia, al rompimiento de sus promesas y por ende al
desvanecimiento de nuestras ilusiones. La gente sueña con
suprimir ese modo de hacer política y volatilizar sus cabezas
visibles, al costo que sea.
Los
partidos son protagonistas de un proceso de farandulización,
porque se ven sobrepasados por la creciente importancia de los
medios de comunicación y han contribuido por sus torpezas al
debilitamiento de la democracia, favoreciendo a los líderes
populistas de nuevo cuño, aquellos que apuestan a la total
destrucción institucional para favorecer su autoritarismo
conveniente. El catálogo de precisiones y adjetivos del teórico
del rupturismo que me ocupa, me parece que nos viene como un
guante: " en América Latina se percibe en general a los partidos
políticos como negativos, núcleo de luchas intestinas,
despreocupados de sus propias aspiraciones programáticas,
incapaces de diseñar políticas consistentes y con inclinaciones
corruptas" ¡que tal!
¿Que
ocurre, cuando los líderes populistas que escogimos
(2) no marcan la diferencia?
Bueno, prosigue la marejada. En Venezuela continúa, porque no
acabaron en 5 años el desempleo, la exclusión, las
contradicciones, los comportamientos erráticos, las mentiras
mediáticas, las invasiones, el hambre profunda y la violencia
creciente. Estamos montados en la cresta de un maremoto social,
con un gobierno débil, que ya ha sufrido una crisis militar
significativa, con una institucionalidad frágil y una sociedad
civil que ya ha probado la sangre de sus líderes.
En este
momento, ante la credibilidad gubernamental gravemente dañada, el
animal social exige una cabeza, a lo mejor para después decapitar
a su sucesor. O como me dijo una vecina: "a ese, lo vamos a
revocar. Y el que quede, que no se resbale, porque ya sabemos como
es la cosa y lo revocamos también".
"La
llegada de Hugo Chávez al poder no fue obra de una casualidad
política, sino la culminación de una prolongada crisis del sistema
institucional venezolano. Detrás de él se movió una mayoría tras
el objetivo rupturista de desmontar la institucionalidad vigente
", dice el profesor Benavente. Pero la institucionalidad fue
desmontada para instaurar un régimen de conducción autoritaria,
que alargó y profundizó la crisis. Ahora ese régimen es el
objetivo, porque su conducción se trasladó a los hombros de
personas cuya fidelidad era preferible a su eficiencia.
En un
ejercicio perfecto de autodestrucción, se consolidó la división
social, el respaldo al lumpen y a sus usos como ejército de
choque. Las cabezas de los cuatro poderes son blanco de
acusaciones de corrupción, burocratismo, ineficiencia y culto a la
personalidad. La crisis económica no ha hecho sino profundizarse.
La pobreza no se acabó, como tampoco el aumento espectacular de la
delincuencia organizada. La receta para copiar nuestra crisis
rupturista es sumar nuestra incertidumbre institucional a un
alto nivel de riesgo para las inversiones y a la crisis económica,
con nuestros crecientes y altos índices de pobreza.
Somos un
país de riesgo, podemos convertirnos rápidamente en el ataque
cardíaco de América Latina. Nuestro descontento generalizado tiene
una motivación múltiple, difícil de resolver, muy ligada al
problema económico. En una semana trataremos de neutralizar a
través del referéndum revocatorio la crisis de legitimidad en que
está inmerso nuestro gobierno. Terminar con esta turbulencia es el
objetivo de millones.
Notas:
1)
Rupturismo social y gobernabilidad en América Latina. Andrés
Benavente Urbina. Comunidad virtual de Gobernabilidad y
Liderazgo.http://www.gobernabilidad.cl/
modules.php?name=News&file=print&side=434
2) Yo no
lo escogí, es decir, no voté por el, queridos amigos, pero asumo
mi responsabilidad, porque en esa época yo era una
abstencionista consistente y convencida.
Venía de cuatro períodos sin votar
por nadie.